¿Es Javier Milei un cisne negro? La pregunta que interpela a Cristina Kirchner y Mauricio Macri
Los fenómenos de pauperización se extienden en la sociedad y abren la cancha a nuevos actores
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¿Fue Javier Milei un cisne negro? Para el arco político –”la casta”, diría el economista– parece que sí. Sin embargo, los números oficiales anticipaban su llegada. Desde que asumieron, Alberto Fernández y Cristina Kirchner, los ingresos de los ocupados se desmoronaron un 12,7%. En el segundo trimestre de este año, antes de la devaluación que disparó a un nuevo nivel la inflación, cayeron 0,25% frente al mismo período del año pasado, según el Indec. Entre 2017 y 2019, cuando se acumularon las corridas cambiarias en el gobierno de Mauricio Macri, esos mismos ingresos se habían hundido un estrepitoso 14,4%.
Desde la mitad del Gobierno del entonces Cambiemos hasta la actualidad de Unión por la Patria, la retracción de los ingresos acumula 24,5%. De vuelta, entonces, la pregunta. ¿Es tan novedoso Milei?
Estos números surgen del informe oficial de Evolución de la Distribución del Ingreso que calcula la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) y fueron procesados por la consultora privada ExQuanti.
Los números oficiales muestran incluso una realidad incluso más preocupante. Los ocupados más golpeados por las crisis que vivió el país desde 2017 fueron aquellos en los estratos bajos. Sus ingresos se desplomaron 17,9% en las pos corrida con Macri; 15% con la inflación y cuarentena obligatoria de Fernández–Kirchner; y 3% en el último año con el ministro de Economía y candidato a la presidencia de Unión por la Patria, Sergio Massa.
Los asalariados viven una pendiente similar: perdieron 14,7% en la era Macri y 14,9% en la Fernández–Kirchner. Sus salarios cayeron 0,99% en el último año con Massa. Para el acumulado de 2017 a hoy, perdieron 23,4%, pero aquellos en el estrato más bajo vieron hundirse su sueldo un 29%.
De nuevo, como son datos del segundo trimestre de este año, no incorporan aún los fogonazos de agosto y septiembre por la generalización del Impuesto PAÍS a las importaciones de fines de julio y la devaluación del 27% –la aceleración del crawling peg más el salto del dólar post PASO– pactada con el FMI para poder sumar nuevos dólares al vaciado Banco Central (BCRA).
El informe del Indec difundido hoy es la contracara de la información del mercado laboral que celebró el Gobierno ayer y es la muestra palpable de que, en los últimos años, los argentinos fueron sometidos a un ajuste violento por precio más que por cantidad. Se trata de una flexibilización laboral sin despidos, pero con bajas de ingresos reales significativas, extendidas en el tiempo y pocas veces vista en el país.
Un trabajo cada vez más precario
El organismo informó una baja del desempleo en un año de 6,9% a 6,2%. Sin embargo, la tasa de empleo se mantuvo en el mismo nivel. Los expertos explicaron que la mejora fue puramentente estadística. La caída en la tasa de actividad –más inactivos; personas que no buscan empleo– es la que determinó la mejora del número oficial de desempleo. Pese a que el empleo registrado crece a ritmo aletargado desde hace varios meses, la expansión más importante se dio entre informales y cuentapropistas. De hecho, los asalariados privados pasaron de representar un 56% en 2012 a un 48% actualmente, según la consultora LCG. Por otra parte, en el primer trimestre de 2018, justo antes de que se desate la crisis cambiaria de Macri, el empleo asalariado privado registrado estaba en 6,3 millones. Actualmente, se encuentra también en 6,3 millones.
La resistencia del empleo –si no quiere verse como un estancamiento– podría matizarse como una buena noticia con una actividad económica cayendo casi 5% en el segundo trimestre del año. No obstante, aquellos economistas con memoria suelen recordar que en los tiempos de hiperinflación, el desempleo mostró tasas bajas. Economistas y una parte de la oposición viene alertando por la posibilidad de una espiralización de los precios ante el vacío de poder, la emisión descontrolada y el salto del gasto público asociado a las medidas tomadas por Massa luego de los efectos implacables de la devaluación sobre los precios. Por caso, la inflación de agosto fue de 12,4%, la más alta desde febrero de 1991 y la de canasta de alimentos, que delimita la pobreza, se disparó 17%. En el Gobierno extienden un “efecto arrastre” a este mes y consideran que tiene que ver con una disparada puntual de los precios por el salto del dólar luego de las primarias.
“Las dos híper que hubo fueron la del ‘89 y la del ‘90, previa a la convertibilidad. En ambos años, el desempleo promedio 7,5%”, rememoró Lorenzo Sigaut Gravina, de Equilibra.
El ajuste sobre los ingresos desató dos fenómenos de pauperización en el mercado laboral. Casi el 10% de los trabajadores tiene más de un empleo (pluriempleo) y este fenómeno registra un crecimiento del 25% desde 2018, según de Ecolatina. “El pluriempleo también está vinculado a la necesidad de sostener determinado nivel de vida”, señaló la consultora.
Por otra parte, según un trabajo de la UBA y la UCA, la cantidad de ocupados pobres llegó a fines del año pasado a 27,3%. Para encontrar un dato similar, sacando el impacto de la cuarentena oficial por la pandemia (30,5% en 2020) hay que remontarse a 2006 (28,5%). El punto más bajo de la serie entre 2003 y 2022 fue 2017 (15,2%).
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