Es necesario que los países pobres mejoren sus estadísticas
Aun en épocas de bonanza financiera, no hay precisamente abundancia de fondos de ayuda para el desarrollo. Los líderes oficiales y los donantes tienen que tomar decisiones difíciles respecto de dónde concentrar sus recursos limitados. ¿Cómo se decide qué países deben recibir préstamos a bajo costo o vacunas más baratas y cuáles pueden financiar sus propios programas de desarrollo?
La respuesta depende en parte de cómo medimos el crecimiento y las mejoras en la vida de la gente. Tradicionalmente uno de los factores guía ha sido el PBI per cápita, el valor de bienes y servicios producidos por un país en un año divididos por la población del país. Pero el PBI puede ser un indicador poco preciso en los países más pobres, lo que es una preocupación no sólo para los funcionarios o gente como yo que lee muchos informes del Banco Mundial, sino también para gente que quiere usar estadísticas para argumentar a favor de la ayuda a la gente más pobre del mundo.
Desde hace mucho creo que el PBI subestima el crecimiento incluso en los países ricos, donde su medición es bastante sofisticada, porque es muy difícil comparar el valor de canastas de productos en distintos períodos de tiempo. En Estados Unidos, por ejemplo, un juego de enciclopedias en 1960 era algo caro, pero tenía gran valor para familias con chicos estudiosos. Lo puedo decir por experiencia, habiendo pasado muchas horas viendo los múltiples volúmenes de la World Book Encyclopedia, que mis padres compraron para mis hermanas y para mí. Ahora, gracias a Internet, los chicos tienen acceso a mucha más información gratuita. ¿Cómo se incorpora eso al PBI?
Los problemas para calcular el PBI son particularmente agudos en África subsahariana, debido a la debilidad de las estadísticas nacionales y distorsiones históricas que hacen oscuras medidas cruciales. Molesto por lo que consideraba como problemas en las estadísticas nacionales de Zambia, Morten Jerven, profesor adjunto de la Simon Fraser University, pasó cuatro años examinando cómo obtienen sus datos los países africanos y los problemas a los que se enfrentan para convertirlos en estimados de PBI. El nuevo libro, Poor Numbers: How We Are Misled by African Development Statistics and What to Do about It (Malas cifras: cómo nos engañan las estadísticas de desarrollo africanas y qué hacer al respecto) demuestra que muchas mediciones del PBI que considerábamos precisas no son nada por el estilo.
Jerven señala que muchos países africanos tienen problemas para medir el tamaño de sus economías de subsistencia relativamente grandes y la actividad económica no registrada. ¿Cómo se registra la producción de un granjero que cultiva y come sus propios alimentos? Si se subestima sistemáticamente la producción agropecuaria de subsistencia algo de lo que se ve como crecimiento cuando una economía supera los niveles de subsistencia puede reflejar meramente un cambio a algo que es más fácil de registrar estadísticamente.
Hay otros problemas con los datos de PBI de países pobres. Por ejemplo, muchos países de África subsahariana no actualizan su información con suficiente asiduidad, por lo que sus cifras de PBI pueden no reflejar sectores económicos grandes y crecimiento acelerado, como el de los celulares. Cuando Ghana actualizó sus informes hace pocos años, su PBI dio un salto del 60%. Pero mucha gente no entendió que eso era sólo una anomalía estadística, no un cambio real en el nivel de vida de los ghaneses.
Hay además varias maneras de calcular el PBI y pueden producir resultados muy diferentes. Jerven menciona tres maneras: los Indicadores de Desarrollo Mundial, publicados por el Banco Mundial (que son los datos de lejos más utilizados); la Penn World Table, difundida por la Universidad de Pensilvania, y el Maddison Project de la Universidad de Groninge, que se basa en el trabajo del fallecido economista Angus Maddison.
Estas fuentes se basan en los mismos datos básicos, pero los modifican por las distintas maneras en que toman en cuenta la inflación y otros factores. Como resultado de ello sus rankings de las economías de distintos países pueden variar mucho. Liberia es el segundo, séptimo o vigésimo segundo país más pobre de África subsahariana en términos de PBI, según qué autoridad se consulta.
No sólo difieren los rankings relativos. A veces una fuente muestra a un país creciendo en varios puntos porcentuales y otra fuente lo muestra achicándose en el mismo período.
Jerven cita estas discrepancias para argumentar que no podemos estar seguros de si el PBI de un país pobre es mayor que el de otro y que no debemos usar sólo el PBI para hacer juicios sobre qué políticas económicas conducen al crecimiento.
¿Significa eso que realmente no sabemos qué funciona (y qué no) en el desarrollo?
Para nada. Los investigadores han usado por mucho tiempo técnicas como encuestas de hogares periódicas para recoger datos. Por ejemplo, la encuesta de demografía y salud es realizada regularmente para determinar cosas como las tasas de mortalidad infantil y materna. Los economistas están usando nuevas técnicas como el mapeo satelital de fuentes de luz para informar sobre sus estimaciones de crecimiento económico. Si bien tales métodos no son perfectos, por el otro lado no son susceptibles a los mismos problemas que el PBI.
Otras maneras de medir los niveles de vida generales en un país son similarmente imperfectas, pero de todos modos ofrecen maneras adicionales de entender la pobreza. Una, llamada el Índice de Desarrollo Humano, usa estadísticas de salud y educación además del PBI. Otra, llamada el Índice de Pobreza Multidimensional, usa diez indicadores, incluyendo nutrición, sanidad y acceso a combustible para cocina y agua. Y usando la paridad de poder de compra, que mide el costo de la misma canasta de bienes y servicios en distintos países, los economista pueden ajustar el PBI para tener una mejor visión de los niveles de vida.
Es claro para mí que tenemos que volcar mayores recursos a precisar las cifras del PBI. Como sostiene Jerven, las oficinas de estadísticas nacionales de todo África necesitan más apoyo para poder obtener e informar datos más precisos y más rápidamente. Gobiernos y organizaciones internacionales donantes tales como el Banco Mundial tienen que hacer más para ayudar a las autoridades africanas a producir un cuadro más claro de sus economías. Y los funcionarios africanos tienen que exigir mejores estadísticas y usarlas para informar sus decisiones.
Yo soy partidario de invertir en salud y desarrollo en todo el mundo. Cuanto mejores las herramientas que tengamos para medir el progreso, tanto más nos aseguramos que esas inversiones lleguen a la gente que más las necesita.
© Project Syndicate 2013?
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