Los mercados, pendientes de la cuenta regresiva por la reestructuración de deuda
El día clave en el proceso de reestructuración de la deuda se acerca y en los mercados no hay todavía una visión clara respecto de si finalmente el país caerá o no en default; en este contexto y en medio de la pandemia de coronavirus, las noticias que llegan desde el exterior no hacen más que agregar incertidumbre a la complicada realidad local
A poco de conocerse los resultados de la reestructuración de la deuda, ya no hay mucho margen para errores. El mercado lo sabe y reacciona en consecuencia, buscando anticiparse. Pero las probabilidades de lo que puede ocurrir están repartidas y la cautela gana espacio en algunas carteras de inversión. Las dudas sobre el escenario externo, en un mundo que sigue atravesando los problemas de una pandemia, tampoco ayudan sino que, por el contrario, suman incertidumbre.
Los bonos, ante un escenario aún muy incierto
La volatilidad del mercado de deuda está a la orden del día y básicamente tiene un solo driver: el camino de las negociaciones entre los acreedores y el Gobierno. Oficialmente hay poca información, y el humor sobre la probabilidad de un acuerdo va y viene, dependiendo del rumor del día. En lo único que parece existir 100% de coincidencia es en que no hay mucho más tiempo si no existe una nueva oferta que acerque las posiciones.
La fecha a mirar es este 22 de mayo -o, en todo caso, el 25 de mayo cuando se conozcan los resultados-. Ese día, si se quiere evitar un nuevo default, el Gobierno deberá haber cerrado el canje de forma exitosa o, al menos, deberá haber logrado lo que se llama un standstill (acuerdo para una extensión de los plazos). Igualmente, la probabilidad de esta última opción es bastante cuestionada. En esta coyuntura, y hasta tanto no existan noticias concretas que terminen de definir cuál será la realidad dentro de una semana, los bonos podrán tener movimientos bruscos, entre el nivel de US$45/US$47 (se estima que ese es el valor que podría llegar a tener una nueva propuesta) y la zona de los US$20, valor al que se caería de no haber acuerdo.
El dólar está en la mira de todos
El dólar oficial mantiene en las últimas cuatro semanas una devaluación promedio del orden del 0,6%-0,7% (a niveles de $67,7), contra una suba del billete que surge del arbitraje de bonos del orden del 4,2% semanal. Un comportamiento que no solo llevó a marcar récords para el llamado dólar financiero, sino también a establecer nuevos máximos en la brecha -que alcanzó en la semana un 85%, aunque logró cerrar por debajo del 80%-. Desde esta realidad debe entenderse el por qué de la reacción del Gobierno, no solo en los dichos, sino también y especialmente en los hechos, con el objetivo de "frenar" la suba del tipo de cambio.
Varias medidas están a la orden del día y se complejizan cuando se observa que el efecto es limitado o demasiado temporal. Incluso, se decidió empujar las tasas en pesos hacia arriba para "competir" contra la dolarización creciente, que tiene como un componente clave a la fuerte incertidumbre existente. Hasta que esta no se despeje, cualquiera de las medidas podrán llevar a una mayor presión. Si lo que se busca es algún catalizador de corto plazo que pueda impactar sobre el billete -aliviando o sosteniendo la presión-, el futuro de la reestructuración de deuda es una de las claves.
La estrategia para los vencimientos de bonos en pesos
El Gobierno mantiene con éxito la renovación de los vencimientos en pesos, y le quita así un factor de presión por la mayor emisión al Banco Central (o, en su defecto, a la necesidad de un canje compulsivo). En las dos licitaciones de mayo -una por semana-, sumó poco más de $41.000 millones y, además, logró combinar estas operaciones con dos canjes en los que comenzó a tratar de aliviar la "bola" de Letes en dólares (reperfiladas ya en tres oportunidades). No obstante, el inversor debe aceptar, más allá de la quita, cambiar un instrumento en dólares por una canasta de bonos en pesos (indexados por CER).
Mayo, de todas maneras, no es un gran desafío. En cambio, si el escenario local y externo no ayuda, en junio sí podría haber más complicaciones para el Tesoro. Deberá hacer frente a vencimientos por alrededor de $242.000 millones, de los cuales el 86% está en manos privadas. Cifra que supera en poco más de cuatro veces el monto al que se debe hacer frente durante el mes. Las licitaciones semanales, en este marco, seguirán, pero probablemente sea necesario cambiar la estrategia de lo que se ofrece.
El repunte en Estados Unidos entró en stand by
La recuperación del mercado en Estados Unidos ingresó en un stand by, pero eso no sorprende. El S&P500 falló una vez más en superar la zona de los 2900/3000 puntos, y ahora busca más bien poner a prueba el piso del rango de lateralización, que se puede "dibujar" desde mediados de abril en niveles de 2730/2750 puntos. Todo ello, en un marco en el cual la volatilidad seguramente ya mostró un techo, pero en donde nadie descarta la posibilidad de que el índice quizá busque nuevamente testear los mínimos de 2200/2400 de marzo. Varias son las razones que hacen pensar esta probabilidad, en el marco de un rebote que no encuentra catalizadores positivos para sostenerse.
Las expectativas negativas respecto de los resultados del segundo trimestre (se espera una caída interanual de ganancias del 40%), se suman a pronósticos de una recuperación económica que será más lenta de lo esperado. Esta visión fue ratificada esta semana por el presidente de la Fed, que busca estímulos fiscales difíciles de concretar. Ni hablar de las renovadas tensiones comerciales con China, y la cada vez más cercana batalla electoral. Un escenario que, en el corto plazo, solo puede provocar cautela, incluso entre los más optimistas.
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