Es metalúrgico, fabrica barriles de cerveza y los exporta desde el Conurbano
Era un fanático más de la cerveza. Investigaba sobre el agua, el grano, la levadura y el lúpulo; buscaba nuevos bares para conocer y, mientras trabajaba en una fábrica de calefones, trataba de pensar qué proyecto propio podía armar.
Este año, Alberico Santoro combinó su conocimiento metalúrgico con el cervecero y empezó a vender barriles para cerveza. Los fabrica en el garage de sus padres en San Martín, provincia de Buenos Aires.
Con su emprendimiento Keggi, Santoro ya exporta a Paraguay, busca posibilidades para expandirse en Brasil y vende a todo el país en su tienda online. Ya entregó casi 300 barriles por unos $700.000, que reinvirtió en su taller para poder comprar mejores máquinas. Todo pasó en 10 meses: en ese momento comenzó su proyecto con apoyo de su jefe en la metalúrgica, una persona que, para él, es "como familia".
La función de los Keggi, que se consiguen a partir de los $2900, es preservar la cerveza ya fabricada y poder servirla tirada o ser una herramienta para terminar la fabricación de una cerveza artesanal: en los cilindros se guarda el producto casi terminado y allí se lo gasifica con una garrafa y se lo conserva.
El dueño de la compañía donde trabaja hace más de una década le prestó maquinaria, su expertise y su apoyo para que el proyecto comenzara. Santoro sumó su conocimiento de la comunidad cervecera. Sabía que había barriles estadounidenses y chinos, y hoy les gana por precio a estos últimos: sus productos, asegura, son hasta un 50% más baratos que los asiáticos.
Invirtió $40.000 pesos -se financió con una tarjeta de crédito que tuvo que sacar en el momento- y publicó su primera tanda de barriles en un grupo de amantes de la cerveza en Facebook. "Aprobaron mi posteo, que hice con mi cuenta personal, a las 9 de la noche de un domingo. Me acosté y no pude dormir en toda la noche: el teléfono no paraba de sonar por los mensajes y los ‘me gusta’. Al otro día me levanté emocionadísimo. Ahí me di cuenta de que había un mercado y que era cuestión de hacerse conocer", relata.
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El 80% de sus clientes está conformado por fanáticos y fanáticas como él, que quieren tener los barriles en sus casas. El porcentaje restante se divide entre cervecerías artesanales de Capital Federal y el Conurbano, algunas en el interior y otras en el exterior.
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Menos de un año después, Santoro dice que produce tres veces más rápido. Así puede suplir los pedidos a Paraguay, que llegaron hace poco, y se ilusiona con llegar a Brasil. "Como es un producto que casi no se produce en América Latina, es muy exportable. El brasileño es un mercado donde la cerveza artesanal tiene mucha más penetración que en la Argentina, por lo que el potencial es enorme", dice.
Para 2019, espera crecer en unidades entre un 30% y un 40%. Pero sigue sin despegarse del sector que lo formó: el mes pasado ganó un concurso de emprendedores de la Asociación de Industriales Metalúrgicos (Adimra) y le otorgaron un premio de $130.000, que usará para mejorar el taller en la casa de sus padres.
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