Goldman Sachs se sumó a las críticas a la dolarización y dijo la Argentina necesita un ajuste “rápido y tangible”
El banco de inversión dijo que el país no tiene las condiciones para llevar adelante la reforma monetaria amortiguando sus costos, y que, sin disciplina fiscal, el esquema puede “colapsar”
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WASHINGTON.- El banco de inversión Goldman Sachs se sumó a las críticas a la dolarización propuesta por Javier Milel al indicar en un informe que la Argentina no tiene las condiciones para amortiguar sus costos, y que, sin una estricta disciplina fiscal, la reforma “podría ser muy dolorosa o eventualmente colapsar”, tal como ocurrió con la convertibilidad a fines de los 90. Además, el banco advirtió que un descenso rápido de la inflación bajo ese régimen monetario es plausible, pero “no está garantizado”.
Alberto Ramos, economista jefe de Goldman para América latina, y Sergio Armella, prepararon un informe de 19 páginas en el que analizan la propuesta de dolarización de la economía argentina, el pilar de la campaña presidencial de Milei. “¿La dolarización es una oferta que no se puede rechazar?”, fue el título que eligieron.
En su análisis, los analistas señalan que la dolarización exige una política macroeconómica “sólida” y una política fiscal disciplinada, en línea con los reparos que han planteado otros economistas en Estados Unidos, y también el Fondo Monetario Internacional (FMI).
“Sin disciplina fiscal, la dolarización podría ser muy dolorosa o eventualmente colapsar”, alertaron.
El informe plantea un camino alternativo para encarrilar a la economía argentina y colocarla en un sendero de crecimiento sostenible sin inflación: “un ajuste fiscal estructural, rápido y tangible”, un banco central independiente, que además deje de financiar al Tesoro; la liberalización financiera, es decir, la eliminación de los múltiples tipos de cambio, “cepos” y controles de capitales, y la implementación de reformas estructurales que lleven a una economía “más abierta, productiva y flexible”.
Ese menú, indicaron los economistas, “podría ser suficiente para poner a la economía en un camino sostenible sin la necesidad de adoptar el paso drástico de la dolarización”.
El informe de Goldman Sachs, uno de los principales bancos de inversión de Wall Street, intenta desmenuzar el debate sobre la dolarización indagando en las razones detrás de la estrategia, los eventuales costos y beneficios, y cómo podría llegar a implementación. La lógica de la dolarización, escribieron los economistas, parece anclada en la proposición de que si el banco central es incapaz de financiar al gobierno nacional, se deberá ajustar el déficit fiscal.
Los economistas remarcaron que la dolarización no es gratis, tiene costos, y deja a la Argentina con menos herramientas de políticas ante un eventual shock externo, un menú de advertencias conocido que ya han puesto sobre relieve otros economistas, como Mark Sobel, quien fue director de Estados Unidos en el board del Fondo Monetario, o Robin Brooks, del Instituto Internacional de Finanzas.
Una de las consecuencias de la dolarización, indicaron, es que ante una crisis externa y sin posibilidad de ajustar el tipo de cambio, los precios y los salarios de los servicios deberían caer para preservar la competitividad, algo similar a lo que ocurrió en los 90 durante la convertibilidad, cuando había tipo de cambio fijo.
“Los beneficios más visibles de la dolarización se inclinan hacia el corto plazo y hacia una desinflación relativamente rápida debido al cese inmediato de la imprenta y al reemplazo de una moneda débil con una demanda limitada y decreciente por una moneda con mercados profundos y respaldada por la credibilidad de la Reserva Federal de Estados Unidos”, escribieron.
“Pero advertimos que un rápido avance de la desinflación, si bien es ciertamente posible, no está garantizado”, advirtieron.
Disciplina fiscal
Para los economistas, la dolarización no es equivalente a un plan de estabilización, ya que la dolarización requiere un contexto de política macroeconómica sólida para ser sostenible y, ante todo, exige disciplina fiscal.
Además, los economistas también advirtieron que si la dolarización se hace a un tipo de cambio muy alto –un escenario plausible que ha sido reiterado en varias oportunidades dada la fragilidad de las reservas del Banco Central–, “la inflación puede demorar más tiempo en converger a valores bajos que uno esperaría en una economía dolarizada”.
Ramos –quien trabajó en el FMI antes de incorporarse a Goldman Sachs– y Armella indicaron que la Argentina no cumple con varias características o precondiciones para adoptar el dólar como moneda mitigando los costos. En la lista, los economistas mencionaron el hecho de tener una estructura económica similar a la de Estados Unidos, una flexibilidad significativa de precios y salarios, movilidad de capital y de mano de obra, una economía política y un contexto social que respalden la disciplina fiscal y el ajuste cuando sea necesario, y, por último, “una masa crítica de reservas brutas” para reemplazar los pesos y respaldar los pasivos del sistema financiero a corto plazo.
Uno de los déficits principales de esa lista es la falta de reservas, que actualmente están en territorio negativo. Una alternativa es financiar la dolarización con deuda, pero eso elevaría la deuda externa y crearía una nueva fuente de futura vulnerabilidad. Además, la Argentina no tiene acceso al financiamiento. El informe concluye que “lo más probable es que la dolarización de la economía tenga que hacerse con un tipo de cambio débil y muy depreciado”.
“Cuanto más débil sea el tipo de cambio, menos dólares necesitarían las autoridades para dolarizar. De hecho, a $1000 por dólar, con aproximadamente 15.000 millones de dólares, las autoridades podrían comprar la base monetaria y cubrir los requisitos de reservas sobre los depósitos en pesos y en dólares. Cubrir también el volumen de pasivos remunerados del Banco Central eleva el precio total a unos 35.000 millones de dólares”, especificaron.
Para los economistas, el ajuste fiscal no es un subproducto automático de la dolarización, y pusieron a Ecuador como un ejemplo. Tras la dolarización, Ecuador siguió acumulando grandes déficits fiscales y terminó reestructurando su deuda dos veces, en 2008 y en 2020, y debió recurrir al FMI. Y señalaron que fue una crisis fiscal, de deuda soberana y bancaria la que finalmente derribó la convertibilidad en Argentina en 2001.
“Sin disciplina fiscal, la dolarización es muy dolorosa: implicaría costos muy significativos en términos de crecimiento y empleo, o eventualmente colapsaría”, insistieron.
“En última instancia, un ajuste fiscal, estructural rápido y tangible, junto con un banco central independiente y responsable, libre de las garras del dominio fiscal, una liberalización financiera, evitando los controles cambiarios y de capital, y reformas estructurales para hacer la economía más abierta, productiva y flexible, podrían ser suficiente para poner a la economía en un camino sostenible sin la necesidad de adoptar el paso drástico de la dolarización”, concluyeron.
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