Esteban Bullrich y las 10 enseñanzas de su enfermedad: “Aprendí a multiplicar el tiempo”
El senador, que fue diagnosticado con ELA, aseguró que “no hay que desesperarse” y “buscar caminar con paciencia”; la Fe y su familia
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LA NACION
“Dejé de preguntarme por qué y empecé a preguntarme para qué”. Esteban Bullrich fue diagnosticado hace dos meses de ELA (esclerosis lateral amiotrófica), una enfermedad degenerativa que afecta a uno de cada 100.000 habitantes, dificulta el habla, la motricidad y reduce la expectativa de vida. Sin embargo, en el marco de una charla titulada “Esteban Bullrich por los Emprendedores: una historia de resiliencia”, el senador fue entrevistado por José del Río, y dejó un mensaje de lucha, esfuerzo y superación.
- “Ahora apareció una pasión nueva en mi vida que es el ELA, una enfermedad que, voy a decirlo con toda claridad, es una enfermedad de mierd..., porque tu cabeza funciona pero todo tu cuerpo deja de funcionar. Causa mucha negatividad. Entonces, esa nueva pasión es ponerle positividad a esta mierd... Y voy a hacerlo”.
- “El tiempo corre, pero aprendés a valorar qué hacer con él. Cada día vos decidís qué hacer con tu día. Eso para mí es el aprendizaje más grande de esta enfermedad: multiplicar el tiempo. Se multiplica el tiempo entendiendo que no hay nada más importante que lo que sentís acá (se toca el corazón). Nada. Un beso con tu mujer. Abrazos con mis hijos. Un asado con un amigo”.
- “Hoy mi vida se divide en tres. Mis afectos, mi pasión y mi nueva pasión. Siempre equilibrado, porque a mis hijos no les sirve que yo les esté encima todo el tiempo. No hay que ponerse loco, no hay que desesperarse, hay que caminar con paciencia. El tiempo ni se para ni corre más rápido, el día dura lo mismo, 24 horas. Aprovechá, eso sí, porque no sabés si mañana estás. Porque Dios tira los dados, y te toca a vos, y entonces fuiste”.
- “Mi hija mayor, Luz, quiere ser docente, ella decidió sola, pero los abuelos no querían saber nada. ‘No vas a poder comer. Mal salario’. Y yo digo: ‘¿Qué más podemos desear que a un hijo lo apasione algo y lo pueda hacer?’. Eso para mí es ayudar a cambiar este querido país donde nací”.
- “Me apasiona pensar que puedo hacer un poquito así para dejar a mis hijos un mejor país del que recibí yo. Hoy no pierdo el tiempo en otra cosa”.
- “Me preguntaron si me iba a curar. Yo les dije: ‘Hoy no hay cura’, pero Dios puede todo así que hay que tener fe’. La fe es creer en lo que no ves, la recompensa de esa fe es ver lo que creés. Hay que tener fe. No fe ciega. Fe como ejercicio de creer que vos podés llevar esto bien”.
- “Planificá como si fuera a vivir cien años y viví como si fuera a morir mañana. Me quedan muchos años para aportar. No dejé de pensar a largo plazo. Mi referencia es siempre lo que puedo hacer hoy, porque el presente hoy tiene para mi otro valor”.
- “En el día a día no hablamos mucho de la enfermedad, no nos lleva ningún lado. La enfermedad quedó atrás, hablamos de qué vamos a cocinar, qué planes hay, qué película mirar y cómo va River”.
- “Dejé de preguntarme ‘por qué' y empecé a preguntarme ‘para qué'. Caminando por las calles de Nueva York, después de recibir el diagnóstico, levanté la mirada en un momento y me encontré con un mensaje en una pared que decía ‘hacé Justicia, amá misericordiosamente y caminá humildemente con tu Dios’. Lo sentí como una señal”.
- “Pedir perdón y perdonar es lo que más necesitamos en nuestro país. Jesús pidió desde la cruz que perdonaran a los que lo crucificaron y acá uno de los slogans de la política argentina es “ni olvido ni perdón”. No se puede vivir así, hay que perdonar. En esta etapa aprendí el valor de la misericordia”.
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