En un país como la Argentina, donde la moneda emitida por el Banco Central se usa como unidad de cuenta, y para hacer transacciones, pero no como reserva de valor, las criptomonedas en general, y la bitcoin en particular, lucen particularmente atractivas. Su principal atracción consiste en que son “a prueba de la intromisión estatal”; por ejemplo, en que los gobiernos no pueden emitirlas en su provecho. Pero, si esto es así, ¿cómo se explica la fortísima caída de las cotizaciones, con respecto, por ejemplo, al dólar y al euro, que siguen siendo monedas manejadas por bancos centrales? Al respecto conversé con el español Martín de Azpilcueta y Jaureguizar (1492-1586), sacerdote dominico que estudió teología en las universidades de Alcalá de Henares y de Toulouse. Enseñó en las de Salamanca y de Coimbra. Regresó luego a España. Y jugó un rol singular dentro de la Escolástica tardía.
–Su principal contribución al análisis económico se refiere al valor de la moneda.
–La revolución de precios ocurrida en Castilla inspiró mis escritos. Una de las primeras consecuencias para la economía de Castilla en el siglo XVI, generadas por la oferta de metales preciosos proveniente de América, fue el sostenido aumento de los precios. Earl Jefferson Hamilton lo cuantificó, calculando que el nivel general de los precios se triplicó entre 1501 y 1600.
–¿Revolución de precios? Si el nivel general de los precios se triplicó en un siglo, el aumento equivalente anual fue de 1,4%. ¿Tanto lío por una insignificancia?
–Nunca miremos el pasado con ojos del presente. Después de las inflaciones europeas de la década de 1920, y de las latinoamericanas de la década de 1980, lo que ocurrió en el siglo XVI no nos impresiona. Pero en aquel momento fue un shock.
–Buscando explicaciones, usted aparece como un pionero de la denominada teoría cuantitativa del dinero, muy anterior a la invención “oficial” de la referida teoría.
–Observé la diferente capacidad adquisitiva del dinero en los distintos países, según la abundancia o escasez que en ellos hubiera de metales preciosos. En mis palabras y en el castellano de mi época, “el dinero vale más donde y quando ay falta del, que donde y quando ay abundancia”.
–Los tenedores de bitcoins, quienes hasta hace poco se burlaban de quienes no tenían ninguna en su portafolio, ahora se interrogan con angustia.
–Hablemos primero de dinero y luego de las criptomonedas. ¿Quién lo inventó? Lo ignoro y probablemente no se sepa a ciencia cierta, pero seguramente que al comienzo esa genialidad no fue emitido por los gobiernos.
–Pero no se la iban a perder…
–Obvio, con la consiguiente tentación, vía inflación, de emitir más moneda, para financiar los gastos públicos, haciéndole perder poder adquisitivo a la moneda ya emitida. Los denarios negros, resultado de quitarle plata al interior de los denarios originales, para llenarlo con metales más baratos, es un ejemplo temprano de tropelías públicas en materia monetaria.
–Algunos confunden dinero con billetes.
–Buen punto. Los billetes son una forma moderna de dinero, revolucionaria cuando apareció y que seguramente alguna vez será reemplazada por alternativas más cómodas. Por ejemplo, el mantenimiento y la transferencia de dinero, a través de métodos digitales. Lo cual implica que el dinero no va a desaparecer en el sentido de volver al trueque, pero sí pueden desaparecer los billetes. Pero, a propósito de lo que estamos conversando, no es lo mismo dinero digital, emitido por el Banco Central, que criptomonedas.
–¿Cuál es el encanto de las criptomonedas?
–Desde hace mucho tiempo, los argentinos practican la sustitución de monedas, como se denomina al hecho de que utilizan la local para las transacciones, pero una extranjera (principalmente el dólar) como reserva de valor. Pero, por más confiable que sea, el Sistema de la Reserva Federal es un banco central, y por consiguiente, no exento de riesgos políticos. El atractivo de la bitcoin es que se trata de una moneda cuya emisión, tenencia y transferencia, se dan exclusivamente entre privados.
–Lo cual implica que, más allá de que pocos entienden el funcionamiento integral del sistema, confían en que, del lado de la emisión, no se producirán sorpresas desagradables.
–A los argentinos, cuya moneda perdió nada menos que 13 ceros entre 1970 y 1992, esto suena como música para sus oídos.
–Sonaba. ¿Por qué una moneda tan atractiva cayó tanto en su precio?
–Porque así como nadie se puede meter con la oferta, tampoco nadie puede manejar la demanda. Demanda que, hasta comienzos del corriente año, generó fabulosas ganancias, meramente escriturales entre quienes mantuvieron sus bitcoins, y efectivas entre quienes, al grito de “me planto”, las convirtieron en otras monedas o compraron bienes. La historia del bitcoin no es solamente la del actual colapso de las cotizaciones, sino también la del sorprendente aumento en los años anteriores.
–¿Cuál es el respaldo del bitcoin en particular, y de las criptomonedas en general?
–La cuestión del respaldo del circulante fue muy importante, históricamente. Es más fácil transportar papeles que monedas o barras de oro; pero inicialmente alguien aceptaba papeles en vez de monedas o barras, porque el emisor del papel (que tenía las monedas o las barras en el tesoro del banco) era creíble, y en todo momento estaba dispuesto a cambiar los papeles por su respaldo.
–Eso fue hace mucho tiempo, porque, ¿qué respaldo tienen los actuales billetes emitidos por el Banco Central?
–Desde el abandono de la convertibilidad, ninguno. A punto tal que los billetes dicen “Banco Central de la República Argentina”, a secas. Pero el Estado argentino no puede negarse a que los tenedores de pesos los utilicen para pagar los impuestos; por eso siempre “algo” van a valer.
–¿Y en el caso del bitcoin?
–No existe tal cosa. La única razón por la cual alguien compra una criptomoneda, es que piensa que en el futuro la venderá a un precio superior. Por supuesto que, en el caso de la bitcoin, esto en ningún momento estuvo asegurado, pero en el camino de ida de los últimos años, la expectativa de ulteriores aumentos era muy grande. Hasta que apareció la fuerte caída verificada en lo que va de 2022.
–¿Van a desaparecer las criptomonedas, y en particular el bitcoin?
–No hay como saberlo. Claro que, como existen cientos de ellas, quizás miles, algunas seguramente desaparecerán, pero no sé si todas. Lo que el episodio de 2022 mató fue la “magia” de encontrar la forma de vivir sin estudiar, sin trabajar, sin esforzarse, etcétera.
–Mató, de pronto, es una exageración, porque la pasión de vivir sin trabajar no creo que desaparezca.
–Buen punto, Juan Carlos. Esperemos que, por el momento, se morigere.
–Don Martín, muchas gracias.
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