Enrique Szewach: “El principal riesgo del ministro es no cerrar con el Fondo, y el principal riesgo del candidato es cerrar con el Fondo”
El economista que coordina el programa del Ieral habló con LA NACION sobre su visión del nivel de actividad actual, las reservas y las negociaciones del Gobierno con el organismo internacional
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Enrique Szewach es el coordinador general del programa económico que está liderando el economista Carlos Melconian, dentro del Instituto de Estudios Económicos sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (Ieral), de la Fundación Mediterránea.
–Las reservas netas son negativas en alrededor de US$6000 millones. ¿Cuánto tiempo puede durar una situación así?
–El dinero es fungible, se puede usar un poco de los encajes del sistema financiero. Ahora están usando el swap de China, que no sabemos cuánto límite tiene. A lo mejor se lo puede seguir renovando, pero ignoramos las condiciones. Después se están restringiendo las importaciones. Por supuesto que cuanta más administración se necesite de las divisas, habrá menos nivel de actividad, más inflación y menos producción. Además, este año termina después de las PASO, después veremos.
–A comienzo de año, las proyecciones de caída de la actividad económica eran peores, debido al impacto de la sequía y a la brecha cambiaria. ¿Por qué la economía no tuvo un freno tan brusco como el que se esperaba inicialmente?
–Primero, la propia inflación le pone presión a la demanda, ayuda a mantener el consumo, porque obviamente la gente se saca de encima los pesos. Segundo, con el salto cambiario, hay lo que los economistas llamamos un efecto riqueza. La gente ahorra en dólares y el poder de compra de ese dólar en términos de pesos es mayor. Después, está el hecho de que la economía cerrada permite tener capacidad de venta. Está el crédito del Ahora 12 también. Obviamente, la economía se está parando, lo que pasa es que no está el efecto de caída tan fuerte como esperábamos, teniendo en cuenta la sequía, la incertidumbre electoral y la caída del salario real. Está también el efecto de que los salarios formales no se han licuado tanto y el hecho de que en los sectores que no pueden ahorrar, el efecto consumo es más fuerte.
–¿Qué pasa con aquellas personas cuyos salarios están perdiendo contra la inflación?
–Ahí hay otro tema también, porque han subido muchos precios que a lo mejor no son representativos del índice de precios individual. A fin del año pasado, cuando saltó la tasa de inflación, una de las razones fue que subió el precio de la carne. Ahora la carne estuvo quieta en todo este período. Después subieron los colegios privados, la medicina prepaga y el alquiler, y eso no alcanza a aquellos que no tienen esos servicios. Cuando hay tanta dispersión de precios, el índice no refleja la inflación de una persona en particular. Es cierto que el salario real cayó, pero fue contra un promedio de precios. A la persona que está empleada en relación de dependencia, que tiene obra social, la suba de la medicina prepaga no le llegó. Probablemente, si manda sus chicos a un colegio público, no tuvo aumento de cuota. Hay un montón de ítems que no forman parte de esto. Cayó el salario, pero no sabemos con qué intensidad.
–Esas personas, por más que utilicen la salud o la educación pública, deben comprar medicamentos y útiles, que también aumentaron de precio. Y el índice de alimentos está subiendo por encima del promedio...
–En alimentos está el efecto sustitución en el consumo, que no los mide el índice. Cuando sube el precio del tomate, no se come ensalada de tomate. Se comerá en menores cantidades o habrá sustituciones. Estamos tratando de entender por qué, pese a que todos los números dan mal, la economía no se ha destruido como hubiera pasado si esos números que dan mal estuvieran generalizados. Hay un montón de explicaciones. Me parece que entre ellas está el hecho de que en esta variación de precios relativos hay todo un conjunto de la población que la sufre de una manera diferente que otra. Cuando el promedio es poco representativo, como pasa ahora, es difícil explicarlo de esta manera.
–¿Por qué, a pesar de que cada vez hay más reservas netas negativas, la brecha cambiaria se mantiene estable en torno al 90%?
–La brecha se mueve de escalones, no es un continuo. Si de pronto hay algo que la gatilla, saltan los tipos de cambios paralelos. Ahora hay tranquilidad, porque está la idea de que habrá acuerdo con el Fondo, que el Banco Central seguirá interviniendo y que Massa no va a devaluar hasta las PASO. Y los ahorristas ganan entre 7% y 10% de tasa con el carry trade. Hay gente que además se sobredolarizó. Por otro lado, si no sobra la plata para consumir, tampoco sobra para comprar dólares. Las empresas tienen restricciones para comprar debido a este cepo maquiavélico o mamarracho, que está generando esta historia.
–¿Y por qué cree que no hay una salida masiva de depósitos?
–En la suma hay mucha plata depositada, pero cuando se miran las cuentas individuales, hay grandes empresas con grandes montos, que obviamente no se lo puede llevar el tesorero a su casa. Y hay muchas cuentas de pequeños ahorristas que consideran que tienen poco saldo y prefieren dejarlo. En el fondo, muchas más explicaciones no hay. Si todos los días están diciendo que se está usando plata de los encajes y los dólares siguen en los bancos, es porque no pueden ir a otro lado.
–¿Cuál cree que es la mayor preocupación que debería tener Massa de acá a las PASO?
–Tiene el riesgo de no cerrar con el Fondo, porque se le descontrolaría mucho la macro. Sería el gatillo. Aun teniendo el swap de China, que alcanza para cubrir ciertas cosas, si no está el acuerdo con el FMI, ni siquiera eso sirve. También se paralizan todos los desembolsos de organismos multilaterales, inclusive sospecho que con China debe haber una cláusula que dice que hay que mantener la relación con el Fondo funcionando. Por lo menos así era antes, no sé cómo es ahora. El principal riesgo que tiene el ministro de Economía hoy es no poder cerrar con el Fondo, y el principal riesgo que tiene el candidato es cerrar con el Fondo.
–En la negociación con el FMI, ¿lo ayuda a Massa ser también precandidato presidencial?
–Que sea candidato le da más credibilidad para negociar, pero no cambia los términos de la negociación. Si Massa dice blanco, lo dice además el candidato. Ahora, le siguen pidiendo blanco, no le van a pedir otra cosa por ser el candidato. El Fondo que yo conozco, que obviamente es mucho más light que el Fondo habitual, no cambia su condicionalidad técnica porque está hablando con un candidato o porque está hablando con un ministro. En todo caso, el candidato consigue que haya más presión de la política norteamericana, cosa que tengo algunas dudas, pero supongamos eso. Le da más representatividad para firmar, pero no cambia las condiciones que tiene que firmar.
–Usted decía que hay muchos actores de la economía que no la están pasando tan mal, aun con la brecha cambiaria, la inflación y la economía cerrada. ¿Cree que igual hay voluntad para hacer un cambio profundo de régimen económico?
–Quiero creer que sí. Hay gente que está mejor, transitoriamente, pero cuando hay 150% de inflación, 40% de pobreza y no hay trabajo formal, independientemente de que por un ratito a uno le vaya un poquito mejor, la sensación es que esto está mal y se piensa cuánto dura esta historia. Hay otro clima de época en la Argentina, que no había en 2015, cuando no se sentía la crisis. Hoy no hay que explicar lo que es una crisis, es otro clima de época. Además, para ser justos, Milei forzó algunas discusiones que antes no estaban tan claras. La política argentina me parece que también está entendiendo que está en una situación muy complicada, porque ahora tenemos un problema de poner en riesgo la democracia en serio. Cuando la pobreza empieza a superar ciertos límites, las instituciones no importan. En la Argentina casi nunca importaron, pero ahora importan menos. Y tercero, y a mí me parece muy importante, uno recorre todos los médicos hasta que encuentra el que le dice lo que quiere escuchar. Cuando vos tenés un médico que dice “tomate una pildorita que esto es bárbaro”, y otro que dice “tenés que operarte”, primero vas por la pildorita. Hoy no hay nadie diciendo “tomate una pildorita” que esto es bárbaro desde el punto de vista de la macroeconomía. Eso me parece importante, porque quien le hable al oído a cualquier candidato de cualquier signo, inclusive a Massa, lo tiene claro.
–Massa dice que la industria está creciendo y que la tasa de desempleo es baja. Hay un oficialismo que promete que esta situación puede seguir y una oposición que admite que es necesario un fuerte ajuste.
–Massa no puede decir que esto está mal, porque él es el ministro. Además, en la Argentina la tasa de desempleo siempre fue baja, porque lo que es flexible es el salario. Solo hubo desempleo en la convertibilidad, porque no se podía ajustar el salario. El salario real representa la productividad. Esta economía es de baja productividad, porque viene cayendo sistemáticamente la inversión. Tenemos una economía de salarios bajos e improductivos, con mucha informalidad. Aun la gente que vive de los planes sociales está siendo licuada. Tenemos a Massa diciendo que esto se puede arreglar con continuidad y que los problemas actuales son solo de la sequía, lo cual es falso; sino, no hubieran inventado el dólar soja, y la oposición tendrá que convencer a la sociedad de que esto es por otra cosa.
–¿Pueden convivir el dólar y el peso desde el primer minuto o hay que hacer unas reformas previas?
–Hoy están conviviendo. Los argentinos ahorramos en dólares y las transacciones las hacemos en pesos, salvo las grandes, que es cambiar un ahorro por otro. Hay que legalizar lo que hoy es gris. Eso se puede hacer el primer día. Eso no quita que haya que tener normas macroprudenciales, como tiene la mayoría de los sistemas del mundo para que no haya descalce de monedas. Dependerá mucho también de las condiciones iniciales, no sabemos si ya habrá ajustado el sector cambiario porque la realidad se impuso o no. La bimonetariedad implica que algo que hoy está pasando de manera informal o transaccional se pueda hacer a la luz del día y no como si fuera un delincuente. Por otro lado, hay que evitar irse al extremo, donde se genera tal volatilidad de entrada y salida de capitales de corto plazo que finalmente perdés el control macroeconómico. El gobierno anterior arrancó con un mercado libre y terminó encepado. Nosotros queremos hacer un camino razonable, inserto en un programa general. El régimen cambiario es parte de un programa, no es una cosa aislada. Si vos adoptás ese régimen cambiario hoy, volás por los aires, porque tenés un programa que no funciona. Con un programa, con otra política, con otras mayorías en el Congreso, con otro apoyo y con otro contexto, dentro de todo eso, hay un régimen cambiario. El régimen cambiario de hoy es consecuencia de todo esto.
El autor estudió Economía en la Universidad de Buenos Aires (UBA); fue economista jefe de FIEL (1980-1990) y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo y del Banco Mundial; fue vicepresidente del Banco Nación (2015-2017) y director del Banco Central (2017-2019); actualmente es director ejecutivo del Ieral de la Fundación Mediterránea
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