Gran Bretaña quiere salir de la UE con voz propia y lealtad
PRINCETON.– Albert Hirschman, que murió al final del año pasado, fue un gran economista con el don de producir visiones llamativas centrándose en un elemento de conducta observable, como una manera de transformar nuestra visión de toda una gama de problemas particulares. Una de sus visiones más amplias fue su marco de "salida, voz propia y lealtad".
Formulado originalmente luego de una experiencia con malos trenes en África occidental, Hirschman advirtió que si un sistema social complejo permite irse a la gente (salida), su eficiencia podría deteriorarse; una mejor solución sería retener a la gente (lealtad), lo que les daría incentivos para expresar demandas (voz propia), lo que mejoraría el desempeño del sistema.
Es fácil ver cómo esta teoría puede aplicarse a relaciones personales. Los matrimonios se quiebran si el divorcio (salida) es muy fácil; pero también se vuelven insoportables si no hay una sensación de mutualidad y discusión (voz propia). También puede reducirse la voz propia si emergen nuevas posibilidades: una nueva pareja potencial significa que ya no hay presión para discutir y mejorar las relaciones dentro del arreglo existente. El esquema también podría aplicarse a las relaciones políticas: Hirschman escribió un artículo memorable mostrando cómo la posibilidad para la población de salir de Alemania oriental en 1989 produjo un repentino quiebre de la lealtad.
Los europeos podrían repensar algunos de sus dilemas actuales a la luz de la teoría de Hirschman. La analogía del matrimonio se ha convertido en una metáfora de los esfuerzos de Europa por integrarse. Pero está claro que tanto la voz propia como la lealtad se han convertido en un problema para la Unión Europea (UE). Muchos ciudadanos y gobiernos creen que no tienen influencia o voz, lo que tiende a reducir su lealtad. Ahora se ha planteado una posibilidad más radical. El primer ministro británico, David Cameron, propuso el "Brexit", la salida británica de la UE. Las polémicas que precedieron y siguieron su reciente discurso sobre Europa mostraron que tanto los euroescépticos británicos como los más firmes eurófilos europeos aplaudieron su iniciativa.
¿Esta amenaza de salida puede sacudir a Europa y hacer que tengan más chances de éxito los esfuerzos del Reino Unido por reformar las instituciones o lograr que Europa sea un ente político más estable? El marco de Hirschman, instructivo sobre cómo se puede generar lealtad y afecto, sugiere que no. A los países no les gusta sentirse aislados. Quieren ver sus instituciones y valores reflejados y replicados en sus vecinos, algo que crea lealtad. Como resultado, la UE está en constante expansión, mientras que a Estados Unidos le gusta urgir al mundo a democratizarse.
El reconocimiento de una posibilidad de salida revierte el proceso básico de forjado de vínculos de lealtad. Puede aparecer algún otro factor de atracción. Uno de los factores que producen la sensación de inquietud del Reino Unido en su relación con una Europa crecientemente burocratizada es la creencia de que sus valores e instituciones son más cercanos a los de Estados Unidos, o de otras ex colonias anglohablantes. Estados Unidos ha sido la "otra mujer" que socava la lealtad de Gran Bretaña hacia la UE como pareja permanente. Como resultado de ello, Gran Bretaña ha perdido gran parte de su capacidad de hacer una contribución efectiva a la reforma europea.
En tanto, Estados Unidos se siente horrorizado por los flirteos de Gran Bretaña. Quiere seguir en relación con el mundo entero, no sólo con unas islas en la costa de Europa. Es más fácil para Estados Unidos tratar con Europa en conjunto, sobre todo porque algunas respuestas europeas a dilemas sociales comunes parecen poder aportarle soluciones. El resultado semeja una comedia shakespeariana de identidades trocadas. Europa y Gran Bretaña están casadas, pero Gran Bretaña quiere profundizar su relación con Estados Unidos, mientras que a este país le interesa más Europa.
Los mecanismos para promover la lealtad no son fáciles de crear. Los mejores son positivos, como el crecimiento económico acelerado y la prosperidad en alza, que sostuvieron el sueño europeo en el pasado. Es difícil que puedan recuperarse, por ahora. También puede haber incentivos negativos a la lealtad que inducen a todos a mantener estándares de conducta apropiados. El riesgo es que la comedia de afectos mal orientados se resuelva con castigos tanto para el que tienta como para el tentado. ¿Cuál es el equivalente moderno de marcar con una "A" escarlata, que era el castigo por el adulterio en la Nueva Inglaterra colonial? Quizá las agencias de calificación de riesgo crediticio tengan la respuesta.
lanacionar