“Estanflación controlada”: cuáles son los grandes temores que tienen los empresarios de cara a 2022
En la primera jornada de la 27° conferencia de la Unión Industrial Argentina en Parque Norte, los hombres de negocios dejaron entrever los desafíos que observa el sector privado para el año que viene
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La mano de Cristina Kirchner parecía haber diseñado la 27° Conferencia de la Unión Industrial Argentina (UIA), por lo menos, en la jerarquización de expositores del Gobierno. Un plato fuerte fue Juan Manzur, encargado de ofrecer un atisbo del rumbo oficial, aún neblinoso. Con un papel menos protagónico, el canciller Santiago Cafiero expuso después.
“Queremos pagar”, aseguró el tucumano. “La Argentina quiere pagar. Sólo tenemos una condición: que nos dejen crecer”, afirmó y ratificó en el primer día del encuentro fabril. “No tengo dudas de que vamos a llegar a un acuerdo”.
Cafiero fue invitado a hablar del proceso de inserción comercial de la Argentina, y de las exportaciones argentina –tema central del encuentro– en una charla con Luis Betnaza (Techint). No cayó bien que su “monólogo”, como lo caracterizaron, se refiriera mayormente a las vacunas. Sin embargo, el titular del Palacio San Martín, a diferencia del jefe de Gabinete, se tomó su tiempo en Parque Norte para responder preguntas a los medios presentes. “¿Qué le pareció la carta de Cristina?”, preguntó LA NACION. “La vi como un apoyo. Todo nuestro frente quiere un acuerdo. No dejó dudas”, dijo Cafiero y después calificó: “Los vencimientos [de la deuda con el Fondo] representan un cepo al desarrollo nacional”. Quizás no fue la mejor metáfora tras el cepo oficial a los pasajes de la semana pasada.
Para los empresarios que hoy pisaron la conferencia industrial –mitad presencial, mitad virtual– el acuerdo con el FMI es reconocido como una condición necesaria, pero no suficiente para cambiar las malas expectativas económicas y recrear confianza. Ese pacto, que no dudan que llegará, sería el principio del camino; un significante vacío que luego deberá completarse de continuas acciones secuenciales para impulsar la producción, la inversión y la creación de empleo privado.
Esa necesidad es reflejo de otra urgencia que preocupa. La buena performance –reconocida por los industriales– del sector fabril este año puede quedar opacada en 2022 si no existen los dólares para sostenerla. No hay empresario que no siga de cerca el devenir de las reservas en medio de negociación con el organismo y que no viva como una peligrosa contradicción el robusto superávit comercial y la incapacidad de acumular dólares en el Banco Central.
“Hay que ser pragmáticos. Si no hay una meta clara, no vamos a lograr avanzar”, dijo Miguel Ángel Rodríguez, presidente de Sinteplast y uno de los vicepresidentes de la UIA, que dirige Daniel Funes de Rioja. “Es una condición necesaria, pero no suficiente, pero si no arrancás de ahí todo lo demás no va”, aseguró. Cerca suyo traducían “todo lo demás”: pese al crecimiento de la industria, vuelan las horas extras, pero no la creación de empleo. Nadie suma trabajadores nuevos por los costos que traen los juicios.
Un acuerdo necesario
“Es necesario un acuerdo inteligente y honrar la deuda”, dijo el presidente de Accenture, Sergio Kaufman. que pidió considerar la “deuda interna” que tiene el país con la pobreza. “Después hay que hacer muchas cosas bien”, agregó.
Javier Goñi (Ledesma), Máximo Fonrouge (expresidente del Colegio de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires) y Jaime Campos (AEA) debatían en primera fila. “Yo creo que vamos a cerrar. Ese es un primer paso. Después hay que mostrar un plan de mediano plazo”, dijo Goñi.
En su discurso de inauguración, el presidente de la actual conferencia, el textil Luis Tendlarz, remarcó las preocupaciones industriales: el endeudamiento externo (léase, FMI), las restricciones cambiarias, y la elevada inflación. A eso sumó las dificultadas de oferta, precios y logística que llegan desde el mundo. “Exportar valor argentino se ha vuelto una odisea”, dijo, y recordó los 170 gravámenes vigentes. “Hoy exportamos impuestos”, aseguró, pese al consenso oficial y empresarial de que las ventas al exterior son la solución para sumar dólares y motorizar el crecimiento interno.
Paula Español y Martín Etchegoyen, exponentes de la grieta, se paseaban por un hall central semi vacío, en el que referentes del sector automotor se quejaban de la falta de previsibilidad para 2022 a la hora de importar y aseguraban que dejaron de vender este año casi 70.000 autos por la falta de dólares. Allí los aceiteros contaban que lograr subsidios cruzados en el mundo de la carne –tan atomizado– para bajar su precio era una utopía, lo que dejaba a Roberto Feletti solo con las retenciones como opción cuando el Gobierno pide vender más al mundo.
El optimismo no reinaba. El economista Martín Rapetti no dudaba de que se cerraría con el Fondo. Así, su escenario base tiene una triste etiqueta: “Estanflación controlada”.
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