¿Es posible un kirchnerismo sin Cristina?
Varios grupos económicos se acercaron en los últimos días al kirchnerismo. Por interés real o simple curiosidad. Entre ellos, fondos de inversión que, a través de convocantes como el Citi, el Deutsche Bank de Nueva York o el Santander de Londres, se contactaron con Guillermo Nielsen, referente económico de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. El Barclays lo hará la semana próxima. En el Instituto Patria confían en que habrá sectores más comprometidos. Por ejemplo, el de la electrónica, con actividad en Tierra del Fuego, no solo golpeado por la crisis sino urgido por un modelo más acorde con sus proyecciones. Es cierto que parte de este universo se alegró con la unción de la nueva fórmula de Unidad Ciudadana, y también que algunos de ellos ya venían entusiasmados antes del sábado en que se dio a conocer. Lo hicieron explícito en dos reuniones que encabezó, primero en su propia casa ante una mesa reducida y después con otra más amplia en un hotel porteño, Rubén Chernajovsky, socio fundador del grupo Newsan.
Chernajovsky es un hombre activo en política. Hace 10 días estuvo en Olivos con Macri, pero también se vio con Pichetto y con Massa. "Kirchneristas, ninguno", aclaran en su entorno, donde agregan que estas actividades institucionales se circunscriben a temas del sector, muy distantes de cualquier campaña proselitista. Quienes estuvieron con Chernajovsky lo oyeron exhortarlos a respaldar un próximo modelo industrial que, dijo, si prospera, deberá hacerse esta vez mejor y más organizado. Lo escuchaban ejecutivos de compañías como BGH o Radio Victoria y casi todo el elenco industrial fueguino, con una excepción: Nicolás Caputo. ¿Qué hará al respecto el dueño de Mirgor, "hermano de la vida" de Macri... Difícil saberlo. Alguien lo preguntó en la reunión. Mientras tanto, el Instituto Patria intentará ampliar el espectro. Sumar a laboratorios que quedaron molestos con el Presidente después de la pelea por la compra de medicamentos del PAMI, que también apuestan por una reconversión productiva de Tierra del Fuego y que ya han hecho aportes para la campaña de Rosana Bertone: la gobernadora irá por la reelección dentro de dos semanas.
Movimientos ambivalentes, típicos de empresarios en tiempos de elecciones. Hay, más allá de las afinidades, un tema de conversación recurrente entre ellos: ¿dejará la expresidenta gobernar a su exjefe de Gabinete? ¿La fórmula implica una autocrítica? Hay dirigentes con ganas de creerlo. Es el desafío más relevante que tiene Alberto ante el establishment. Cristina viene haciendo esfuerzos retóricos al respecto. El sábado, durante el acto en Merlo, habló primero ella. Una regla de oro de los actos partidarios indica que el importante es siempre el último orador. No bien agarró el micrófono, sentada en una especie de living que tenía como anfitrión a Gustavo Menéndez, intendente local, empezó a oír que desde el público le gritaban que se pusiera de pie, como en los buenos tiempos. "¿Qué quieren? ¿Que me levante? ¿Que me pare? Ah...", empezó y concedió lo que pedían, pero advirtió que prefería el otro modelo escenográfico: "Una cosa más descontracturada, no tan ?Uuuuh, ahí habla y va a volver a gritar y a decir, y el dedito, y la manito y el pelito. Noooooo, noooo: más tranqui, más tranqui'".
La puesta en escena parece pensada para un anhelo en el que coinciden intendentes y grupos económicos: que la elección de un candidato con quien estuvo enfrentada sea lo más parecido a una autocrítica. Alberto Fernández es para ellos el regreso a los años de Néstor. "Tengo mucha más esperanza desde el sábado pasado", le dijo Menéndez en público, que la precedió en el discurso.
El espíritu del antiguo líder estaba en los cantos del público, que recordó que "vive en el pueblo", y aun en la celebración de la fecha patria, a la que la expresidenta le encontró un rasgo cíclico: Kirchner asumió el 25 de mayo de 2003, y 30 años antes, en 1973, el peronismo volvía al poder después de 18 años. Pero aclaró que, de todos, prefería el 25 de mayo de 2010, con la multitudinaria celebración del Bicentenario. Lo dijo mientras se le quebraba la voz: "Además, es el último año en que fui enteramente feliz. Ya después... ya después nada fue lo mismo. Ni lo será".
Ese hito temporal tiene una doble dimensión. A la más obvia, afectiva, la de la muerte de Kirchner cinco meses después, hay que agregarle la de su emancipación política. Su marido no puso en aquellas coreografías de Fuerza Bruta tanto empeño como ella, que se sentaba horas con Javier Grosman a confeccionar stands a los que les asignó una representación histórica. "Pongamos acá el éxodo jujeño", se entusiasmaba, ante la indiferencia y hasta alguna ironía de su todavía jefe político. Una vez, con todos sentados a esa mesa de trabajo, Kirchner se levantó, pasó por detrás de la espalda de su mujer, la tomó por los hombros y le hizo al resto el ademán de que esa no era una ocurrencia suya. Después, desde fuera de la sala, llamó a Grosman. "Dejate de joder con estas cosas, Ruso: vení conmigo a hacer política", le dijo. Pero la organización y la fiesta fueron un éxito. Tiempo después, a través de un tercero, Kirchner le envió al coreografista un mensaje: le agradecía y le aceptaba que había tenido razón.
La campaña apunta a recuperar la mística del primer kirchnerismo. No es casual el territorio elegido, el conurbano, desde donde se pretende reclutar a los intendentes, como hizo Kirchner para arrebatarle la provincia a Duhalde; ni el elegido para llevarlo a la práctica, Máximo, el heredero a quien su madre imaginó no siempre con éxito, recuerdan en su entorno, desde el primer momento en ese rol. Pasó el tiempo y al primogénito ya no le queda grande el sayo. Será él y no Kicillof el encargado de edificar allí. "Ojo, Axel es respetable: es un tipo que no tuvo problemas en hablar en una plaza delante de 30 tipos, pero es la cara mediática. Un candidato de Podemos", dijo un peronista que empieza a regañadientes a aceptar la estética de La Cámpora. La estrategia pondrá a prueba la fidelidad de intendentes que habrían preferido a un par como candidato a gobernador. No fue por azar que Cristina le encargara a quienes ellos pretendían en ese lugar, Martín Insaurralde, tanto el anuncio de la fórmula Kicillof-Magario como el reclutamiento de los jefes comunales. Insaurralde se enteró en la tarde del lunes, después de reunirse con ella en el Instituto Patria y recibir instrucciones que luego comunicó a sus compañeros en las oficinas que frecuentan en Esmeralda 288.
La energía está en la provincia. Ese bastión que el PJ perdió en 2015 con Aníbal Fernández y que tiene también una doble dimensión: será el punto de partida para el regreso y, al mismo tiempo, el ADN del proyecto. No habrá una muestra mejor para la curiosidad empresarial.
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