En la última reunión de presidentes de países del G-20 se logró la postergación de la entrada en vigor del "veto" a las firmas tecnológicas chinas por parte de Estados Unidos.
En la práctica, ese "alto el fuego" resultó un simple "mientras tanto", porque el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, necesita entender si su red 5G puede arreglárselas prescindiendo de equipos made in China. Por esto, los estadounidenses analizarán la cadena de suministros necesarios durante los próximos 5 meses y definirán si les conviene -y si pueden- insistir con el argumento de la "seguridad nacional", para evitar que el hardware y el software de su red 5G se diseñen y fabriquen fuera de China (esto puede implicar un importante repliegue de las estructuras de producción para la finlandesa Nokia o la sueca Ericsson, si Estados Unidos considera que es imprescindible limitar el riesgo de ciberespionaje). Como puede verse, existe un gigantesco negocio geoestratégico y económico en danza.
Mientras tanto, Facebook intenta lanzar su criptomoneda Libra para diversificar su negocio, y así, enfrentar a los gigantes Tencent y Alibaba, metiendo baza en la guerra por obtener centenares de millones de nuevos clientes, al brindar servicios financieros globales.
La intención de la mayor red social consolidada del mundo es lanzar la criptomoneda antes de que las regulaciones la atenacen; por eso, busca ganarse la confianza del gobierno estadounidense, posicionándose como aliada en el intento de debilitar la posición asiática en los mercados internacionales.
Facebook considera que esta es una oportunidad para lavar su imagen. Su credibilidad se vio afectada por casos como el de Cambridge Analytica y por la intervención de mensajes rusos en la red en las últimas elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Mark Zuckerberg quiere salir del foco del gobierno de Trump -que intenta desmenuzar la compañía-, convirtiéndose en un socio estratégico para Washington. Por eso, cedió a las últimas presiones y acordará con la SEC (Comisión de Mercado de Valores) el pago de US$100 millones en multas, por no haber informado correctamente a sus inversores sobre su gestión de la privacidad.
El proyecto de Zuckerberg promete reformular el sistema financiero y, por esa causa, genera un gran revuelo y hace que haya opositores de gran peso. Por ejemplo, el propio Trump quien, a través de su cuenta de Twitter advirtió a algunas empresas -entre ellas, Facebook- que deberán respetar las regulaciones "si quieren convertirse en bancos".
Mas especifico aún fue el presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Jerome Powell, que afirmó que la criptomoneda de Facebook genera "serias preocupaciones" en torno al "lavado de dinero, la protección del consumidor y la estabilidad financiera".
"Simplemente, creo que no puede seguir adelante sin que haya una satisfacción generalizada con la manera en que la empresa aborda el tema del lavado de dinero" indicó Powell, al hablar frente al Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes y según reprodujeron distintos medios. También los gobernadores de los bancos centrales del Reino Unido, Francia, el Banco Central Europeo, Singapur y China se unieron a dar alertas. Este panorama lleva a preguntarse cómo es que la nueva Libra despierta tantas controversias.
El proyecto Libra en detalle
Libra está pensada como una red de infraestructura con presencia global, bajo una imagen ambigua: una entidad digital bajo la inocencia de un dominio .org. De la capitalización forman parte fundaciones y ONG como Mercy Corps y Women's World Banking, algo que busca poner una cara afable. También hay grandes multinacionales, como MasterCard, Uber, Farfetch, Booking Holdings, Mercado Pago, PayPal, Coinbase, Spotify, Visa, Ebay, Vodafone, Lyft. Libra cuenta con una característica que la hace única en el mundo de las criptomonedas: su respaldo estará dado por activos tradicionales como bonos y depósitos.
Además, los usuarios de la "nueva moneda" podrán no estar bancarizados. Solo necesitarán una cuenta de Facebook, y podrán convertir fácilmente dinero en criptomonedas para poder operar con ellas, transferirlas y/o usarlas para pagar servicios o compras a través de una app con sistema de pagos integrado. A diferencia del bitcoin, no hará uso de blockchain, sino que contará con un mecanismo propio de control, descentralizado en una red de socios que impedirían el monopolio del nuevo sistema de pagos, estructurándose una contabilidad alejada de las operaciones.
Tal como señala el libro blanco del proyecto, los aliados harán que los bancos sean los que movilicen el dinero, quedando la red social ajena al campo de actuación de organismos reguladores y sin la necesidad de pedir licencias bancarias.
Si los entes de control se ponen muy exigentes, seguramente piensen que los usuarios se movilizarán como ocurrió con Uber o Cabify, posicionándose como fuerza rebelde frente a la burocracia normativa de la actualidad.
Inicialmente, el proyecto está pensado para reducir los costos de comisiones que se pagan en el sistema bancario para realizar envíos de dinero entre países, pero en un horizonte futuro incluye la puesta operativa de contratos inteligentes que provoquen el cambio automático de dinero de un lugar a otro, cuando se cumplan ciertas condiciones.
Mientras algunos creen que la nueva criptomoneda de Facebook solo se cristalizará como un sistema de pago más -prometedor por los 2400 millones de usuarios de la red social y los potenciales clientes-, otros temen que pueda convertirse en un competidor gigante y difícil de enfrentar para la banca tradicional. Para alimentar ese recelo basta imaginar un potencial Whatsapp Bank, o el reemplazo de las divisas tradicionales y la transformación del sistema monetario global.
La conclusión a la que puede arribarse a priori es que, mientras los reguladores globales pondrán toda su energía en limitar el desarrollo de Libra -o de criptomonedas similares- la suerte parece echada y más temprano que tarde la sumatoria de bancos digitales y criptomonedas impondrán un nuevo esquema financiero global.
Los autores son consultores en materia financiera
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