Es necesario un blanqueo del mercado laboral
En estos días hay muchas miradas pendientes del blanqueo de capitales. El éxito de esta medida da esperanza para que se genere un reverdecimiento de la economía. Pero si todos queremos mejorar las instituciones y mejorar la calidad de vida de los argentinos, existe un segundo blanqueo que es tan necesario como el de capitales: el del mercado laboral.
No puede existir un pueblo próspero con más de un tercio de su fuerza del trabajo no registrada. Y para que se pueda dar el cambio, es necesario que el blanqueo requiera de modificaciones a la estructura del trabajo, cuyos esfuerzos deben recaer no sólo sobre los empresarios, sino también sobre los sindicatos y el Gobierno. Porque para que haya un mejoramiento en el trabajo, y para tener una sociedad más justa, no sólo una parte importante del empresariado debe sincerar sus fuerzas laborales y poner a todos sus empleados en blanco. También el Estado deberá adaptar su voracidad de corto plazo a la realidad.
Si un empresario de una actividad tiene varios miles de millones para invertir en América latina en un mismo negocio, y en México su costo laboral es de un 18%, en Chile un 26%, y en la Argentina un 36%, es muy probable que invierta una parte importante en otros países antes que aquí, más allá del análisis de otras variables.
Por ello, hay que repensar el esquema de aportes y contribuciones y hacer que aumente la recaudación, de modo que se paguen menos dinero las empresas pero más empresas, aplicándose porcentuales inferiores para mantener el sistema sumando a todos y no dejando que algunos, a través del pago de cargas extraordinarias, subvencionen a los pícaros. Los elementos para controlar existen. Una ley de blanqueo puede permitir que los "pecadores" puedan ponerse a derecho.
Esto se puede plasmar rápidamente con un esquema normativo que podría ser similar a lo que ha sucedido con éxito con la ley de empleo en 1991, pudiéndose incorporar otros incentivos. Todo ello debería redondearse con la modernización de los convenios colectivos y la normativa. Estamos trabajando con convenios de los años 70 u 80, con descripción de puestos de trabajo que ya no existen o que se realizan de un modo distinto, sin incluir la evolución tecnológica de los últimos 30 años. No podemos resistirnos a seguir aplicando convenios que han quedado en desuso, o normativa dictada para trabajadores que iban a realizar sus tareas en carretas. ¡Hablamos de modernidad y estamos aplicando una ley de jornada de trabajo de 1933! Hablamos de la igualdad de derechos, y la ley aún dice que una persona que trabaja 8 horas diarias, por ser mujer, tiene un descanso al mediodía de dos horas. No se puede seguir escondiendo la basura bajo la alfombra. Pongámonos a trabajar en las cosas que nos van a hacer ser un país mejor. Entre todos.
Abogado, socio de Adrogué, Marqués, Zabala & Asociados
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