FMI: la fractura política en Buenos Aires complica los avances en Washington
El rechazo del presupuesto llega justo un día después del que el Fondo Monetario remarcara que un amplio consenso político interno y externo era un pilar “crítico” para garantizar el éxito de la negociación y del nuevo programa
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La negociación entre la Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) cierra el año con un final explosivo por el fracaso del presupuesto en el Congreso y la durísima pelea que desató entre el oficialismo y la oposición, justo un día después de que el Fondo insistió en que era “crítico” un amplio consenso político para blindar al nuevo acuerdo, y refinanciar la deuda actual con el organismo por más de 44.000 millones de dólares.
La implosión política en Buenos Aires terminó de gestar un escenario embarrado donde los tiempos, ya estirados, apuntan a prolongarse aún más. Hasta hace unos días, en el oficialismo insistían en que era factible cerrar con el FMI antes de que terminara el año. Hoy, la Argentina aparece fracturada, sin consenso, sin presupuesto, sin el plan que el presidente Alberto Fernández prometió para principios de este mes, y sin una fecha concreta para volver a verse cara a cara con el staff del Fondo. El último acto del FMI que toca al país este año ocurrirá el próximo martes, cuando el board difunda la “autopsia” del fracaso del programa de Mauricio Macri. Ese día, el Gobierno cancelará también un nuevo vencimiento de la deuda pendiente, en este caso por unos US$1800 millones. Todo lo demás quedará, inevitablemente, para 2022.
El naufragio del presupuesto en el Congreso le agregó incertidumbre y ansiedad a una negociación que ha brindado pocas certezas. El Fondo siempre reclamó un respaldo político amplio y sólido para avanzar, y el Gobierno apenas ha mostrado el contorno del programa que discuten, una lista de “entendimientos generales” divulgadas luego de la misión técnica del Ministerio de Economía a Washington que, de materializarse en un nuevo acuerdo, marcarían un retorno a la misma ortodoxia gradualista que rigió la política económica de Mauricio Macri.
El director de Comunicaciones del FMI, Gerry Rice, recordó precisamente esta semana que uno de los puntos acordados es lograr “un amplio apoyo, tanto a nivel nacional en la Argentina como dentro de la comunidad internacional” como un pilar “crítico” para garantizar el éxito del nuevo programa económico.
“Es importante la unidad adentro y afuera”, insistieron a LA NACION cerca del ministro, parafraseando el reclamo principal del Fondo. “No estamos a la altura de las circunstancias”, se lamentaron.
En el Palacio de Hacienda cuestionaron particularmente al diputado Martín Tetaz, quien habló de “voltear” el presupuesto. Es una palabra que luego el ministro, Martín Guzmán, usó en su hilo de tuits, en el que reconoció que el fracaso parlamentario complicaba las negociaciones con Washington.
Más allá de los tironeos con la oposición, el Gobierno deberá también construir respaldo interno para el plan sin haber obtenido dos reclamos que surgieron del cristinismo: un plazo de 20 años para devolver la deuda pendiente de US$45.000 millones, y una quita en la tasa de interés a través de la suspensión de los sobrecargos que actualmente paga la Argentina. Esa reforma carece del respaldo necesario en el board, donde las decisiones suelen tomarse por consenso.
Un comunicado del organismo difundido en la noche del jueves indicó que algunos directores estaban abiertos a explorar un alivio temporal para ayudar a los países miembros del FMI a liberar recursos para abordar los desafíos económicos y de salud que plantea la pandemia, pero otros directamente rechazaron la idea de plano. “Varios directores no vieron la necesidad de revisar las políticas sobre recargos o cambiar su diseño en esta etapa, dado el bajo costo total general de los préstamos del Fondo”, indicó el FMI en un comunicado sobre la reunión del board donde se discutió el pedido del Gobierno.
Con esa frase, los directores del Fondo sepultaron virtualmente el anhelo oficialista de obtener una quita en la tasa de interés que paga la Argentina, un alivio que en el Ministerio de Economía calculan en más de mil millones de dólares anuales.
Las peleas políticas en Buenos Aires recrudecerán la semana próxima. El informe que el FMI difundirá el martes ofrecerá la primera lectura del staff del organismo sobre el fracaso del plan de Macri, y aportará letra a ambos bandos para ampliar la grieta. Ese trabajo, llamado Evaluación Ex-Post, un análisis habitual que realiza el organismo sobre los préstamos de “acceso excepcional” como el que obtuvo Macri, está listo desde hace tiempo, pero el Fondo decidió sacarlo a la luz recién ahora, antes de firmar un nuevo convenio con el país. Lo elaboró un economista noruego, Odd Per Brekk, que trabaja en el Fondo desde 1987, y siempre estuvo involucrado en Asia, nunca en América Latina.
La difusión del informe permitirá despejar un obstáculo burocrático al acuerdo: el Fondo Monetario no puede brindar un nuevo préstamo sin decir, antes, por qué fracasó el crédito anterior. Pero, tal como ha ocurrido desde el inicio de las negociaciones, las trabas parecen vivir en Buenos Aires, más que en Washington.