Europa necesita un compromiso fiscal
PRINCETON.– La crisis de Europa está ahora en el momento que separa la recuperación y renovación de la declinación y la muerte. Mientras hace pocas semanas analistas financieros sostenían que quedaban pocos meses para rescatar a Europa, los líderes políticos han hablado recientemente de que sólo quedan días.
Las crisis de verano son un rasgo familiar de la historia europea y de la historia financiera. Por cierto, el siglo XX fue moldeado por tres crisis de verano, cuya seriedad fue agravada en cada caso por la ausencia de importantes funcionarios, que estaban de vacaciones.
En dos años los europeos conmemorarán el centenario del asesinato del archiduque Franz Ferdinand, el 28 de junio de 1914, y la subsiguiente "crisis de julio" que desató la Primera Guerra Mundial ese agosto. El 13 de julio de 1931, el sistema bancario alemán se hundió, haciendo que lo que hasta allí había sido una caída económica estadounidense se transformara en la Gran Depresión mundial. El 15 de agosto de 1971 el presidente Richard M. Nixon liquidó el compromiso de Estados Unidos con una paridad fija con el oro, lo que llevó a una década de inestabilidad monetaria global.
Cada una de estas crisis involucró una cuestión altamente técnica, pero también un conjunto mucho más amplio de problemas políticos. Y el enredo de lo técnico y lo político produjo un desastre. En cada caso, responder a la cuestión técnica no bastó para resolver el problema. Eso es así hoy también.
La actual crisis europea refleja una mezcla de elementos, cada uno de los cuales requiere una diferente solución. Por un lado, un conjunto complejo de crisis fiscales nacionales y problemas bancarios a escala de toda Europa, que requieren una operación de rescate detallada y general. Por el otro lado, se viene intensificando desde inicios de la década del 90 un problema subyacente de gobernancia europea, tanto a nivel nacional como de las instituciones supranacionales.
Lo que se requiere para resolver la cuestión técnica es algún mecanismo para responder a los compromisos existentes y evitar el endeudamiento excesivo en el futuro. En Estados Unidos, Alexander Hamilton negoció la absorción de las deudas de los estados por la autoridad federal en 1790, pero muchas jurisdicciones se comportaron mal a comienzos del siglo XIX, hasta que adoptaron leyes o enmiendas de sus constituciones que requerían presupuestos equilibrados.
La UE necesita una autoridad fiscal propia para hacer funcionar la unión económica y monetaria. Es una enorme peculiaridad que en una unión aduanera los impuestos aduaneros sigan siendo administrados a nivel nacional.
Hamilton hizo de las aduanas federales el elemento clave de su propuesta. Una europeización de alguna parte del impuesto al valor agregado sería un avance tremendo para combatir el fraude masivo.
Cualquier solución será inaceptable a menos que sea aceptada en países deudores y acreedores por igual. No hay motivo por el que una solución constitucional que involucre límites al endeudamiento no tenga gran apoyo del público.
Lo que ha producido la reacción populista es el espectáculo de autoridades políticas creando soluciones técnicamente complicadas que no tienen credibilidad. Europa necesita una renovación constitucional de más largo plazo, a través de nuevos tratados, tanto como necesita desesperadamente un arreglo de corto plazo.
En el pasado fueron las guerras, inmensas dislocaciones y sufrimientos los que forjaron las naciones. ¿La actual crisis europea es lo suficientemente severa y produce la suficiente dislocación como para generar efectos análogos? Cuanto más sufra Europa, tanto más sus pueblos percibirán correctamente como un ejercicio fútil cualquier plan incremental de reformas.
- 3 Fueron las grandes crisis financieras y políticas que tuvieron lugar en meses del verano septentrional y que moldearon la historia del siglo XX.