Europa necesita países que importen más
No todos los integrantes de la zona euro pueden emular el poderío exportador alemán
Ahora que Estados Unidos evitó una cesación de pagos, la atención del mundo se ha vuelto a volcar hacia la zona euro.
Europa hace que la economía estadounidense parezca saludable. La tasa de desempleo en EE.UU. sigue estando en un elevado 7,2%, pero en los 17 países que comparten el euro asciende a 12%, en un abanico que va desde el 5,2% de Alemania al 26,2% de España.
Ni EE.UU. ni Europa cuentan con una estrategia convincente para estimular el magro crecimiento de la economía. Pero Europa, en particular, ha adoptado una estrategia de corto plazo que no es sostenible: hacer que el resto del bloque se comporte más como la frugal Alemania, dependiendo de las exportaciones en lugar del consumo interno y la inversión de las empresas.
Cualquier economía puede prosperar exportando al resto del mundo, incluso una grande. Alemania lo ha demostrado. Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, la cuenta corriente de Alemania, el indicador más amplio de la balanza comercial, registrará un superávit de 6% este año. Eso es mucho. En comparación, China, la temida potencia exportadora, tendrá un excedente de 2,5%.
Pero no todas las economías pueden exportar más de lo que importan; alguna tiene que comprar. Durante mucho tiempo, ese fue el papel que jugó el consumidor estadounidense, que pagaba a crédito gran parte de sus adquisiciones. Pero ese capítulo se está cerrando.
La zona euro se formó por varias razones, no todas económicas. Una de las mayores fue el ferviente deseo de vincular a Alemania con Francia para que nunca se volvieran a declarar la guerra. Un argumento económico fue fundir las economías nacionales en un "mercado único" que se pareciera a EE.UU., una gran economía que produce la mayor parte de lo que consume y que consume la mayor parte de lo que produce y, por lo tanto, es menos vulnerable a los altibajos del resto del mundo.
Durante un tiempo, parecía que la zona euro, en su conjunto, lo estaba logrando. Su comercio con el resto del mundo estaba más o menos en equilibrio. Internamente, era otra historia: Alemania exportaba mucho y prestaba dinero, principalmente al sur de Europa, que importaba mucho.
La crisis financiera global puso fin a ese arreglo. A España, Italia, Grecia, Portugal e Irlanda se les cerró el acceso al crédito y tuvieron que dejar de importar. Se les dijo que debían aumentar su productividad, la producción por hora de trabajo, y reducir los salarios y los precios para hacer que sus exportaciones fueran más atractivas.
Hasta cierto punto, las economías más débiles aceptaron la medicina. El banco central de España informó el miércoles que el país salió de una recesión de dos años, al registrar una expansión de 0,1% en el tercer trimestre respecto al trimestre anterior. Las exportaciones acumulan un alza de 6,6% frente al tercer trimestre del año pasado.
"El enfoque está lleno de riesgos", dice Paul de Grauwe, de la London School of Economics. La idea es "mejorar la posición competitiva reduciendo los salarios. Eso mejorará la competitividad, pero se demorará un tiempo y, al rebajar los salarios, se reduce el poder adquisitivo y el consumo interno", señala.
Además, gran parte del incremento en las exportaciones españolas ni siquiera va a Europa. "La demanda externa del resto del mundo hasta ahora ha sido el principal motor del desempeño exportador", anota el FMI. El organismo calcula que entre 40% y 50% del incremento en las exportaciones de Alemania y España desde fines de 2008 se originó fuera de la zona euro.
Como resultado, el superávit comercial de la zona euro con el resto del mundo ha pasado de 0,8% del Producto Interno Bruto en 2011 a 1,3% en 2012 y 2,2% del PIB en el segundo trimestre de 2013. Gran parte de esto es una consecuencia inevitable del deplorable estado de la economía europea: cuando los consumidores compran menos, los países importan menos.
Exportar más fuera de Europa es ciertamente mejor que no exportar. Pero es insostenible. La desaceleración en algunos grandes mercados emergentes, como China y Brasil, y el titubeante repunte de EE.UU. limitarán el crecimiento de las exportaciones europeas en algún momento.
Si España, Portugal, Italia y otros países exportan más, alguien en Europa tendrá que importar más. Con la delicadeza que lo caracteriza, el FMI ha sermoneado a Europa al respecto.
"Una demanda interna más fuerte en las economías sólidas" —es decir Alemania— "es fundamental para sostener una demanda más sólida en el conjunto de la zona euro y ayudar a mantener un repunte en las exportaciones de las economías deficitarias".
El fortalecimiento del euro, que alcanzó su nivel más alto en casi dos años, también es una amenaza al encarecer las exportaciones europeas fuera del bloque económico. Pero un euro en alza no hace que las aceitunas, las autopartes o los hoteles de España sean más caros para los alemanes, siempre y cuando estuvieran dispuestos a llevarse la mano al bolsillo.
De no mediar un cambio de estrategia, Europa se condena a una década o más de estancamiento.