En tiempos de crisis, los líderes deben ponerse los anteojos de la bonanza
Es el año 2008. España vive una fuerte recesión que pone en jaque la supervivencia de sus empresas y organizaciones. La economía se contrae; surge la recesión. El consumo decrece y los indicadores van en plena caída libre. Aparece el alto desempleo, disminuye el crédito y aumenta la deuda pública. La incertidumbre se agiganta en la sociedad como un monstruo que todo lo devora.
Fronteras afuera de España, el resto de Europa tiembla frente al derrumbe económico. El contexto regional, lejos de ser auspicioso, aumenta la angustia que ya existe en tierras ibéricas. Así es como José Luis Rodríguez Zapatero, presidente español, pronuncia en una entrevista periodística la palabra tan temida para la gente, crisis.
¿Quién podría ser capaz de mostrar optimismo en aquel país al borde del colapso económico, financiero y social? ¿Quién saldría airoso de un escenario que surgía como completamente hostil?
Se puede pensar entonces en, por ejemplo, Mercadona, una empresa de capitales valencianos, con miles de supermercados y tiendas distribuidas por toda España.
En un escenario de incertidumbre, la cadena de consumo masivo perdía en 2008 un promedio de 40 clientes por local al día.
Contra todos los pronósticos, el número uno de la compañía española decidió fortalecer los pagos, los salarios y los bonus, manteniendo la calidad de los productos y cuidando el bolsillo de sus clientes. Las medidas contraintuitivas sacaron a Mercadona a flote y reforzaron su liderazgo en el mercado de consumo doméstico.
¿Y por casa cómo andamos?
Cuando hablamos de entornos sumamente volátiles e inciertos, los argentinos saben bien de qué se trata. Durante el siglo XX, y en lo que va del XXI, la economía argentina estuvo marcada a fuego por la inestabilidad y la falta de rumbos claros y predecibles.
Sin embargo, el vaso de la actualidad argentina puede verse medio lleno o medio vacío. Para sobrevolar con éxito los vaivenes de la coyuntura es preciso tener, ante todo, agallas; comprender que el pensamiento debe adaptarse a las variables del contexto, desarrollar un espíritu colaborativo y adoptar una mentalidad sistémica.
En ese sentido, el caso de la española Mercadona sirve como inspiración de una toma de decisiones diferente o, como se advertía anteriormente, contraintuitiva.
A pesar de lo que pueda pensarse, la recesión –la crisis– presenta un contexto casi ideal para experimentar: único para el aprendizaje, el abordaje interdisciplinario, la comprensión de oportunidades y el trabajo de desafíos internos.
Es en este contexto en el que la estrategia, la motivación y una ejecución creativa e innovadora toman un importante rol de igual peso en la persona que ocupa la cúpula de la compañía.
De la misma manera es preciso dejar atrás todo tipo de sesgos y utilizar la psicología inversa: cuando llega la crisis es necesario ponerse los anteojos de bonanza. Y ante la bonanza, al contrario, usar los anteojos de la crisis.
Y esto, que parece un simple juego de palabras, es un punto clave que demanda confusoesfuerzo e inteligencia a todos en una organización, pero sobre todo a los líderes.
Porque las consecuencias de las malas decisiones tomadas en años de bonanza se reflejan en la crisis. Y a contramano, en la bonanza vemos el resultado de las buenas decisiones tomadas en los períodos que son adversos.
La Argentina vive momentos sumamente complejos, pero también ofrece grandes oportunidades. Todo depende del cristal con que se mire. Los ejemplos positivos sobran en todos lados. Mercadona es sólo una de las tantas empresas que logró salir airosa cuando tenía todas las de perder y en una crisis que todavía hace mella en el Viejo Continente.
Después de todo, como dice Antoine de Saint-Exupéry en su célebre El Principito, hay que soportar dos o tres orugas para ver las mariposas.
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