Estafa gourmet: destapan el fraude del vino español que se vendía como francés
Lo llaman el vino francisé, palabra que podría traducirse por afrancesado. Muchos consumidores lo han probado creyendo que se trataba de un vino de la casa en un bistrot, o de un vino autóctono -y barato- comprado en el supermercado. En realidad, era vino español exportado y que, una vez en territorio francés, se había disfrazado con etiquetas equívocas o con prácticas directamente fraudulentas, que daban a entender que era un producto local.
Los responsables antifraude del Ministerio de Economía francés han revelado hace unos días los resultados de dos años de una investigación que podría tener repercusiones penales para las empresas en cuestión, todas francesas.
Millones de botellas de vino español podían encontrarse en comercios franceses con la etiqueta de "Vino de Francia" o con una "Indicación geográfica protegida" (un rango menor que la denominación de origen) francesa. En este caso, el engaño era evidente. Otras modalidades de afrancesamiento eran más sutiles. La mención del origen del vino en la etiqueta era poco visible y, en cambio, saltaban a la vista signos que denotaban el carácter francés del vino: una flor de lis, un castillo Ancien régime, o expresiones equívocas como "embotellado en Francia" o "producido en Francia". Los responsables se exponen a penas de hasta dos años de prisión y 300.000 euros de multa o más según el volumen de negocios de la empresa, por engaño, práctica comercial engañosa, engaño con banda organizado o usurpación de signos de calidad. Los casos están en manos de la Justicia.
Otra práctica detectada por la Dirección General de la Competencia, el Consumo y la Represión del Fraude (Dgccrf, en sus siglas francesas): colocar los vinos españoles en la sección de "vinos del país" en el supermercado. Y otra consistía en ofrecer en la carta un vino de la casa que venía de España.
Los investigadores franceses hilan fino. El problema, en sus dimensiones, no es tan grave como podría parecer. España, líder mundial en la exportación de vino, vende cerca de cinco millones de hectolitros anuales a Francia. Alexandre Chevallier, director de gabinete adjunto de la Dgccrf, explica que se han constatado más de 70.000 hectolitros supuestamente fraudulentos, o el equivalente a diez millones de botellas. Es decir, un 1,4% de todo el vino español importado.
"Efectivamente, es una parte muy limitada de las importaciones. Lo que concluye la investigación es que mayoritariamente la reglamentación se respeta y el etiquetaje es correcto", explica Chevallier. "Y pese a todo, hemos constatado casos de fraude que afectan volúmenes que individualmente son importantes". Los cuatro casos más significativos son empresas de compraventa de vino, cuya identidad no se ha revelado.
Al mismo tiempo, el caso del vino afrancesado es un problema político, casi de identidad nacional, muy asociada en Francia a los productos del terruño y a la figura del agricultor.
"El fraude perjudica a Francia y España, y también al consumidor francés", señala por teléfono Guilhem Vigroux, presidente del sindicato Fdsea en el departamento de Hérault, en el sur de Francia. "Después está otra cosa: la competencia desleal intracomunitaria. No tenemos las mismas armas. Si seguimos así, se desestabilizará nuestra producción, como ya ocurrió con las frutas y hortalizas".
Inquietud gala
La investigación parte de denuncias de los productores franceses, que veían con inquietud cómo el vino español de baja gama, más barato que el autóctono, inundaba el mercado francés. El hectolitro francés llegó a costar más del doble que el español en años recientes. Hasta aquí, era una cuestión de libre mercado, aunque ya provocó las primeras chispas.
"Los vinos de España se ofrecen con precios muy débiles. Nosotros somos rentables a partir de los 78 euros por hectolitro, mientras que en España lo son a partir de los 30 euros por hectolitro. Es insostenible", decía hace un año, en el diario La Dépêche du Midi, Frédéric Rouanet, presidente del sindicato de viticultores del departamento de Aude, en el sur de Francia.
Los gobiernos de Francia y España pusieron en marcha en 2017 un comité formado por representantes del sector y de los gobiernos de ambos países destinado a desactivar las tensiones antes de que degenerasen en las carreteras y centros comerciales. En paralelo, avanzaba la investigación del Ministerio de Economía francés. A apaciguar los ánimos también ha contribuido la caída de la cosecha en 2017, que ha acercado el precio del vino español al del francés.
El fraude ya sale menos a cuenta. El afrancesamiento ha quedado démodé.