Europa importa la ley de quiebras de EE.UU.
Da a las empresas oportunidad de reestructurarse
Conforme crece el número de empresas en problemas en Europa, las leyes de bancarrota del continente están atravesando una profunda reforma. El modelo que están siguiendo los legisladores europeos es el del Capítulo 11 del Código de Quiebras de Estados Unidos.
La gran cantidad de empresas en apuros en Europa —sólo en Italia más de 100.000 negocios cerraron sus puertas el año pasado— ha expuesto fallas en las leyes europeas de insolvencia. La mayoría de casos acabó en liquidación de la empresa, en vez de en una oportunidad de empezar de nuevo tras una reestructuración.
Durante los últimos 12 meses, Francia, Alemania, España e Italia han actualizado sus leyes con el objetivo de salvar empresas y, con ellas, valiosos empleos. Estos países están importando elementos del Capítulo 11 que rara vez se aplicaban en Europa: nueva financiación, presión para que acreedores renuentes acepten una reestructuración de la deuda y canjes de deuda por capital que podría abrir la puerta a nuevos inversionistas.
Estas herramientas son fundamentales dada la ola de refinanciación que se avecina: 500.000 millones de euros (US$650.000 millones) en deuda que se vence en los próximos tres años. Mientras tanto, los préstamos impagos se están acumulando en los bancos a lo largo y ancho del continente y las insolvencias registraron un aumento de 34% entre 2007 y 2011, según Creditreform.
En EE.UU., el Capítulo 11 ha probado ser una herramienta importante para las compañías que buscan sobrevivir la crisis, ofreciéndoles un camino rápido para librarse de enormes costos heredados o modelos de negocios obsoletos. Su efectividad quedó demostrada cuando las automotrices estadounidenses General Motors Corp. y Chrysler LLC recurrieron a esta herramienta para enderezar sus negocios.
En Europa, la situación es radicalmente diferente. Las leyes eran tan torpes y punitivas —emprendedores que se declaraban en quiebra a menudo tenían prohibido empezar una nueva empresa o incluso perdían su derecho al voto electoral—, que la mayoría de las compañías trataba de encontrar formas de reestructurar la deuda fuera de los tribunales, una tarea difícil dado el grave estado en que se encuentran muchos bancos europeos. Como resultado, el sector empresarial europeo todavía ve las bancarrotas con horror. "En EE.UU., el estigma es mucho menor", dice Andrew Shutter, un abogado de Cleary Gottlieb Steen & Hamilton, en Londres.
Según los expertos, la crisis de la zona euro podría ser un momento clave, ahora que los gobiernos implementan leyes que ya no enfatizan la liquidación sino la rehabilitación, y otorgan a las empresas más poder para reorganizarse.
Por ejemplo, en Italia, los procedimientos de bancarrota normalmente se prolongaban hasta casi una década e, incluso entonces, lograban poco. Según el grupo de investigación Cerved, los acreedores sólo recuperaban alrededor de 14% de su dinero, mientras que más de 90% de las compañías eran liquidadas.
El año pasado, Italia enmendó su código civil, importando una serie de herramientas del Capítulo 11 de EE.UU. Ahora las empresas pueden pedirle a un tribunal protección de los acreedores, normalmente durante unos tres meses, mientras esbozan un nuevo modelo de negocios y tratan de convencer a los acreedores para que reestructuren su deuda. Una compañía también puede buscar nueva financiación y esos acreedores se convierten automáticamente en prioritarios, es decir, serán los primeros en recuperar el dinero si la empresa llega a ser liquidada.
El resultado ha sido un alza en las solicitudes de reestructuración. La corte de bancarrota en Milán, la mayor de Italia, ha recibido más de 200 casos —el triple que la cantidad normal—, desde que la ley entró en vigor en septiembre.
Para Miss Sixty, un fabricante de jeans, la nueva ley ha sido un salvavidas. Su división italiana estaba enterrada en deuda cuando la recesión llegó a su punto álgido. La ley le dio el respiro que necesitaba para negociar un nuevo contrato laboral con los sindicatos y convencer a un inversionista para que inyectara más dinero. Como resultado, espera poder salvar 350 empleos. "Sin esta ley, la compañía habría fracasado", dijo Paolo Bodo, presidente de Sixty SpA, la filial italiana de Sixty Far East, propietaria de la marca.
Incluso países más saludables están haciendo cambios. En Francia, antes de una reforma en 2006, las empresas solo podían declararse insolventes si carecían virtualmente de efectivo. Ahora, pueden recurrir a esta herramienta antes de entrar en apuros.