Escenario 2022: el referente del peronismo que cree que ya es tarde para la “mística de la recuperación”
Para el año que viene, prevén más inflación y menor crecimiento pese al acuerdo con el FMI
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El economista Martín Rapetti pasa slide por slide una presentación que tituló “2022: estanflación controlada”. Fue preparada para que varios periodistas se lleven antes de las Fiestas una idea de qué deparará el año que viene. A su lado, su socio en la consultora Equilibra y ex diputado Diego Bossio, hace las acotaciones políticas que enmarcan el espinoso camino que la economía transitará tras un probable acuerdo con el FMI. El peronismo enfrentará una dificultad política clave, cree el ex titular de la Anses en tiempos de Cristina Kirchner: le costará vender “la mística de la recuperación”, una bandera fundante que enarboló, entre otros, Néstor Kirchner.
Para los analistas no hay opción: el Gobierno cerrará con el Fondo. Por eso, pese a la ambigüedad de la vicepresidenta en su última carta, gobernadores, sindicatos y empresas empujan un acuerdo. Las reservas líquidas estiman, rondan los US$600 millones, y el calendario de deuda es exigente en el corto plazo (US$1884 millones el 22 de este mes; US$728 millones, en enero; y US$2860 millones en marzo, a lo que se suman US$371 millones de intereses en febrero).
“Es difícil que cierren este mes como dicen algunos. Es una secuencia demasiado exigente”, opinó Rapetti, que cree en la posibilidad de un “crédito puente” para que el país no deje de pagar la deuda. El cronograma del Gobierno implica un acuerdo con el staff técnico, el envío del proyecto al Congreso, la aprobación allí y luego el debate en el board del organismo internacional. Bossio puso en duda ese trayecto. Dijo que no sería extraño que los diputados y senadores reclamen que sea el acuerdo aprobado por el directorio el que requiera de una luz verde legislativa.
Ni Bossio ni Rapetti dudan que el acuerdo con el organismo logre sellarse. Sin embargo, ambos están seguros de que ese pacto generará un impacto recesivo sobre el gasto, algo que Martín Guzmán juró no tocar.
Las diferencias con el Fondo
El Presupuesto 2022, que Guzmán defenderá el lunes en el Congreso, prevé una reducción del déficit del 0,7% del PBI. Para los hombres de Equilibra, el Fondo pedirá una baja del doble (1,5%). No hay dudas: habrá aumento de tarifas (el Gobierno ofrece un 3,5% real; el Fondo pediría 20%, calculan. Todo segmentado). La asistencia al Tesoro será el 60% del déficit; pero para el organismo -creen los expertos-, debería ser de 45%. Habrá un debate sobre la acumulación de reservas, o cómo relajar el cepo –reducir la brecha- sin devaluar. Para el FMI, según dicen Bossio y Rapetti, el organismo piensa en un salto cambiario de 15% (que el Gobierno no convalida), pero además pide restricciones mínimas para las importaciones.
Si el programa fuera el de FMI y no el del propio Gobierno, habría -además de esas metas macroeconómicas- reformas estructurales como las laboral, impositiva y previsional, e independencia del Banco Central.
Incluso con ese escenario de acuerdo, las perspectivas económicas para la Argentina en 2022 son preocupantes. El mundo no acompañará: se esperan subas de tasas en EE.UU. (baja de precios de las commodities), un impacto de La Niña y una desaceleración de China. Habrá que seguir de cerca también a Ómicron.
Los dólares disponibles le ponen un techo al crecimiento de la economía para el año que viene. Para Bossio y Rapetti, el máximo de expansión posible en 2022 es un 1% (el presupuesto de Guzmán prevé un 4%). El pronóstico de estos economistas es, en rigor, menor: de 0,8%. La inflación sería de 57% (y no el 33% que prevé el Gobierno). En este escenario, la caída del salario privado formal sería de 1,5%. El dólar oficial llegaría a $166 y el contado con liquidación, a $290. Es una brecha de 75%. El déficit fiscal estaría en torno al 2,3% (un punto menos al previsto por el ministro de Economía). En un contexto de caída de la masa salarial real y de la masa del ingreso familiar, volvería a caer el consumo.
En base a ese dato, Bossio explica que un Gobierno que prometió “llenar la heladera” –y no lo está logrando en la actualidad- le será imposible vender la “mística de la recuperación” de cara a las elecciones presidenciales.
“En un escenario de discusión seria con el FMI, habrá correcciones de desequilibrios”, explicó Rapetti. La graduación de esas correcciones es lo que ahora está en debate en Washington entre el equipo del Fondo y los enviados del Ministerio de Economía y el Banco Central (BCRA). La misión terminará el pasado mañana.
El tránsito al acuerdo va a ser ríspido. Más allá del escenario económico base, advierte Rapetti, el desafío será que los ruidos políticos que se generarán en el Frente de Todos no terminen trastocando las expectativas y contaminando así la ya inestable geografía financiera y cambiaria del país. Ese escenario sería, sin dudas, peor que el de una “estanflación controlada”.
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