Fernando Navajas: "Este es un ciclo político con visos de tragedia griega, de venganza personal"
Estudió Economía en la Universidad de La Plata e hizo el doctorado en la Universidad de Oxford. Fue jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Economía y Economista Senior (1986-1994) de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) de las Naciones Unidas. Es Economista Jefe de FIEL desde 1996; fue director ejecutivo entre 2004 y 2010. Publicó más de treinta trabajos sobre macro y microeconomía en libros y revistas especializadas
Fernando Navajas escribió una de las tres cartas de recomendación que presentó el ministro Martín Guzmán cuando aplicó a Brown University para hacer el doctorado en Economía. Las otras dos misivas las escribieron Leonardo Gasparini y Daniel Heymann.
Navajas -economista jefe de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL) desde 1996- es uno de los analistas más escuchados por todos sus colegas. Es conocida la estima que le tiene el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas. "Es mutua", dice. Está casado con la econometrista Hildegart Ahumada, con quien escribió un paper en junio pasado sobre las fases inciertas que tendrían las cuarentenas.
-Para este año se espera un rebote de la economía, ¿qué sectores saldrán adelante?
-Vamos a un "boomcito" de la construcción, que está volando, porque los sectores en los cuales se va a invertir son los que pueden proteger su volatilidad de precios relativos (tipo de cambio), porque tienen precios en dólares más acotados. El sector energético logró el Plan Gas, porque clavó los precios y acotó la volatilidad. En la construcción, paradójicamente, también pasa lo mismo, porque las propiedades están en dólares, y los costos están parte en dólares y parte en pesos. Ergo, el precio de un activo y el costo se vuelca favorablemente a la inversión. En una economía con cepo, la gente levanta la cabeza, tiene excedente de ahorros y los pone en ladrillos. Lo que aparentemente es una bonanza, es una maldición, porque se está invirtiendo ahí porque no se puede poner capital en otros sectores.
-¿No ve un boom de inversiones?
-El sector privado invierte o por el cepo o por condiciones fiscales, que es la otra tragedia. Invierten si les dan condiciones de precios en dólares, si se los deja vender, si se les dan subsidios por la vía de la tributación y si se deja que una parte de los dólares se liquiden en el exterior. El drama de esta situación es que es un juego en donde el sector privado tiene que decidir invertir o no hacerlo y el Gobierno tiene que decidir estabilizar o no. Y es un juego que tiene un solo equilibrio, que es que no habrá ni estabilización ni inversión. Esa idea de pedirle un plan al Gobierno es una quimera que ya abandoné.
-¿Por qué el Gobierno no tiene incentivo para estabilizar?
-Porque una vez que el Gobierno hace la jugada para estabilizar, el sector privado lo mira y dice: "Bárbaro, gracias, no invierto porque voy a esperar".
-¿Es lo que le pasó a la administración de Mauricio Macri?
-En parte, sí. Macri estaba ensayando algo nuevo, con una jugada, a mi juicio, no muy clara ni responsable del contexto macroeconómico que estaba viviendo, negando la idea de que había una estanflación estructural y saliendo a jugar un capitalismo financiero de colocación.
-¿Cuál es el problema actual?
-Hay un problema de dos brechas: una es la cambiaria y la otra es la electoral. Ambas hacen que el único equilibrio sea una estanflación con riesgo de disrupción nominal. El sector privado le dio tres meses de changüí a Alberto Fernández para saber si era cierto que era distinto al kirchnerismo o no, con la hipótesis nula a probar que esto era 2011 y 2015. Y cuando vino el Covid y llegaron todas las cuestiones de intervención, el sector privado dijo: esto es 2011-2015, se acabó, vamos a una brecha cambiaria, porque habrá un déficit mucho más grande que no se podrá financiar. Esa brecha exagerada generó un problema grande, un tipo de cambio de overshooting permanentemente.
-¿Y la brecha política?
-Es importantísima, porque es la que no deja resolver la cambiaria. En 2011/2015, se mandaron una devaluación del 50% con Juan Carlos Fábrega y Axel Kicillof, y Julio De Vido aumentó las tarifas, pero venían de tener una brecha electoral de 54% de los votos contra el 17% de Hermes Binner. Hoy no está eso, sino algo que los desvela completamente: que una persona como Mauricio Macri haya sacado el 40% de los votos, y que esté estacionado Horacio Rodríguez Larreta muy cerca. Ellos creen que no pueden tomar las medidas que tomarían en un contexto donde tuvieran monopolio político. Por eso, no habrá programa. El programa es uno de reafirmación, porque se insinuaba que el Gobierno tenía una crítica a ciertos aspectos económicos de 2011 y 2015, como el atraso tarifario. Pero al mismo tiempo tenían un diagnóstico basado en el error, del dictamen del Instituto Patria, que el problema que hay en energía es porque en las distribuidoras están los amigos de Mauricio Macri.
-¿Hay un escenario optimista?
-Los economistas estuvimos hablando mucho de los equilibrios múltiples, que pueden derivar en un Plan Bonex o un Rodrigazo, entre varias opciones malas. Todo apunta a que habrá un equilibrio malo estanflacionario donde no habrá decisiones de inversión.
-Lo pesimista de esto es que, según dice, por más que el Gobierno intente ir a un equilibrio bueno, el sector privado no le va a creer.
-No; entonces, cuando la oposición o lo que ellos llaman el establishment les dice "mové para el equilibrio bueno", el Gobierno lee "me estás diciendo que me suicide". Una parte de este establishment está encantado con este escenario, por las consecuencias electorales. Pero esto es un error grave, porque las consecuencias son también imprevisibles en lo social y político. La oposición debería colaborar con Alberto Fernández para ayudar a encontrar una diagonal que evite este escenario malo. Y el FMI, también.
-¿Cree que el Fondo ayudará?
-Lo intentará y si no... Una vez en el calor del año 2019, cuando estaba asumiendo el kirchnerismo y se veía cómo venía la mano, se le escuchó decir a Kristalina Georgieva [directora Gerente del FMI]: "Que el Gobierno haga lo que tiene que hacer y si no es así, haré un write off de la deuda y la mandaré a pérdida". Es decir, hará un acuerdo con el Tesoro de Estados Unidos y habrá una lista de compromisos diplomáticos de tendrá que hacer el país en política exterior. El sector privado, por su parte, piensa que el día que el Fondo se vaya, el Gobierno anunciará la nacionalización del sistema salud y de educación.
-¿Existe realmente esa posibilidad?
-Está en el programa ideológico del kirchnerismo ir a un armado de sociedad más colectiva, con una mayor injerencia estatal en todos las órdenes. Es lo que vemos en los dos interventores de los entes reguladores de gas y la electricidad. Contra todo eso estaba Matías Kulfas, que era "el que hay que bajar", ya que criticó el manejo económico de 2011 y 2015. Esos años son Axel y se me decís que están mal, me decís que Axel está mal y se cae el proyecto político que tengo. Hay que decir que lo de Axel estuvo bien.
-¿Cuándo podría haber una mayor radicalización del Gobierno: si gana o si pierde las elecciones de medio término?
-La radicalización anterior no vino porque había una suerte de optimismo del ganador; habían sido tres mandatos del kirchnerismo y no sabían, bien en el estilo de Nicolás Maquiavelo, que iba a salir la "alta traición" de Sergio Massa. Ahora están trabajando para crear los antídotos para eso. Antes tampoco estaba la judicialización de la política; ellos lo laman el lawfare. Este es un ciclo político con visos de tragedia griega, de venganza personal. Lo personal está muy mezclado en este ciclo, porque un país es lo que es gracias a poner buenas instituciones y a la suerte de tener buenos líderes. El sustrato de todo esto es un equilibrio malo, que lleva a un equilibrio de radicalización; vas a Venezuela en cómodas cuotas.
-¿Cómo se sale de esto?
-Hemos perdido demasiado tiempo, desde 1945, en pelearnos y en no encontrar una gran coalición que abrace la democracia republicana con justicia social y, sobre todo, que articule esto en un gran proyecto de desarrollo económico y social. Ni el populismo ni el capitalismo financiero pueden resolver esto, hay que abandonar a ambos pero haciendo una síntesis superadora. Ambos solos llevan a la Argentina al estancamiento económico y social, y a la eventual pérdida de la democracia.
-¿Cómo analiza el impacto de la pandemia en la economía?
- El impacto de la crisis del Covid-19 en todos los países y sectores es diferente al de crisis anteriores, pero existe algún patrón que ya está emergiendo. Se trata de un shock mixto de oferta y demanda, pero que tiene diferencias con el último shock macro mundial de 2008 y 2009.Este shock es diferente porque pega internamente y del lado de la oferta, porque afecta el uso de la mano de obra. Esto hace que sectores más capital intensivos no tengan la misma exposición al shock, pero pueden sufrir el shock del lado de la demanda. Pero es un shock de demanda distinto. No es tanto o solo por la caída del poder adquisitivo, sino por incapacidad de la demanda de ejercitarse, si la misma involucra el consumo de bienes y servicios en donde la gente se junta. Es decir, uno puede tener un avión automatizado y sin tripulación, o sea no hay problemas del lado de la oferta, pero lo que no tiene son pasajeros porque la gente no viaja. Pensar que este shock de demanda es el convencional es algo que lleva al error de querer sostener transferencias que terminan yendo al ahorro y no al consumo de los hogares.
-¿En qué situación está el país?
-El gran problema que tiene la economía argentina es la baja inversión, producto de años de estanflación y de la mala asignación de recursos entre sectores o dentro de los sectores, que da lugar a insuficiente capital y que lleva no solo a un estancamiento en materia de crecimiento, sino a un ciclo de Covid-19 más sufrido en comparación con el resto.
-¿Hay sectores que lo puedan evitar?
-La excepción, entre comillas, son aquellos sectores que pueden evitar la incertidumbre de precios relativos y tienen sus precios de referencia en dólares. Por lo tanto, pueden recuperarse mejor, aunque tengan distinta naturaleza transables o distinta intensidad de capital. Por ejemplo energía primaria (hidrocarburos) y la construcción son ejemplos interesantes al respecto. Vuelvo a repetir, es verdaderamente paradójico que en medio de esta situación, el sector de la construcción haga un boom. Es una economía del "atrapado sin salida", donde se encuentra en la inversión en construcción un escape de los recursos que debería estar yendo a otros sectores. Es una demostración de los problemas de mala asignación del capital, es decir una patología. Por más que se lo vea como un aliciente.
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