Envase y contenido: perfume y política económica
Massa y su equipo, para adoptar medidas, tienen que aprovechar el pánico que quizá tengan el Presidente y su vicepresidenta; debería hacerlo con objetivos modestos, instrumentos simples y comunicación parca y precisa
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Parafraseando eso de que “la guerra es demasiado importante como para dejarla en manos de los militares”, suele decirse que “la economía es demasiado importante como para dejarla en manos de los economistas”. Cada vez que escucho esto último, antes de afirmar si estoy de acuerdo o no, y con referencia a la política económica, pregunto: ¿en manos de quiénes deberíamos dejarla? Porque no descarto que pueda haber cosas mejores que los economistas, pero también puede haber cosas mucho peores.
Sergio Tomás Massa es el nuevo ministro de Economía; no el superministro. Puede que sea el funcionario más importante del actual gobierno, pero eso es otra cosa. No es un economista profesional, por eso es importante prestarle atención a los funcionarios que lo acompañen, particularmente a su viceministro.
La política económica práctica puede que se integre con fotos, saludos, llamados telefónicos, marchas, apariciones radiales y televisivas, etc., pero también es sustancia. Y como en los Pactos de la Moncloa, la sustancia no la proveyeron Adolfo Suárez, Manuel Fraga Iribarne o Santiago Carrillo, sino un conjunto de economistas liderados por Enrique Fuentes Quintana.
La sustancia se plasma en leyes, decretos, resoluciones y comunicados del Banco Central. Todo lo demás es adorno. No tengo clara la importancia de los adornos en la formación de expectativas, aunque mi formación profesional me lleva a enfatizar que los adornos sólo en el cortísimo plazo son sustitutos de la sustancia.
Pasa lo mismo con los perfumes. No uso y, por consiguiente, no sé nada. Si tuviera que comprar me dejaría llevar por el envase y el precio. Pero después viene el desafío: ¿servirá el perfume que compré sobre la base de esto para aproximarme a los seres humanos que me interesan? Esta es la clave de la sustancia.
Algunos argentinos, con la cabeza afiebrada, hoy razonan así: si Massa “da vuelta esto” será candidato a presidente en 2023; podrá ser presidente entre 2023 y 2027; será reemplazado por Malena Galmarini entre 2027 y 2031, para volver a la presidencia entre 2031 y 2035, y así sucesivamente.
Por favor, focalicemos. La crisis política continúa, Massa y su equipo tienen que aprovechar el pánico que quizás tengan el presidente de la Nación y su vicepresidenta para adoptar medidas. Con objetivos modestos, instrumentos simples y comunicación parca y precisa. Aquí y ahora, evitar males mayores no es poco.
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