Fantasmas del Rodrigazo, o cómo no desarmar la bomba
El gran ajustazo de la Argentina en los 70 no lleva ese nombre, sino que es recordado como Rodrigazo, una palabra que genera muy ingratos recuerdos. Pero durante todos estos años de crecimiento, interrumpido por la recesión de 2008 y 2009 y ahora por el estancamiento de 2012, el gran temor parecía ser la crisis de 2001 y 2002, no la de 1975 ¿A cuál se parece la situación actual?
La discusión es, una vez más, cómo salir de una situación de muy serios desequilibrios sin que los costos económicos, sociales y políticos sean mayúsculos. Es decir, cómo desarmar la bomba sin que explote. La analogía es negra, porque en la época del Rodrigazo explotaban bombas reales por todas partes. En eso no hay ningún parecido.
La situación es curiosa, porque personas que tienen ideas diametralmente opuestas han hablado del peligro de un nuevo Rodrigazo . Lo hizo el presidente de la UIA, José Ignacio de Mendiguren, aunque luego rectificó sus palabras, y también los ex ministros Roberto Lavagna y Domingo Cavallo. Lo que dijeron es que la situación hoy se parece mucho a la previa del ajuste monumental de 1975.
En Progreso y declinación de la economía argentina, Roberto Cortés Conde relata:
- En 1973 el peronismo volvió al poder y el gobierno creía que la persistente inflación era producto de pujas sectoriales y que sólo la legitimidad y el carisma de Perón podrían arbitrar en ellas.
- En mayo de ese año se firmó un pacto llamado acta de concertación nacional entre la CGT y la CGE, a la que luego se sumó la UIA. Hubo congelamiento de precios y salarios por dos años, aunque se debió revisar todo en marzo de 1974 por un empeoramiento de las condiciones externas que había aumentado el precio de las importaciones y sumado costos, y habían empezado los problemas de abastecimiento.
- En julio falleció Perón y lo sucedió su viuda, María Estela Martínez, quien en septiembre desplazó al ministro de Economía, José Ber Gelbard, y nombró a Alfredo Gómez Morales. "Tenía como antecedente un reconocido prestigio profesional y haber conducido la economía en los años duros de la recesión de 1951-1952. La administración no tuvo más remedio que flexibilizar los precios", dice Cortés Conde.
- "En febrero de 1975 el peso se devaluó 50%, pasando de 10 a 15 pesos por dólar; en marzo se autorizaron nuevos aumentos de salarios", señala el historiador. En mayo debían abrirse las paritarias, pero hubo un vuelco político. La Presidenta, bajo el influjo de José López Rega, nombró ministro a Celestino Rodrigo, que en junio devaluó de $ 15 a $ 30 por dólar y aumentó las tarifas de los servicios públicos ciento por ciento o más.
La protesta sindical hizo caer a López Rega y a Rodrigo y se concedieron aumentos de entre 60 y 200%, con un promedio de 120%. Lavagna recuerda esa época como "sindicalizazo", en lugar de Rodrigazo. La inflación se espiralizó y ya no bajó por muchos años, salvo en breves períodos, de los tres dígitos anuales.
Hay muchas similitudes hoy con aquella situación. Pero hay diferencias de grado. Un fenomenal déficit fiscal financiado con emisión. Hoy esos problemas tienen una magnitud de aproximadamente la mitad de las que refiere Cortés Conde en su libro. El historiador reseña sobre los congelamientos: "Las políticas pretendieron resolver una inflación de costos y expectativas, pero dejaron de lado los aspectos fiscales y monetarios". Nada nuevo bajo el sol, pero 40 años después.
De lo que se trata hoy es de quién puede desatar el nudo armado de inflación reprimida en la Argentina. ¿Quién será el Alfredo Gómez Morales de Cristina Kirchner?
Cavallo le recomendó que llame urgentemente a Roberto Lavagna, Mario Blejer y Javier González Fraga. "Son personas prestigiosas y con experiencia en esta clase de esquemas de precios controlados, los he escuchado decir que se pueden solucionar las cosas emitiendo menos y tomando algunas otras medidas, entonces creo que la Presidenta tendría que llamarlos", señaló. Aunque cree que no tendrían mejor suerte que Gómez Morales en 1975 o que él mismo en 2001. "Yo discrepo con ellos porque no creo que se pueda salir sin grandes costos, y la solución de fondo a los problemas argentinos requerirá un nuevo gobierno a partir de diciembre de 2015", sostiene.
Eduardo Curia cree también que los márgenes para hacer correcciones sin grandes daños son muy estrechos. Es raro que coincidan. Curia y Cavallo no sólo tienen pensamientos totalmente opuestos. No se tienen ningún respeto intelectual.
El desafío es que no ocurra lo que pasó con el Rodrigazo, al que Cortés Conde llama "breve y traumático experimento antiinflacionario, que concluyó, como otras veces, con el efecto opuesto al buscado, salvo que esta vez el salto de los precios fue descomunal".
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