Estados Unidos tiene sistemáticos déficits gemelos, pero todos confían
La enorme mayoría de los argentinos que atesoran dólares emitidos por el Sistema de la Reserva Federal (FED) no lee inglés. Confían algo tan importante como sus ahorros a rectángulos de papel, de color verde, y no saben lo que dicen. Le creen más a Jerome Powell, titular del FED, que a Santiago Bausili, su par del Banco Central de la República Argentina.
¿Cómo puede ser, dado que Estados Unidos tiene sistemáticos déficits fiscal y comercial, un sistema previsional insostenible a largo plazo y una alta relación deuda/producto bruto interno?
Al respecto, conversé con el estadounidense Allan H. Meltzer (1928-2017), quien estudió en la Universidad Duke y en la de California, Los Ángeles (UCLA), y enseñó en las de Pensilvania y Chicago, y en la Carnegie Mellon. En la Argentina algunos citan con frecuencia a su mamá, porque en la crisis de la convertibilidad, durante el gobierno de Fernando de la Rúa, dijo: “No hay que ayudar a las Argentinas (sic) del mundo; tienen que elegir entre vivir con los riesgos o reformarse. La decisión les pertenece, no la podemos forzar”.
–¿Cómo fue que se interesó por la economía?
–No comencé a pensar en economía e instituciones, incentivos y el rol que cumplen en la sociedad hasta que conocí a Karl Brunner, mi profesor, colaborador y amigo de toda la vida. No me impresionó tanto lo que enseñaba, sino su dedicación, entusiasmo y la aplicación del análisis económico a problemas reales.
–A partir de la década de 1970 colaboraron de manera fructífera.
–En aquel entonces, con Karl organizamos las conferencias sobre políticas públicas, un espacio inusualmente fructífero para la emergencia de ideas y talentos, y también creamos el comité de operaciones de mercado abierto en las sombras. Cuando comenzamos la tarea, a los bancos centrales les preocupaban el mercado inmobiliario y la distribución del ingreso.
–Usted es autor de una monumental historia del FED.
–Publicada en tres volúmenes, cubre desde su creación, en 1913, hasta 1986 (en total, 2200 páginas). Escribir el primero me llevó casi 30 años, por lo cual, cuando Alan Greenspan lo presentó, me sugirió que el otro lo escribiera más rápido. Hay consenso en que la dedicación al detalle, el cuidado en el uso de las fuentes documentales, el buen juicio en la selección del material, dejar siempre que pude que fueran los actores que tomaron las decisiones de política monetaria los que explicasen, en sus propias palabras, por qué optaron por un camino y no por otro, convierten a esta obra en monumental. En la historia del FED se cometieron tres errores: 1) el de la Gran Depresión, 2) el de la Gran Inflación, y 3) la caída de Lehman Brothers, en 2008.
–¿Cómo es posible, con los datos de la economía de Estados Unidos, que siga siendo tan firme la demanda de dólares y de títulos emitidos por el Tesoro de ese país?
–Como usted se dará cuenta, De Pablo, “nadie” analiza con cuidado el balance del FED, las cuentas del Tesoro o la balanza de pagos, para ver si atesora en dólares, en euros, en yuanes o en oro.
–Hace bien en colocar a “nadie” entre comillas, porque, ¿qué me dice de los inversores institucionales?
–Algo parecido. La razón básica por la cu al no solo los estadounidenses, sino también los residentes de muchos países del mundo prefieren los dólares y los títulos del Tesoro de los Estados Unidos a otros activos, en parte tiene que ver con la liquidez, es decir, con la facilidad para convertir cualquiera de esos activos en pesos, para cancelar transacciones, y, en parte, con el hecho de que, en un sentido fundamental, Estados Unidos nunca defaulteó su deuda, y nadie espera que vaya a comenzar ahora. Por supuesto que siempre existen personas que desconfían de todo y solo atesoran oro, pero si fueran mayoría, la cotización del referido metal lo estaría reflejando. Le digo más…
–¿Más todavía?
–Las crisis financieras generan el denominado “vuelo hacia la calidad”, traducción literal de fly to quality, que implica que el aumento de la incertidumbre, aun en crisis generadas en Estados Unidos, como la denominada crisis subprime, aumenta la demanda de títulos seguros, de los cuales los emitidos por el Tesoro de Estados Unidos son uno de los mejores ejemplos. Tan es así que en las referidas crisis las preocupaciones del secretario del Tesoro americano se concentran en la evolución económico-financiera de los otros países, más que en la propia.
–¿Tiene alguna estimación del fenómeno de atesoramiento de dólares billete por parte de no estadounidenses?
–Tengo un dato estadístico y un hecho sugerente. En algún momento, más del 75% de los billetes de US$100 circulaban fuera de Estados Unidos; en países como la Argentina, Venezuela, la ex Unión Soviética, etcétera. En cuanto al hecho sugerente, hace algunos años, para complicarles la vida a los falsificadores, el FED decidió modificar el diseño de los billetes. Para evitar una avalancha de personas que corrieran a las instituciones financieras para cambiar los viejos billetes por los nuevos, el FED hizo una campaña publicitaria en la que afirmaba que los viejos billetes nunca perderían su valor. Lo importante es que, en buena medida, hizo esa campaña ... ¡en el extranjero!
–Con ojos argentinos, todo esto es una invitación a la irresponsabilidad fiscal, financiera, previsional, comercial, etcétera.
–Afortunadamente, las autoridades económicas de Estados Unidos no operan con ojos argentinos. Al menos, no con el entusiasmo con el cual en el pasado ustedes intentaron resolver problemas, con desequilibrio fiscal, emisión monetaria, devaluación, etcétera. De cualquier manera, hay que prestarle atención a la advertencia formulada por Robert Rubin, exsecretario del Tesoro de Estados Unidos.
–Recuérdela, por favor.
–Que no está escrito en las Tablas de la Ley que el Estado americano será eterna e incondicionalmente creíble. Lo cual implica, como recomienda Arnold Carl Harberger, patinar en el lago helado más bien cerca de la orilla que en el medio, para bajar la probabilidad de morir congelado.
–Los argentinos pagamos altos precios por la incertidumbre que creamos entre nosotros.
–Efectivamente. Atesorar dólares implica prestarle a Estados Unidos a tasa de interés nominal cero, y a tasa real negativa, cada vez que ese país padece inflación, al tiempo que pagamos altas tasas de interés cuando particulares o el Estado argentino se endeudan en el exterior. A propósito: hace unos años Federico Sturzenegger y alguien más mostraron que, bien medida, la cuenta corriente de Estados Unidos podría ser superavitaria, a pesar del enorme déficit comercial, porque a ellos les ocurre exactamente lo contrario: se pueden endeudar a tasas ínfimas, cuando no nulas, y prestan a tasas de interés nada despreciables.
–Don Allan, muchas gracias.
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