Gradualismo fiscal fuerte sin plan financiero
El Gobierno proyecta sus números de déficit fiscal, pero sin avales
A principios de este año se anunció un programa fiscal gradualista que reduciría el déficit primario de 4,8% del PBI en 2016 a 3,3%, 1,8% y 0,3% en los años siguientes. Si se consideran los intereses de la deuda, implicaba déficits totales de 7% del PBI este año, 5% en 2017, 3,8% en 2018 y 2% en 2019.
El programa se anunció sin plan financiero. Éste vino después, facilitado por el acceso al financiamiento que habilitaron la unificación cambiaria y el acuerdo con los holdouts.
Cuando aún no es claro que el déficit primario para este año -del 4,8% del PBI- se cumpla, y el financiamiento ya está estresado por el cambio que implicó el triunfo de Trump, los objetivos de déficit total han subido a 6,8% en 2017, a 5,2% en 2018 y a 3,6% en 2019, configurando un deslizamiento del programa original a uno de hipergradualismo fiscal.
Al igual que lo ocurrido a principios de este año, este hipergradualismo fiscal se presenta sin plan financiero. El presupuesto 2017 se aprobó con un déficit, bien medido, de 6,8% del PBI, pero sin precisiones respecto de cómo financiarlo, excepto el monto de deuda que habrá que emitir. Menos aún se sabe de los planes financieros para 2018 y 2019. El nuevo hipergradualismo fiscal se presenta con un plan financiero incierto para 2017, y absolutamente desconocido para 2018 y 2019.
Pero, entretanto, los mercados internacionales han cambiado. Aun si las propuestas de Trump de un plan de infraestructura de 1 billón de dólares en cuatro años y una rebaja de impuestos de 10 billones de dólares en 10 años es moderada por su gabinete, los congresales republicanos y la tecnocracia de Washington, su aplicación parcial implicará en EE.UU. un aumento del gasto, del déficit, de la deuda y de las tasas de interés. Los flujos de inversión y de financiamiento hacia las economías emergentes se resentirán y es una incógnita saber qué montos y en qué condiciones podrían obtener el Tesoro y también las provincias.
Hace unas semanas, el ministro de Hacienda se encargó de comunicar formalmente que gran parte de la emisión de deuda era para pagar amortizaciones de obligaciones preexistentes. Los funcionarios han redescubierto el riesgo del rollover. Las necesidades de financiamiento son las que requiere cubrir el déficit y también pagar los vencimientos. Es más importante incluso contar con dólares para éstos que para aquél. Sólo en 2017 el Tesoro debe emitir deuda por 50.000 millones de dólares.
La Argentina ha pasado a un programa de hipergradualismo fiscal con plan financiero incierto. El financiamiento externo va a ser más escaso, más caro y de menor plazo. Y el aumento previsto en los déficits, así como un 2016 que termina sin cambios estructurales o acción sobre el gasto público, hará difícil bajar el riesgo país para compensar el aumento de las tasas internacionales.
El autor es economista y fue gerente general del Banco Central