Fernando Stefani. "No veo a ningún político hablando de cómo vamos a crear riqueza"
El científico e investigador del Conicet dice que el país está rezagado en materia de inversión en I+D y advierte que la frontera tecnológica se corre continuamente en otros países
- MINI BIO. Estudios: ingeniero en Materiales y doctor en Ciencias Naturales. Cargo: vicedirector del Centro de Investigaciones de Bionanotecnología del Conicet.
Ni desarrollado ni en vías de desarrollo. Fernando Stefani, vicedirector del Centro de Investigaciones de Bionanotecnología del Conicet define a la Argentina como un país rezagado en materia de inversión en investigación y desarrollo que haga su aporte a un crecimiento sostenible. "Todos los países desarrollados tienen en el corazón de sus estrategias de crecimiento económico sustentable a la ciencia y la tecnología", dice en un diálogo con LA NACION quien es ingeniero en Materiales, graduado en el Instituto de Tecnología Profesor Jorge Sabato (CNEA-Unsam). Y nuestro país, advierte, está retrasado, al invertir poco y al no aprovechar económicamente lo que resulta de la investigación. Stefani es doctor en Ciencias Naturales y Medalla Otto Hahn de la Sociedad Max Planck, de Alemania. Lideró equipos en la Facultad de Física Ludwig-Maximilians-Universität de Múnich y en la Sociedad Max Planck. La revista Physics World consideró su investigación sobre microscopios de fluorescencia como uno de los diez mayores avances para la física en 2017.
-¿Qué es la cuarta revolución industrial?
-Es algo que está ocurriendo. El factor mas importante es la automatización extrema. Hoy uno puede manejar una fábrica y monitorear los parámetros de fabricación y producción desde otro lugar del planeta con un celular. Hay un nivel de automatización y de manejo de la información a nivel global que es extremo, como nunca habíamos vivido antes. Y por otro lado está la inteligencia artificial. ¿Qué es? Tener máquinas que sean capaces de tomar decisiones muy parecidas a las que tomaría un ser humano y delegarlas en ellas. Automatizar y automatizar. Eso es lo que se llama la Cuarta Revolución Industrial o Industria 4.0.
-El año pasado presentó un estudio sobre el rol que debería tener la ciencia en la innovación industrial y el crecimiento económico de la Argentina, ¿tiene que ver con esto?
-Nosotros venimos acumulando un retraso tecnológico monumental. Los países desarrollados, para mantener su crecimiento económico, tienen que avanzar la frontera tecnológica constantemente. ¿Por qué? Porque todas las actividades económicas pierden valor con el tiempo. Todas. Sea porque se reproducen en otros lados y baja el precio, o nace otra tecnología que las hace obsoletas. Si querés mantener tu bienestar, tu generación de riqueza, tu valor económico, tenés que mover esa frontera de productividad hacia el futuro. No queda alternativa. Todos los países desarrollados tienen en el corazón de sus estrategias de crecimiento económico sustentable a la ciencia y la tecnología. Nosotros estamos muy atrasados. Si queremos desarrollarnos, lo primero que tenemos que hacer es reconocer eso y plantearnos estrategias competitivas. Uno no puede decir: yo lo hago a mi ritmo porque somos argentinos, vamos más despacito. No funciona. Porque el ritmo lo marcan los que van adelante.
-¿Y la Argentina donde está?
-A nosotros nos dicen desde hace unas cuantas décadas que somos un país en desarrollo. Y no estamos en vías de nada. En mi informe analicé 61 países de todo tipo y encontré una correlación directa entre crecimiento económico y la inversión en I+D. Entre 2001 y 2014 los países que generaron más riqueza por habitante fueron los que invirtieron más del 1,5% de su PBI en ciencia y tecnología. Los más rezagado eran los que invirtieron menos del 1%, como nosotros, que invertíamos el 0,6% y, ahora, apenas el 0,5% del PBI. Por eso hago una distinción entre países desarrollados, en desarrollo y rezagados. Nosotros estamos en este último grupo. Los países desarrollados invierten desde hace décadas y en forma constante entre 1,5% y 3% del PBI y, además, aumentan ese porcentaje alrededor del 0,03% cada año para mantener su liderazgo. Los países en desarrollo invierten un porcentaje muy elevado: Israel 4,3% del PBI; Corea del Sur, 4,15%; China, 2,07%. E incrementan ese porcentaje cada año a tasas más elevadas que los desarrollados para acortar la brecha. Israel y Corea al 0,1% del PBI; China, al 0,08%. Por eso se estima que China alcanzará el desarrollo científico-tecnológico de Estados Unidos en 2025. Los países que invierten mucho en I+D nunca hacen la plancha, cada vez invierten más. Nosotros acumulamos retraso tecnológico y ahora estamos yendo a contramano.
-Es inusual encontrar en la Argentina un científico que plantee como usted que hay que generar riqueza, ganar plata vinculando a la ciencia con la economía. Los empresarios y los científicos son dos sectores que no dialogan, salvo excepciones.
-Ese es el esquema típico de un país subdesarrollado. El científico y el empresario o industrial son dos actores distintos en el ciclo de la innovación. Cada uno tiene un rol específico y naturalmente son roles desacoplados. En todo el planeta. El científico tiene el rol de conocer más nuestro mundo y nuestras sociedades. Expandir el conocimiento y entender mejor cómo funciona la naturaleza, la Tierra, las relaciones entre humanos y con el medio ambiente. ¿Cuál es el rol del empresario? Generar un producto o servicio de manera rentable, para ganar dinero. Son dos actividades de naturaleza distinta. ¿Cuándo usa un empresario una tecnología? Cuando sabe que la tecnología le sirve para su producto o servicio; cuando sabe que la va a poder fabricar, cuenta con materiales, proveedores y el personal necesario para llevar a escala la producción; cuando sabe que va a ganar plata. Por un lado están los hallazgos científicos y, por el otro, los empresarios. Están desacoplados además por una escala de tiempo, de entre 10 y 30 años, porque desde que se descubre algo hasta que llega a un producto comercializable a escala se demora esos tiempos. Aunque hoy esos lapsos se están acortado.
-¿Qué hay que hacer para vincular el laboratorio científico con la industria y el mercado global?
-Para cerrar esta brecha la mayoría de los países desarrollados han creado instituciones intermedias especializadas en el desarrollo y la vinculación de nuevas tecnologías para su aplicación comercial a futuro. Se trata de centros de primer nivel mundial diseñados para transformar las capacidades de innovación en áreas específicas e impulsar el crecimiento económico sustentable. Como regla general, estos institutos de innovación industrial fueron creados con fondos públicos. Con el correr del tiempo, a medida que se establecen, tienden a un esquema de financiación 50% público y 50% privado. En Israel fue así, empezó con el 100% de inversión pública y hoy es casi toda privada.
-¿Usted comenzó a pensar en políticas públicas que vinculen a la ciencia con el crecimiento económico cuando trabajaba en Alemania?
-No. Empecé a pensar en esto cuando volví, en 2009. Allá trabajaba en física experimental, desde el lado de la ciencia, pero el vínculo con la industria estaba siempre. Trabajé con compañías como Sony y Roche.
-¿Y no estaba mal visto?
-No, para nada. Acá hay una confusión porque falta una política científico-productiva. Desde la política pública estamos invirtiendo en la parte del proceso que no da réditos económicos, principalmente en ciencia básica. Y es muy necesario. Pero es una navaja de doble filo. Porque mucha gente dice "cerrémoslo, es un gasto." O se lo mantiene porque es un "bien cultural". Invertir en conocimiento y aprovecharlo económicamente, eso no lo estamos haciendo. El senador Omar Perotti me preguntó cuando presidía la Comisión de Ciencia y Tecnología por qué no había impactado en la economía el aumento de la inversión en ciencia y tecnología que hubo durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner. Y la respuesta es que no invertimos lo suficiente ni durante el tiempo suficiente.
-¿Se puede pensar en aumentar la inversión en ciencia y tecnología cuando hay un tercio de la población en la pobreza y una gran fragilidad fiscal?
-Es lo que hicieron Corea del Sur y China. Está bien bajar el déficit, recortar gastos superfluos, pero tenemos que preguntarnos: ¿cómo vamos a generar más divisas?, ¿de qué vamos a vivir los argentinos en 20 años? No veo a ningún político hablando de cómo vamos a crear más riqueza. Nos dicen que hay que poner el hombro, pero ¿para qué proyecto?, ¿para qué país?, ¿qué proyecto saca a la Argentina adelante sin ciencia y tecnología, independientemente del enfoque que se quiera dar, industrial, agroindustrial? Son decisiones que hay que tomar, priorizar. Primero hay que pensar cuál es el proyecto productivo y luego, ver cómo se hace. No lo veo en este gobierno y no lo vi en el anterior.