Negocios innovadores: fronteras adentro y proyección regional
Proyectos sustentables con impacto socioambiental surgidos en la Argentina y en la región
En la sociedad está por lo general instalada la idea de que si un emprendimiento tiene un fin sustentable, entonces lo más probable es que no aporte ganancias.
Pero lo cierto es que el protagonismo que adquieren en el mundo de los negocios las generaciones que se criaron con una mayor toma de conciencia del cuidado del planeta, y la mayor visibilidad de las consecuencias del cambio climático, se ven reflejados en la creciente cantidad de proyectos que tienen un impacto socioambiental positivo y que, además, son económicamente rentables.
Aquí están ocho de los proyectos más innovadores que fueron galardonados en la última edición de los Premios Latinoamérica Verde (PLV), que además tienen como particularidad que sus impulsores no superan los 40 años de edad.
Fronteras adentro
1. Greendemia
Greendemia es una plataforma de financiamiento colectivo enfocada netamente en proyectos socioambientales. Además, otorgan asesoramiento y acompañamiento a los negocios que recién inician su trayecto y les proveen de un espacio físico de coworking si lo necesitan.
“Identificamos, incubamos y promovemos la creación de negocios sostenibles con impacto social. Brindamos acceso al financiamiento de un modo más democrático, promoviendo las economías colaborativas”, detalla Martín Salassa, CEO de la empresa. Para este año estiman facturar US$ 27.653, luego de una inversión inicial de $ 15.000 en diciembre pasado.
En lo que va del año, la plataforma recaudó US$ 34.000 en campañas de crowdfunding y tiene 20 proyectos de impacto social en carpeta.
La empresa fue elegida recientemente por la Subsecretaría de Emprendedores, del Ministerio de Producción, como la incubadora oficial de proyectos sustentables. “Brindamos acceso a capacitación, networking y seleccionamos los proyectos que recibirán líneas de financiamiento del gobierno nacional”, indica Salassa.
La empresa también suma a su portafolio de servicios el comercio electrónico de bienes B (hechos bajo el concepto de generar impacto social y ambiental). “Somos como un MercadoLibre verde: promovemos compras responsables con impacto positivo, fomentando productos sustentables y visibilizando a los creadores”, señala el cofundador, junto con Nicolás Ochoa.
2. ID Life
Sabrina Ferraris tiene 27 años, estudió diseño en la Universidad de Palermo y en su tesis de grado presentó la idea de crear viviendas en containers para que sean utilizadas como hábitat saludable para las personas en situación de emergencia. El proyecto comenzó a tomar forma mediante la empresa Id Life que fundó el año pasado.
“Hay muchos contenedores que quedan en el puerto en desuso por la importación de productos chinos: para las empresas es más barato dejarlos abandonados que trasladarlos de nuevo a China”, explica Ferraris.
“Estamos en búsqueda de inversiones por US$ 10.000 para crear los prototipos de este tipo de viviendas. Existen dos tamaños de contenedor: el de 20 pies donde entran seis personas y cuya fabricación cuesta US$ 3000, y una versión más grande de 40 pies para 16 personas, con un costo de US$ 5000”, detalla.
Las viviendas son autosustentables y pueden generar su propia electricidad, aunque también están habilitadas a utilizar corriente del exterior.
En Israel ya se utilizan contenedores similares para las situaciones de atentados: al ser de peso liviano se trasladan a los lugares de emergencia colgados de un helicóptero.
Ferraris publicó su proyecto en un libro que se llama Diseño y Funcionalidad: Viviendas Containers para emergencias. “Está destinado a la educación y concientización, tanto para estudiantes de diferentes áreas, como también para profesionales”, dice la autora.
3. Sustentator
Rodrigo Herrera Vegas y Daniel Nofal fundaron Sustentator en 2009 con una inversión de US$ 100.000. La empresa busca masificar el uso de energía solar a través de instalaciones distribuidas para usuarios residenciales, rurales, empresas y en espacios públicos.
A través de sus servicios producen dos tipos de energía: fotovoltaica y térmica. “Aunque las dos energías utilizan la radiación solar, la térmica aprovecha el calor del sol, mientras que la fotovoltaica convierte la luz en electricidad. La energía solar térmica se emplea fundamentalmente para calentar un fluido, que a su vez sirve para la producción de agua caliente sanitaria (o industrial), calefacción o bien para la climatización de piletas”, explican.
Las instalaciones de energía fotovoltaicas, que son más sofisticadas, pueden costar entre 100.000 y 400.000 pesos, mientras que instalar paneles solares para la energía térmica cuesta $20.000.
“Si bien este año aumentaron las consultas y la curiosidad por la instalación de energía solar debido al aumento de las tarifas, las ventas cayeron diez veces. Esto se debe a que la mayoría de los insumos para la fabricación de los paneles solares son importados, y con la devaluación de diciembre el precio aumentó bastante”, dice Herrera Vegas.
La empresa tiene 50 instalaciones en todo el país y estima una facturación de $ 5 millones para este año. Además, ganaron una licitación para instalar paneles solares en seis parques de Buenos Aires.
4. Take it green
Diego Vargas es ecuatoriano, pero su mujer es argentina y hace un año vive en el país. Durante un tiempo estuvo en Alemania y allí nació la idea de crear una máquina que recibe envases desechables de consumo diario (botellas de plástico, latas, cartón tetrapack), los compacta y a cambio entrega un producto promocional como un dulce, vouchers de consumo, descuentos, entradas al cine o viajes en subte. También está previsto que funcione un sistema de puntos que recibiría el usuario por reciclar a través de una aplicación móvil. Los beneficios serían provistos por una red de auspiciantes.
“En la actualidad los usuarios que manejan de forma responsable sus residuos sólidos no reciben ningún beneficio tangible al hacerlo. Eso cambia con este proyecto, donde el residuo pasa de ser un desecho a una unidad de cambio con un valor real y tangible”, señala Vargas.
Al momento le falta la autorización del gobierno de la Ciudad para poder colocar las máquinas en espacios públicos. El proyecto ya está patentado en Quito.
Fabricar la máquina tiene un costo de US$ 2000 y se financiaría a través de la venta adelantada del espacio de publicidad, que puede llegar a aportar entre 8000 y 20.000 pesos, dependiendo de la zona donde esté ubicado el equipo.
“En la ciudad ya existen recicladores independientes que recolectan los residuos de esos materiales específicos por las zonas donde estarían ubicadas las máquinas; por lo tanto, no habría problema para vaciarlas”, explica Vargas.
Con proyección regional
Iniciativas en países de América latina
5. Submarino Robot
(Ecuador)
Arturo Estefano Cadena Torres creó un submarino autónomo (o drone acuático), que ejecuta tareas sin intervención humana y que tiene como función tomar fotos y videos de la flora y la fauna del piso marino antártico.
“El robot opera totalmente incomunicado con una persona; tiene un sofisticado sistema de inteligencia artificial basado en redes neuronales que reconocen peligros de navegación. Además determina los sitios de interés científico e identifica y recolecta organismos biológicos en particular. A futuro se espera programar el submarino para que detecte y recolecte bacterias en la Antártida que puedan degradar combustibles y sirvan para remover los suelos contaminados por hidrocarburos”, explica Cadena Torres.
El submarino, de 32 kilos y un metro y medio de largo, puede sumergirse por ocho horas a una velocidad promedio de dos nudos. Una vez que se agota la energía, el robot sube a la superficie donde recarga la batería mediante energía solar y con el movimiento de las olas.
Lo más innovador del proyecto es el costo de fabricación: de US$ 5000 en su configuración más básica a US$ 50.000 en la versión más cara, 100% equipada. Solamente un día de operación de un buque oceanográfico cuesta US$ 50.000.
“Quiero hacer operaciones marinas en las Islas Galápagos, en la Isla de Pascua, en Chile, y en la Polinesia Francesa; es como ser un mochilero pero en vez de cargar una mochila, voy con el submarino a todas partes del mundo”, agrega.
6. Aire
(Perú)
Aire es un proyecto que utiliza pintura fotocatalítica KNOxOUT, que transforma el dióxido de carbono en oxígeno, para hacer murales de arte urbano con contenidos educativos.
“Es un recurso de embellecimiento de la ciudad para promover el sentido de pertenencia del espacio público en los ciudadanos. Buscamos que lo hagan suyo, que lo cuiden y que sea un motor de transformación social. Además, se mejora la calidad del medio ambiente ya que se trata de un filtro de aire líquido que pinta. Es tecnología supernueva, lo cual la hace también un poco costosa; esperamos que vaya bajando el precio y se haga más accesible”, explica Alejandro González Gil, de 36 años y presidente de la compañía.
El emprendimiento arrancó en 2014 con una inversión inicial de US$ 400, que eran los gastos de conformación de una ONG, pero desde el primer año fue un negocio autosustentable. Para 2016 estiman una facturación de US$ 100.000.
“Trabajamos con los principales bancos de Perú y empresas de seguros. Antes era difícil pensar que empresas de este tipo podían invertir en el arte urbano, que normalmente era visto como vandalismo, pero lo hemos transformado en un medio de comunicación de alto impacto para empresas y gobiernos locales”, señala González Gil.
Por ahora pintan murales únicamente en Lima, pero están en tentativas de llevar el proyecto a Buenos Aires, San Pablo y Ciudad de México.
7. Plantsss
(Chile)
Max Delporte es paisajista y diseñador industrial. En 2013 se juntó con Santiago Lyon, abogado con magíster en derecho ambiental, y juntos crearon Plantsss, una aplicación parecida a la famosa Pokémon Go, pero que se utiliza para descubrir el mundo vegetal.
“Plantsss es una plataforma que, sobre la base de un sistema de geolocalización, entrega información botánica a los usuarios y ofrece un listado de las plantas adecuadas según las condiciones climáticas del lugar. Además, permite conocer los viveros más cercanos, ofrece consejos de condiciones óptimas para cultivar y suministra la ficha técnica de las plantas”, detallan.
“Queremos relanzar el valor ecosistémico que tiene la especie de vegetales en el entorno de las personas, para que luego los usuarios puedan hacer un uso sostenible y responsable de los recursos vegetales. Iniciamos el proyecto con un presupuesto cercano a los US$ 10.000, pero de entrada empezamos a tener validaciones de los distintos ministerios del gobierno de Chile, que nos premiaron con dinero para seguir creciendo. Para este año estimamos una facturación de US$ 600.000”, dice Delporte, CEO de la empresa.
La aplicación ya cuenta con usuarios de 61 países, incluida la Argentina, y clientes en ocho mercados internacionales, además de contactos con personas de México, Venezuela, Nicaragua y Escocia. “La información en folleto y en libro ya no es capaz de cautivar a la gente joven”, explica Lyon.
8. Wheels
(Colombia)
Wheels, al igual que la cantante Shakira, nació en Barranquilla (Colombia) de la mano de Wilber Jiménez Hernández, un economista colombiano de 27 años. Se trata de una red social que facilita la movilidad sustentable: las personas de grupos cerrados se ponen de acuerdo para compartir el auto, un servicio de taxi u organizar un plan de caravana en bicicleta para ir al trabajo o a la casa, principalmente.
“La idea surgió por la problemática de movilidad de Bogotá, donde los jóvenes universitarios empezaron a compartir el auto. Queríamos dar una solución que facilitara el transporte compartido y que centralizara los datos, tanto para la realización de planes de movilidad sostenible de las organizaciones, como para el análisis y formulación de políticas públicas”, explica Jiménez Hernández.
El proyecto requirió de alrededor de US$ 100.000 para su desarrollo. En el año y medio que llevan dando el servicio facturaron US$ 160.000 y proyectan finalizar el año superando el umbral de los US$ 200.000.
“Desde fines de 2015 tenemos operaciones comerciales en México y proyectamos finalizar 2016 con operación homogénea en Chile y Perú. Para 2017 estamos en tentativas de lograr alianzas para entrar en los mercados desarrollados. De hecho, estamos preparando el lanzamiento para el próximo mes de prueba piloto en la Universidad de Ashridge de Reino Unido, con miras a tener en enero todo el servicio disponible para mercados angloparlantes”, dice Jiménez Hernández, CEO de la firma.
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