Gabriel Rubinstein, exviceministro de Economía de Sergio Massa, aseguró que no estaba de acuerdo con el “plan platita”
El economista, que fue número dos del Palacio de Hacienda, aseguró que “fallaron” con el plan que aplicó el líder del Frente Renovador; dijo que podría haber renunciado por su “prestigio personal” pero que no quiso “abandonar el barco”
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LA NACION
El paso de Sergio Massa como ministro de Economía de Alberto Fernández y después candidato presidencial, mientras mantenía su puesto frente al Palacio de Hacienda, todavía genera polémica. El que salió este martes a dar explicaciones sobre su gestión en la cartera fue quien ofició como vice en ese momento, Gabriel Rubinstein, que se despegó de las decisiones del líder del Frente Renovador, pero puso el reparo de que, pese a todo, él no renunció.
“Estábamos en julio de 2022 muy cerca de la híper. Me llamaron a ayudar a un ministro que quería avanzar hacia el equilibrio fiscal y el levantamiento del cepo. Y acepté. Se empezó en ese camino. Pero faltó convicción política, vino la peor sequía de la historia, no conseguimos ayuda externa y la puja electoral (shock Milei en las PASO, plan ‘platita’, etc.). Y fallamos”, enumeró el economista sobre su desembarco junto a Massa en el Palacio de Hacienda. Fue en respuesta a un usuario que calificó como una “atrocidad” su paso por el Ejecutivo.
“¿Podía haber renunciado? Sí. Pensando en mi prestigio personal. No quise abandonar el barco e hice lo que pude para que evitáramos una nueva híper”, alegó Rubinstein.
Pero no fue solo eso.
Cuando le achacaron que, a pesar de su explicación, ofició como viceministro de Economía cuando Massa aplicó el “plan platita”, es decir, el programa económico con fines electorales que le endilga la oposición, Rubinstein le soltó la mano a Massa. “El que decide es el ministro. No estaba de acuerdo”, aseguró.
Aunque fue ahí que dijo, como una especie de autocrítica: “Pero no renuncié. Podría haberlo hecho”.
Y para acotar, en su descargo el economista indicó que en ese momento buscaron bajar el impacto del desequilibrio fiscal con un Presupuesto 2024 que solicitaba que se aprobara un superávit primario de 1% del PBI.
Asimismo, se defendió cuando el exvice del Banco de la Nación durante el macrismo Lucas Llach le recriminó haberle creído al peronismo. “A ver: con Lavagna-Duhalde se trabajó muy bien. Con Lavagna-Néstor también (algo menos). Con Menen, Cavallo pudo un montón. Roque Fernández pudo, pero menos. Todos PJ. En todo caso, confié en que, dada su ambición, Massa iba a hacer lo ‘necesario’ para bajar y mucho la inflación (más no sea porque ‘garparía’ políticamente)”, aseguró Rubinstein, después de que el exministro de Economía y candidato presidencial se retirara del poder con números mensuales de dos cifras, pese a que reemplazó a Silvina Batakis y a Martín Guzmán para encargarse específicamente de ese indicador.
Por su parte, Rubinstein dijo que su idea era que debían atacar el déficit fiscal y bajar “fuertemente” la brecha, a través de una devaluación acoplada a la llegada de apoyo externo. “Massa ‘también’, pero nunca se sintió cómodo con la baja/nula ayuda externa (para devaluar), y confiaba en su capacidad para manejarse y lograr resultados en la Argentina corporativa, aún si en el fondo eso le gustara o no. Y yo confiaba más en la ‘macro’. Empezamos mejorando las cuentas fiscales y bajando un poco la brecha. Pero no lo pudimos/supimos sostener”, dijo el economista para cerrar su análisis.
En una última publicación, Rubinstein adjuntó un documento en formato PDF con el plan económico que le presentó a Massa en julio de 2022. “Contemplaba, entre otras cosas: Equilibrio fiscal primario (en esos momentos implicaba ajuste de aprox. 3,5% del PIB) en 2023 y superávit primario de 1% del PIB en 2024, devaluar 50% para bajar brecha del 130% al 30% (en parte por caída esperada del CCL), en camino a la unificación, cuando se consiguieran tener unos U$S 10.000 millones de reservas netas, aumentos tarifarios del orden del 100%, acuerdos por 6 meses de precios y salarios, para coordinar expectativas e inducir baja de márgenes empresariales, no recesión (o muy leve), ya que básicamente, el salario real caía el primer mes, y se recuperaba totalmente al tercer mes y estabilidad del CCL (y del TCO), se esperaba un descenso muy brusco de la inflación, eventualmente con IPC menor al 1% mensual al cabo de unos 6 meses”, detalló.
“Hubo intención de avanzar en esa dirección (aunque mucho más gradualmente de lo que yo proponía), con mejoras fiscales (volvieron a cumplirse metas con FMI varios trimestres) y cambiarias (Reservas Netas en más de U$S 5.000 con dólar soja, etc.). Pero, entre falta de convicción política (coalición de gobierno complicada…), la gran sequía (fue como haber tirado al mar U$S 21.000 millones), el proceso electoral (incentivó el gasto fiscal en los últimos meses de 2023), la falta de ayuda externa (migajas para intentar impedir subiera el CCL tras devaluación requerida), las cosas terminaron mal”, insistió para finalizar.
No fue la primera vez en la que Rubinstein se refiere a sus desacuerdos con las iniciativas económicas de su gestión. En una entrevista con LA NACION en junio de este año, el titular de Yier Consultora elogió el rumbo hacia el equilibrio fiscal del actual Gobierno y criticó a Cristina Kirchner por bloquear medidas de esa índole cuando él estuvo en el Ministerio de Economía. “En julio de 2022 se filtró el plan que yo le había presentado a Massa. Y ahí decía que había que eliminar el déficit y devaluar para bajar la brecha, cosa que Milei hizo”, dijo el exviceministro de Massa.
“Prevaleció una idea más gradualista en cuanto al déficit, de solo cumplir lo que se comprometió con el FMI. Yo vi que la dirección era la correcta, y me quedé porque vi que había una mejora en esa dirección, aunque no era lo que yo quería. Hoy, todavía Cristina sigue pensando que el déficit fiscal no importa… Acordate que ella, o el kirchnerismo, le reprochaban a Guzmán que quería tener déficit de 3%, que es muchísimo, y que por qué no lo llevaba a 4%, que lo había aprobado el Congreso. El Congreso aprueba déficits totalmente insostenibles en la Argentina. Y yo en ese momento, un 1,9% lo vi como una mejora. Insistí para que fuera cero, pero no logré convencer. Alguien me podría achacar, si no te dieron bola, por qué no te fuiste, pero a veces uno toma decisiones porque ve una oportunidad de hacer algo en la dirección que vos querés, aunque no sea lo que vos querés. Se tomó un enfoque más gradualista para bajar sistemáticamente el déficit”, dijo en esa conversación.
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