En qué gasta y en qué no gasta el Gobierno y un gran interrogante, ¿es sostenible el ajuste de Milei?
Hay centenares de partidas del presupuesto que a esta altura del año no registraron ningún movimiento; la presión por los efectos sociales, la caída de la actividad y el comportamiento de la recaudación impositiva generan dudas sobre el plan
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La Argentina transcurre por este tiempo en el ajuste más plebiscitado de la historia. El presidente Javier Milei sostuvo su campaña en algunos postulados, entre los que sobresalía el ajuste de las cuentas públicas. Luego, tanto en las PASO, en las cuales se impuso, como en la primera vuelta electoral, cuando ganó su ticket para competir en el balotaje, insistió con el asunto. Finalmente, se consagró como primer mandatario, también con el ajuste como bandera.
En sus primera palabras, en las escalinatas del Congreso, una multitud festejó y vivó el concepto del ajuste. En ese lugar, además, plantó un mojón discursivo que ahora es el caballito de batalla con el que se inician todas las negociaciones: “No hay plata”, dijo. Y hubo festejos en la plaza.
Pero claro, si bien no hay mucha plata, pues siempre algo hay. Es verdad que existe una fuerte caída en el gasto, pero algo de dinero hay. Y la primera pregunta que surge es en qué gasta la billetera de Milei. Inmediatamente aparece la segunda y más importante cuestión: ¿es sostenible esa manera de gastar?
En principio, una aclaración. La Argentina funciona este año sin ley de presupuesto. En plena campaña electoral, el entonces ministro de Economía, Sergio Massa, presentó el proyecto que cada año debe discutir el Congreso. El texto fue una ilustración de lo que no iba a suceder este año. Fue el candidato libertario el que dijo que era preferible tratar el tema ya en la siguiente administración (es decir, en la actual). Pero eso nunca sucedió, jamás se inició el debate y, entonces, se utiliza el presupuesto correspondiente a 2023, con una actualización de partidas.
Dicho esto, los números generales no expresan demasiado. Apenas representa un dato nominal. Pero lo que sí es relevante es la proporción de las partidas, ya que eso habla de las prioridades de la gestión, de las áreas para las cuales se autorizan gastos y para la cuales no. Algo que llama la atención es el “club de los ceros”, un segmento en el que no se ha autorizado prácticamente ningún cheque en lo que va del año.
Los números grandes muestran que la Anses ya ejecutó el 51% del presupuesto para 2024 en los primeros 100 días del año, según datos del Ministerio de Economía, basados en el Sistema Integrado de Información Financiera. Pese a la licuación del valor de las jubilaciones y pensiones, ya se fue la mitad. Eso significa que, a este ritmo, el 19 de julio se quedaría teóricamente sin dinero. Eso podría suceder mucho antes, dados los reajustes previstos para los haberes. El Ministerio de Capital Humano, del que dependen la Anses y los planes sociales y alimentarios, ya ejecutó el 51,26% de lo presupuestado. También se quedaría sin plata en julio.
“Los contratos se cumplen y se pagan”, dice y repite el Presidente. El cumplimiento de las obligaciones de la deuda es la segunda partida en importancia, con 18,13% de lo asignado para este fin, ya ejecutado.
Una conclusión que surge de mirar los datos oficiales es que de cada 100 pesos que gastó el Gobierno desde el 1° de enero, prácticamente 70 fueron para estos dos rubros (pagos de la Anses y compromisos de la deuda). Quizá acá se encuentre una explicación para el raid alcista de los bonos argentinos, que no dejaron de subir desde que asumió Milei. El pago de la deuda es prioritario y eso se refleja en los números macro de la economía. El discípulo de la escuela austríaca sabe que una parte enorme del camino por recorrer debe hacerse con el apoyo de la confianza de los potenciales inversores y prestamistas del país.
Respecto de la Anses, entre quienes miran los números de la caja del Estado ya corre la pregunta sobre qué pasará cuando empiecen a faltar los fondos, en función de lo presupuestado, allá por mitad de año. De hecho, ese mismo horizonte puede verse en algunas empresas públicas donde dicen que el dinero alcanza hasta entonces. Aerolíneas es una de ellas; allí saben que tendrán algunos meses de liquidez si la temporada de invierno viene bien. Por ahora, al menos en la contabilidad del Estado, tanto por las partidas que están en el Ministerio de Economía como en el de Infraestructura –que subsiste marginalmente– no se giró dinero.
Cuando se mira el mapa general de los gastos del Estado llama la atención la disparidad entre lo que han devengado unos y otros. Por lejos, el hombre que menos devengó es uno de los padres del ajuste: el ministro de Economía, Luis Caputo. Mirar la línea donde se anota lo que ha gastado esa dependencia respecto de lo que tenía presupuestado es toparse con una romería de ceros. Miles de millones de pesos están quietos.
Por ejemplo, el Fondo Fiduciario Nacional de Agroindustria (Fondagro), que tenía presupuestado algo más de $37.000 millones no se tocó. Claro que esta partida forma parte de una de las batallas de Milei: la que encaró contra los fondos fiduciarios. Pero hay casos muchos más llamativos. El programa para la “Implementación de la Ventanilla Única de Comercio Exterior”, financiado por el crédito del Banco Interamericano de Desarrollo número 3869/OC-AR, que tenía reservado $8613 millones, ejecutó 1,91%. Y el Sistema Nacional para la Prevención y Mitigación de Emergencias y Desastres Agropecuarios, con una ejecución de cero.
El recorte de Caputo no solo fue a programas específicos. Por ejemplo, la “Adecuación Edilicia de los Pisos 4 y 5, Sector Adolfo Alsina 470 del Ministerio de Economía, presupuestado en $48,8 millones, se frenó totalmente, al igual que todo tipo de refacción en el Palacio de Hacienda.
Los ceros aparecen también en la minería y la energía. El programa llamado “Apoyo al Proyecto de Reversión del Gasoducto Norte –Obras Complementarias al Gasoducto Presidente Néstor Kirchner (con $61.472,7 millones asignados), que tiene un crédito de la CAF, no registró un solo movimiento en el año, algo parecido a lo que sucede con los fondos destinados al Estímulo a la Producción de Gas Natural, para los cuales, de $149.124 millones asignados se gastó el 7,88%.
Allí también se puede ver la feroz caída de los subsidios energéticos. Técnicamente, el asiento contable se llama “Sustentabilidad del Mercado Eléctrico” y se le asignó un monto anual para gastar de $1,75 billones. Lleva gastado el 14,25%. Son los números de la motosierra.
El extinto pero residual Ministerio de Infraestructura es otra bacanal de ceros. Vialidad Nacional cortó los pagos al punto tal que recorrer los renglones en los que se detalla la obra, el presupuesto y lo devengado, es un viaje al vacío. Apenas unas obras se han mantenido activas; el resto, sin movimiento alguno. En Transporte pasa algo similar. Ni siquiera el influyente Eduardo Eurnekian ha tenido suerte, ya que la obra para la terminación de la siempre inconclusa torre de control del aeropuerto de Ezeiza, que tiene reservados $901,7 millones, no registró ninguna novedad en lo que va de 2024.
Como ha dicho Milei, la obra pública se termina. Y se terminó no solo la nueva, sino también la necesaria para mantener el stock de capital de la infraestructura.
Asoma, tras el análisis de qué se hace en materia de gasto, la segunda pregunta: ¿es sostenible el ajuste?
La cuestión social
Antes de contestarla, merece la pena hacer un alto en uno de los rubros más sensibles: el gasto social. En el Ministerio de Capital Humano también hay motosierra. Por ejemplo, en el presupuesto hay varios renglones referidos a la proyectada construcción de Centros Territoriales de Políticas de Genero y Diversidad, para distritos como Catamarca, Morón, Resistencia, Córdoba y Neuquén, entre otros. Todos tienen un nivel de ejecución cero. Ninguno arrancó.
Si el lector permite un asterisco, vale la pena resaltar un dato que surge de revisar los números de la administración pública. Hay una partida que también esta dentro de la cartera de Capital Humano, que conduce Sandra Pettovello. Se trata de $130 millones resguardados para “Estudios e Investigaciones Históricas sobre Juan Domingo Perón”. No se ejecutó nada de esa partida.
En educación hay muchos ceros también. Acciones Universitarias para el Desarrollo Nacional y Regional (Fondo Universitario para el Desarrollo Regional - Fundar), que tiene $71.813 millones presupuestados, es uno de los casos, al igual que la partida para la Aplicación del Fondo Nacional para la Educación Técnico Profesional ($32.867 millones).
Por el otro lado, el Programa Alimentar, uno de los subsidios que Milei aumentó ni bien asumió, ya ejecutó el 42,52% del total y el Potenciar Trabajo, el 32,31%. Eso sí, la construcción de la Casa Amor, una red de 24 espacios de contención social, sanitaria y educativa que anunciaron Alberto Fernández, Victoria Tolosa Paz y Fabiola Yáñez no puso primera jamás. Pettovello no autorizó a usar nada de los $225 millones reservados.
La pregunta necesaria es si este freno es sostenible. En principio, parece difícil que el ajuste a los jubilados, que explica gran parte del ahorro del la caja pública, se mantenga. No solo eso, el gasto social empieza a necesitar un poco más de soga. “Dados los costos de estabilización a corto plazo, es esencial sostener esfuerzos para apoyar a los segmentos vulnerables de la población y preservar el valor real de la asistencia social y las pensiones, así como garantizar que la carga del ajuste no recaiga desproporcionadamente sobre familias trabajadoras”, dijo la subdirectora Gerente del Fondo Monetario Internacional, Gita Gopinath. Lo expresó en febrero, en Buenos Aires. En abril, el panorama está agravado.
Marina Dal Poggetto, economista de la consultora Eco Go, apunta uno de los efectos de la enorme caída del gasto: la merma en la recaudación. La caída de la actividad genera, obviamente, que se paguen menos impuestos, pese a que la presión fiscal subió desde el inicio del gobierno de Milei, especialmente con el mayor porcentaje del impuestos PAIS.
“La brutal caída del gasto con recursos que caen menos es lo que explicó la mejora significativa de los primeros dos meses del año. Sin embargo, esta brecha tiende a reducirse. La caída de la recaudación empieza a ser cada vez mayor (los ingresos, descontada la inflación, del sector público nacional subieron 1% interanual en enero, cayeron 6% en febrero y retrocedían 9% en marzo). Los gastos cayeron en términos reales 40% en enero, 36% en febrero y en marzo la caída no sería menor a 30%interanual”, dice un informe de Eco Go. “No es muy sostenible e, incluso pasando la ley bases, no es de largo plazo. La recesión molesta”, agrega.
Miguel Kiguel, economista de Econviews, también considera que no es sostenible este esquema: “Es un tema que preocupa, porque el ajuste fiscal es muy difícil de mantener. Por un lado, muchas partidas tienen cero ejecución y eso se debe cambiar; por el otro, empieza a crearse una deuda flotante. Y el ajuste a los ingresos de jubilados no parece sostenible”.
Dal Poggetto detalla que el gasto previsional real cayó 38% interanual; las transferencias a las provincias disminuyeron 77%; los subsidios, 54%; el gasto en capital, donde están las inversiones y la obra pública, 88%, y los programa sociales, 20%: “La inflación y el corte unilateral en las transferencias hicieron su trabajo, pero no se sostiene”.
“Como empieza a caer la recaudación, pensamos que no van a llegar al déficit cero en el año. Pero sí pueden tener superávit primario”, dice Kiguel, en referencia a los números antes del pago de la deuda.
Milei jamás escondió su receta. Pero los ajustes y los planes económicos en la Argentina suelen tener éxito de entrada. El asunto, y el fracaso, llegaron cuando hubo que encarar la segunda parte del programa, las reformas que den sustentabilidad. Para eso es necesario apoyo social y, luego, consenso político. Finalmente, hace falta la condición que convierte a un político en estadista: decisión y visión a largo plazo.
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