Fiat ilustra lo que salió mal en la industria automotriz de Europa
Maria Epifania tiene un buen empleo ensamblando autos en la fábrica Mirafiori de Fiat SpA en Italia, excepto que en los últimos dos años apenas ha trabajado.
Aun así, recibe parte de su sueldo, unos US$1.053 al mes, a través de un programa estatal que ayuda económicamente a los trabajadores obligados a quedarse en casa. Epifania, una madre soltera de 39 años, podría algún día volver a ser convocada por Mirafiori. Pero ella tiene sus dudas sobre la probabilidad de volver al trabajo. "No veo perspectivas a futuro", sostiene.
Epifania es una de los miles de trabajadores del sector automotor europeo, cuyos empleos penden de un hilo por culpa de una crisis que arrastró las ventas de autos a niveles mínimos en décadas.
Tras cerrar una fábrica en Sicilia en 2001, Fiat trata de evitar más cierres y despidos en Italia. Como alternativa, dejó inactivas sus cinco fábricas durante extensos periodos con el fin de reducir costos y prepararse para una eventual recuperación. Los trabajadores reciben un sueldo por quedarse en casa.
La fábrica de Mirafiori, una enorme planta en Turín, la ciudad sede de Fiat, solía contar con una plantilla de decenas de miles de trabajadores para producir más de 300.000 autos al año. En 2012, fabricó menos de 50.000 unidades, insuficiente para darles trabajo a los 5.500 empleados asignados a su línea de ensamblaje.
Otrora el orgullo del sector manufacturero de Italia, la planta Mirafiori, que opera por debajo de su capacidad y apenas dispone de financiación, es el típico ejemplo de todo lo que salió mal en la industria automotriz europea.
Ni Fiat ni ningún otro fabricante de autos europeo siguió el ejemplo de sus pares de Estados Unidos, que implementaron los recortes necesarios para alinear la producción con la menor demanda.
Tras la crisis financiera de 2008, las automotrices estadounidenses cerraron 18 fábricas de autos. Muchos de esos cierres fueron ejecutados como parte de las reestructuraciones por bancarrota, financiadas por el gobierno, de General Motors Co. y Chrysler Group LLC, esta última propiedad mayoritaria de Fiat. Las automotrices de EE.UU. también limitaron los llamados programas de "bancos de empleos" que, en su momento, seguían pagando a los trabajadores mucho tiempo después de que sus empleos habían sido eliminados.
En Europa, las ventas son tan malas que menos de la mitad de las fábricas de autos del mercado operan al mínimo de 75% de capacidad necesario para no perder dinero, apunta la consultora Alix Partners. Las que operan por debajo de ese nivel están ubicadas principalmente en Italia, Francia y España, países cuyas economías fueron duramente golpeadas por la crisis.
Aun así, los gobiernos de Europa Occidental quieren evitar que más trabajadores engrosen las filas de desempleados. Como consecuencia, las automotrices están perdiendo miles de millones de euros al año en Europa.
"Ninguna de estas automotrices prevé ser rentable (en Europa) hasta 2015 como pronto", indicó Abbas Ali Quettawala, un analista de Sanford C. Bernstein.
Entre 2007 y 2014, las automotrices europeas habrán cerrado seis fábricas, lo que no es suficiente para eliminar la brecha entre la capacidad de producción y la demanda, señalan analistas.
Dado que no pueden cerrar más fábricas, las automotrices europeas buscan otras formas de recortar costos y mejorar la eficiencia. Poco a poco han reducido la producción de modelos viejos, han eliminado miles de empleos, han puesto a algunos trabajadores en licencias obligatorias, han ofrecido jubilaciones anticipadas y han renegociado condiciones salariales y laborales. La francesa Renault, por ejemplo, trata de eliminar 7.500 empleos para 2016.
Mientras tanto, los fabricantes siguieron invirtiendo en plantas en mercados emergentes, donde los costos de producción son bajos y la demanda de autos es alta. También se han beneficiado de una recuperación en el mercado estadounidense. Las ganancias obtenidas en estos mercados compensaron las pérdidas sufridas en Europa.
El negocio de autos de Fiat emplea a 41.000 personas en Italia. No está claro cuántos de ellos han estado en un momento u otro en licencia obligatoria.
La situación ha obligado a Fiat a suspender futuras inversiones en el país. "No estoy listo para confirmar ninguna inversión (...) hasta que tengamos la certidumbre y la claridad que necesitamos para administrar nuestras fábricas", dijo el presidente ejecutivo de Fiat, Sergio Marchionne.
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