Espíritu adolescente: los booktubers se vuelven aliados de los editores
Ni críticos ni literatos, pero con un poco de ambos. Cinco años atrás, el mundillo editorial se atragantó con la aparición de una nueva especie, los booktubers. Estos adolescentes que empezaban a copar YouTube con reviews y comentarios descontracturados de libros juveniles (género conocido en la jerga como young adult o YA) fueron recibidos con escepticismo y burlas por parte del ecosistema literario.
Sin embargo, el paso del tiempo ha probado que su popularidad no se debía tan solo a una moda pasajera y la industria ha comenzado a reconocerlos como intermediarios relevantes con el público adolescente en la difusión de nuevas publicaciones.
"Son una voz superautorizada para la recomendación de libros, porque leen y escriben sobre lo que les interesa genuinamente y si les parece malísimo, no se lo guardan", comenta a LA NACION Manuela Frers, de Penguin Random House. "Los lectores de juvenil no consumen tantos medios tradicionales o al menos no directamente: llegan a lo que les interesa por medio de recomendaciones en redes sociales o por notas de medios compartidas por medio de redes, por lo cual aportan un montón para la difusión de los libros", añade.
Para María José Ferrari, editora del Departamento Infantil y Juvenil del Grupo Planeta, su valor es que hablan a su público "de par a par". "Ellos dicen lo que les gusta con su propia estética. Esa espontaneidad y frescura es la que vale. Están compartiendo lecturas y generando comunidad. Antes se hacía con un club de lecturas y, ahora, a través de las redes".
A la gorra
En la Argentina son varios los jóvenes que han comenzado a crecer en este rubro. En la mayoría de los casos, sus ingresos provienen casi exclusivamente de las reproducciones de sus reviews y son marginales en comparación con los de algunos youtubers que amasaron fortuna y abultadas bases de seguidores con otro tipo de productos, como los videojuegos, el maquillaje o los blogs de viajes.
"Lamentablemente no se puede vivir de esto", reconoce a LA NACION Maca Yannelli, ganadora del premio a Booktuber del Año en la edición 2017 de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires. "El ingreso no es suficiente. Las editoriales argentinas aún no tienen el dinero para pagar promociones en YouTube y mi monetización en la plataforma es muy baja como para usarla de ingreso principal", agrega.
Calu Dente, quien posee cerca de 21.600 seguidores en YouTube, asegura que "en la Argentina todavía no hay nadie que viva de esto". Y agrega que "incluso los que cobran un número decente por sus reproducciones en la plataforma tienen otros trabajos". Matías Gómez, otro precursor de la movida booktuber en el país, coincide con este pronóstico: "Al menos yo no puedo [vivir de esto]".
En Europa las cosas no son mucho mejores. La española Andrea Izquierdo, quien ganó popularidad bajo el seudónimo Andreo Rowling, también padece las bajas comisiones que abona YouTube por cada reproducción. "No se puede vivir con eso, son muy ridículas. Me da para ir al cine tres veces al mes como mucho", admite.
Valor agregado
Como su actividad principal no les permite subsistir, algunos booktubers han comenzado una colaboración más profunda con las editoriales que está redefiniendo el alcance de su influencia. "Muchas veces los tenemos como proofreaders para que preparen informes de lectura", dice Ferrari y señala que incluso pueden incidir en la elección de qué obras se van a publicar: "A veces traen reseñas de libros que no se editan acá, están anticipados a las series y las películas, tienen una agenda literaria y cultural muy rica, y uno trata de estar atento a lo que ellos están viendo. No siempre podemos responder a todos los pedidos, pero tratamos de tener la cintura para ajustarnos a sus demandas", confiesa.
"En general, los invitamos a participar de acciones que les pueden interesar, si tenemos espacios especiales en avant premières de películas basadas en nuestros libros, o la posibilidad de hacer una conferencia de prensa con algún autor local o internacional. Tratamos de usar lo máximo posible las herramientas tecnológicas que nos ofrece este siglo", asegura Frers.
Yannelli participa de este tipo de iniciativas. "Para las editoriales ofrezco lectura de manuscritos o libros en inglés que están considerando para comprar para traducir", cuenta. Dente, estudiante de edición, dice que ser booktuber le ha permitido acceder a propuestas remuneradas, como charlas y evaluaciones de textos. "En general puedo decir que empecé con esto por amor a los libros y lo sigo haciendo por el mismo motivo", dice.
Varios de ellos han dado el salto a la publicación. Por ejemplo, Dente, Yannelli y Gómez fueron seleccionados para reversionar relatos clásicos en una antología e Izquierdo ya publicó tres novelas (Otoño en Londres, Invierno en Las Vegas y Escape: Las siete pociones), que presentará en nuestro país durante la próxima Feria del Libro en mayo, donde también promocionará (junto a su compatriota Clau Reads) Alibrate, una red social de lectores de origen argentino.
¿Futuro tuber?
Ferrari piensa que la actividad de los booktubers está cambiando la dinámica de comunicación de la industria editorial y ve un rol más prominente de los escritores a futuro. "Creo que esto de las recomendaciones es algo que se va trasladando a todos los ámbitos, porque a los adultos que usamos redes nos gusta que el mismo autor sea el que nos cuente de qué va su libro –comenta–. A nosotros no nos gustan las publicidades, ni que la editorial nos cuente la sinopsis, sino ese enfoque más ‘mano a mano’", asegura la editora.
- 21k seguidores: Es la cantidad de followers en YouTube que tiene Calu Dente, una de las booktubers más populares de la Argentina.
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