Existe la soberanía del consumidor, y también existen las excepciones
El DNU del presidente Milei libera y redirecciona energías en la economía y en la sociedad; cuáles son los límites de la desregulación económica
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“¿Quién nos protegerá de los guardianes?”, preguntó Leonid Hurwicz, cuando pronunció su conferencia Nobel. “Hay dos clases de empresas: las privadas y las públicas. A las primeras las controla el Estado, a las segundas no las controla nadie”, agregó Larry A. Sjaastad. “En los aeropuertos de Occidente uno le indica al taxista dónde quiere ir; en los de la Unión Soviética le pregunta a dónde se dirige”, completó Janos Kornai. A ellos tres, como a mí, la “música” del DNU 70/23 nos sonó celestial, porque libera y redirecciona energías. Pasamos de la ofertocracia a la demandocracia. ¿Hasta dónde conviene la desregulación de la economía?
Al respecto, me contacté con la estadounidense Elizabeth Ellery Raymond Bailey (1938-2022), quien, cuando no pudo encontrar una escuela adecuada para educar a su hijo físicamente discapacitado, ¡fundó una! Fue la primera mujer que recibió un doctorado en Economía en la Universidad Princeton. Durante 17 años trabajó en los laboratorios de la empresa Bell. Recordó con fastidio que, en una reunión de trabajo, cuando un varón la vio tomando notas, preguntó si era la secretaria. Según James Cicarelli y Julianne Cicarelli, podría haber sido la primera mujer en recibir el premio Nobel en Economía.
–Además de su trabajo académico, comenzando por su tesis doctoral, titulada La teoría económica de la restricción regulatoria, usted se involucró en la función pública en su país. ¿Cómo fue eso?
–En 1977, el presidente James Carter me nombró miembro de la Oficina de Aeronáutica Civil (CAB), y en 1981 el presidente Ronald Reagan me ascendió a vicedirectora. Permanecí en la entidad hasta 1983.
–¿Qué hizo en la CAB y por qué fue significativo?
–Proporcioné el marco intelectual dentro del cual se desreguló a la industria de la aeronavegación de los tentáculos de la restricción gubernamental. Mucha gente no tenía suficiente dinero para viajar a Europa; ojalá me hubiera incorporado a la CAB antes. Según Alfred Kahn, titular de la entidad, fui la mayor entusiasta de la desregulación, que funcionó a las mil maravillas, y medio siglo más tarde sigue funcionando. Cada vez que uso una aerolínea de bajo costo, recuerdo los beneficios que generé trabajando en Washington.
–En la Argentina, el Poder Ejecutivo Nacional acaba de aprobar el DNU 70/23. Primero, deme una apreciación general.
–En línea con lo que hice en Estados Unidos, no puedo sino aplaudir la iniciativa. Seamos claros: no leí los 363 artículos del DNU, de manera que hablo más de la “música” que de la “letra”. No siendo abogada, tampoco me meto con la cuestión de si la reforma tendría que haber sido hecha por ley y no por decreto de necesidad y urgencia; pero entiendo y subrayo la perspectiva que utiliza quien tiene una responsabilidad ejecutiva.
–¿Qué le entusiasma, en el plano “musical”?
–Que libera y reorienta energías humanas. Sobre la base de su experiencia colombiana, Alberto Otto Hirschman planteó una teoría del desarrollo económico basada en la escasez de talento empresarial. No parece ser el caso argentino, como lo sugieren tanto la creatividad que ustedes muestran para sobrevivir en un contexto de alta incertidumbre, como los resultados que logran los argentinos que migraron al exterior.
–¿Cómo caracterizaría usted al caso argentino?
–Como uno de energías existentes, pero distraídas. Hace un buen número de años, De Pablo, usted planteó la diferencia que existe entre trabajar y estar ocupado, lo cual no es un juego de palabras. Trabaja el empresario que piensa en sus clientes, en su personal, en sus máquinas, etcétera; mientras que está ocupado quien piensa en los trámites, las autorizaciones y las prohibiciones, y la necesidad de rendirle pleitesía a funcionarios que en sus empresas no servirían para nada. La desregulación económica transforma la ofertocracia en la demandocracia. En la primera usted dicta las conferencias sobre su tema preferido, pero después compra lo que hay; mientras que en la segunda prepara conferencias sobre los temas que le interesan al público, pero después elige lo que quiere comprar. La diferencia es enorme.
–Si la entiendo bien, la desregulación de la economía le devuelve protagonismo a la soberanía del consumidor.
–Así es, Los seres humanos, cuando compran, venden, ahorran, etcétera, no son tontos. Claro que no son perfectos ni cuentan con toda la información disponible. Pero esa no es la cuestión: la cuestión es si la intervención estatal les ayuda a mejorar sus decisiones. No parece ser el caso argentino: ustedes tienen un Estado gigantesco, caro y, en el caso de la intervención de los mercados, en buena medida, inútil. Como bien decía su papá, “a veces el remedio es peor que la enfermedad”.
–¿Diría usted que el principio de la soberanía del consumidor debería aplicarse de manera universal?
–Casi. Es decir, las excepciones deben ser eso, excepciones.
–Deme algunos ejemplos.
–Prohibir que los médicos puedan sugerir las marcas preferidas de los medicamentos que recetan, junto a identificar el nombre genérico, para que el paciente decida cuál comprar hablando con el farmacéutico, no me parece sensato. Porque no es cierto que la calidad y la cantidad son iguales.
–Otro ejemplo.
–Puedo cenar en un mismo restaurante durante 30 años seguidos, y si una noche me siento mal atendida, al otro día concurro a otro sin ningún problema. Esto no ocurre en el caso de la medicina prepaga, donde la transferencia no es ni gratis ni sencilla.
–Un tercer ejemplo.
–Los depositantes eligen el banco con el que operan por razones de comodidad, en su momento, geográfica. No es razonable eliminar la garantía de los depósitos, para que los banqueros actúen de manera responsable, y que cada depositante tenga que investigar la situación del banco con el que quieren operar.
–Demasiados contraejemplos para un solo decreto.
–De ninguna manera. Estoy ejemplificando, enfatizando que se trata de excepciones, que por consiguiente se refieren a una mínima porción de la realidad. Desde el punto de vista de las energías de los gobiernos, que también son escasas, lo que el DNU 70/23 permitirá será concentrar la intervención allí donde resulta indispensable.
–Como ser…
–Donde, dada la naturaleza de la actividad, el monopolio es indispensable. Por ejemplo, en la distribución de la energía eléctrica en las ciudades; por ejemplo, en las tarifas de transporte urbano. En el caso de la apertura de la economía, el decreto puede ser importante para disminuir el denominado “costo argentino”, que plantea competencias desleales con respecto al proveedor extranjero. Desregular la economía antes de abrirla es un buen ejemplo de que hay que poner al carro detrás del caballo, y no al revés.
–Doña Elizabeth, muchas gracias.