Energías renovables: el diagnóstico sobre la Argentina de una de las mayores compañías del mundo
Vestas, que opera en la Argentina desde 1994, tiene una planta donde fabrica las torres de los aerogeneradores
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La energía renovable pasó de representar menos del 2% del total de la matriz energética del país, en 2017, a generar alrededor el 14% en apenas cinco años. El 73% de ese total está explicado por la energía eólica, que genera electricidad a partir del viento. El primer aerogenerador en la Argentina (y en América Latina) fue instalado en 1994, en Comodoro Rivadavia, por una compañía del grupo Vestas, la empresa danesa que opera en el país desde entonces.
“En aquel momento, la energía eólica era muy cuestionada, porque era muy subsidiada y muy inestable. Desde el programa Genren, lanzado en 2009, hasta las licitaciones Renovar de 2017 y 2018, incluso, la eólica era tildada de cara, ineficiente y que la intermitencia no contribuía al sistema. Pero si no hubiésemos tenido estos parques, seguramente no se hubiese desarrollado el sector tan rápido”, dice Andrés Gismondi, country manager y sales director South Cone (excepto Brasil) de Vestas, en una entrevista con LA NACION.
Vestas tiene en operación 460 aerogeneradores en el país, que miden entre 80 y 130 metros de altura hasta la turbina, de donde se enganchan las tres aspas (cada una de 68 metros de largo). Sus funciones son la de construcción de los parques eólicos y el posterior mantenimiento y servicio por un tiempo.
Para ello, tiene plantas en Florencio Varela (Buenos Aires) y en La Esperanza (Santa Fe), donde fabrican las torres, mientras que el resto es importado. Sin embargo, cada vez producen menos en el país por el dinamismo que perdió la construcción de parques y por las trabas para importar.
“Hasta 2019, habíamos desarrollado una fabricación local, que incluía todo lo que son las torres, pero también todas las líneas de ensamble para hacer los generadores y los bujes, que es básicamente el hub dónde están las tres palas. Venían todas las partes y teníamos una planta en Campana y había otro fabricante también en la Argentina, que quería hacer algo parecido. Eso último lo tuvimos que cerrar, lamentablemente, en 2020, porque no tuvimos un mercado que acompañe, no teníamos pedidos para suministrar. Con las torres hemos podido subsistir exportando temporalmente, aprovechando esas capacidades, que son de altísima calidad. Tenemos dos contratistas con los que trabajamos muy bien”, dice Gismondi. La empresa emplea a 300 trabajadores directos y otros 500 indirectos.
Con relación a las trabas para importar, el directivo indica que “está muy difícil”, pese a las conversaciones regulares que mantienen con el Gobierno. “No estamos teniendo todo lo que se precisa. Entendemos que tal vez estamos mejor que algún otro sector, pero la operación es extremadamente compleja, porque es algo que debiera ser automático y que uno no debiera dedicarle mucho tiempo. Se le agrega mucha complejidad a la operación y genera ineficiencias. A veces, por falta de algún insumo, no podemos seguir produciendo energía, que sabemos que es un bien escaso”, indica Gismondi.
“Sabemos que hay esfuerzos de parte del Gobierno y esperamos que puedan mejorarse. Los nuevos proyectos están siendo muy difícil para fabricar las torres, estamos teniendo muchísimos problemas para poder avanzar en nuevos proyectos que quieren solicitar las SIRA, porque no están obteniendo las autorizaciones. Eso nos genera mucha incertidumbre hacia el futuro, porque va a forzar otra vez discontinuar la producción y cuando eso pasa, la producción industrial pierde eficiencia y se tiene que volver a analizar qué hacer con todas las plantas y todas estas capacidades productivas. Tenemos que evitar al máximo todos los escenarios de arrancar y parar, porque eso nos hace que seamos malos o que seamos ineficientes”, agrega.
Si bien hay diálogo con el Gobierno, dice que la energía renovable no está “dentro de esa cartera de prioridades estratégicas del Estado”, como está Vaca Muerta, el litio y la tecnología del conocimiento.
“No puedo decir que estamos desatendidos, pero no estamos teniendo la dinámica y la atención que nos gustaría ver. Nos gustaría ser más socios de este gobierno y de todo gobierno que esté trabajando en desarrollar y ampliar las capacidades de renovables”, comentó.
Para dar una dimensión de la importancia de la energía renovable, la Cámara de Energía Eólica realizó un estudio que muestra que, en el último año y medio, este tipo de generación eléctrica permitió un ahorro de US$3700 millones a la Argentina por la sustitución de importación de combustible.
“No es solamente la energía que aporta al sistema y que ya no requiere importar combustibles, sino que estamos desplazando a las plantas de generación más ineficientes. Esa combinación hace que seamos un aliado estratégico para el Gobierno, porque es muchísimo el dinero que podemos ahorrar. Tenemos que hacer un hub energético conjunto con Vaca Muerta, hacer crecer los dos sectores al máximo, porque nos va a permitir ser complementarios y aumentar las exportaciones también de combustibles fósiles de gas. Cuanto más renovable haya, más vamos a poder exportar y más estabilidad tendrá el sistema, porque habrá mayor diversificación de nuestra matriz energética”, concluye.
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