En primera persona: las experiencias de los que se animan a mirar más allá
Neurociencia, medioambiente, robótica e industria aeroespacial son solo alguno de los rubros donde los argentinos son protagonistas.
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En febrero de 2019, un grupo de jóvenes europeos se movilizó en las principales ciudades para luchar contra la crisis climáticas. Cuando Nicole Becker lo vio en las pantallas, no entendía por qué en la Argentina no se hablaba del tema. La curiosidad la llevó a empaparse en la temática y se reunió con amigos para debatir sobre estas inquietudes que se le empezaron a disparar. Fue ahí cuando crearon “Jóvenes por el clima” y llamaron a la primera movilización el 5 de marzo de 2019.
“Leí algo que ahora me parece obvio, aunque antes no lo era: la crisis climática es un asunto de derechos humanos. No se trata de un oso polar y los glaciares que se derriten en el Ártico, algo que no me importaba lo suficiente como para hacer algo. Sino que se trata de derechos humanos básicos, el presente y el futuro de mi generación”, contó la activista durante el capítulo 7 de Negocios del Futuro, organizado por LA NACION.
Para Becker, la sustentabilidad en el futuro tiene que garantizar los derechos humanos básicos de toda la población. “Porque, si bien la crisis climática nos afecta a todos, no lo hace de formas iguales, sino que pega más fuerte en los sectores históricamente más vulnerables”, agregó. El lema es que “no hay justicia ambiental sin justicia social”.
Uno de los mayores desafíos que enfrenta el mundo, pero sobre todo la Argentina, es la transición energética. Hoy, la matriz energética del país pasa mayoritariamente por el uso de combustibles fósiles, aunque la Argentina tiene el potencial de implementar fuentes renovables y más limpias.
Becker también hizo mención a la importancia de reducir los índices de deforestación. “Los bosques y humedales son sumideros de carbono, absorben los gases de efecto invernadero que emitimos a partir de la quema de combustibles fósiles y estamos en la lista de los diez países que más deforestan”, agregó. Por esa razón, exigió una ley de humedales para que se regulen las actividades productivas y se proteja a este ecosistema.
“Esta mayor conciencia que hay en la juventud se debe al miedo de cómo va a ser el futuro en el cual vamos a vivir. Si seguimos a este ritmo, va a estar lleno de sequías, inundaciones, incendios y olas de calor, que serán parte de la normalidad. Y no queremos eso”, cerró.
La inminente amenaza del plástico al medio ambiente
Nueve millones de toneladas de plástico entran a los océanos todos los años. Luego de trabajar varios años en sustentabilidad, Agustina Besada se embarcó por seis meses en un velero con la misión de averiguar qué sucedía con el plástico alrededor del mundo. De Estados Unidos viajó a Europa, para después pasar por las costas africanas y retornar a América. A pesar de toparse con diversas culturas, las muestras de agua de cada lugar compartían la presencia de un elemento en común: el plástico. Este elemento que por tanto tiempo benefició a la sociedad no se biodegrada y Besada comprendió que “el problema en sí no es el material, sino su uso y abuso”.
Cada persona usa 45 kg de plástico anualmente y el 40% de este es descartable. Sin embargo, apenas el 9% se recicla y muchas veces el descartable no llega a reciclarse. Estos datos son algunos de los que motivaron a la emprendedora a unirse con su socia, Rocío González, y formar Unplastify, una empresa social que tiene como misión cambiar la relación humana con el plástico.
La compañía se dedica a identificar oportunidades de acción más eficaces para las empresas, así como también asesora a gobiernos nacionales y municipales para buscar transformar esta relación. De esta forma, apuntan a lograr que un millón de personas reduzcan un 20% su uso de plástico, que se traduce en nueve millones de toneladas de plástico.
La neurociencia, una herramienta clave para el mañana
En el caso de Noelia Weisstaub, subdirectora de Investigación de Fundación Ineco, la científica fue reconocida junto al Dr. Pedro Bekinschtein con el Premio Estímulo Bunge & Born en Neurociencia Experimental (2020). El galardón celebra su trabajo que intenta comprender los procesos moleculares y celulares que subyacen a los procesos de emociones y a las memorias.
Su investigación indaga “los mecanismos de las emociones, que son una parte muy importante para el bienestar” define, teniendo en cuenta que “la expresión de las emociones es la manera en que entendemos cómo necesitamos sentirnos bien”, según la experta. “Que nos sintamos mejor o peor depende de cómo procesamos distintas informaciones del medio ambiente por un lado y también de procesos internos que se dan en nuestro cerebro”, explica.
“En el procesamiento de las emociones están involucradas distintas estructuras que se comunican entre sí y que requieren de una actividad óptima de su comunicación y de la modulación por parte de los químicos que circulan en el cerebro. Estos tienen que tener un nivel específico de acuerdo a la situación en la cual estemos envueltos. Normalmente, estímulos externos o internos pueden producir la liberación de estos químicos, que van a actuar en distintas estructuras y -en algunos casos- esos circuitos o los propios neurotransmisores se ven afectados. Entonces aparecen respuestas de ánimo que no son correctas dado el estímulo presentado y dan lugar a ciertas patologías”, profundiza.
La licenciada en Biología también hizo referencia a la memoria y destacó la importancia de su función en el cerebro. “Son procesos muy flexibles en los cuales las cosas que recordamos por mucho y poco tiempo tienen distintas características. Un rasgo bastante común es el componente emocional. En general, recordamos más cosas cuando tiene un componente emocional importante, ya sea positivo o negativo. Es lo que le da una fuerza determinada a esas memorias y es lo que en muchísimos casos hace que lo recordemos por más o menos tiempo”, detalla.
Opina, además, que la neurociencia dejará de ser tópico de conversación entre científicos y se expandirá a la población en general “porque es el estudio de las funciones del cerebro que dirigen en gran parte todas las acciones de nuestras vidas, la interacción con el mundo externo y distintos procesos internos”. “Entonces, entender mejor cómo se producen estos procesos, qué es lo que hace nuestro cerebro cuando interactuamos con otro y con el ambiente, es muy importante para comprender quiénes somos, el mundo en el que nos movemos y también puede ayudar a mejorar cierto tipo de relaciones y toma de decisiones”, concluye Weisstaub.
Aprender nuevas tecnologías
Pía Torres es fundadora y coordinadora de Roboteam, una iniciativa que nació de un grupo de voluntarios que buscaban incentivar el ingreso de jóvenes y mujeres al mundo STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés). A través de talleres gratuitos, generan desafíos grupales, mixtos y diversos para que niños y niñas experimenten la programación y la robótica. En pandemia, tuvieron que cambiar la modalidad de sus encuentros, pero buscaron preservar el contacto con componentes y no solo con la computadora. Torres explicó que hacen mucho hincapié en que los desafíos se vinculen con problemáticas sociales, para mostrar el impacto que la tecnología puede tener en el mundo.
“Hoy, la tecnología es transversal a todas las profesiones. Queremos formar ciudadanos críticos, que puedan usar la tecnología y decidir sobre temas tecnológicos. No importa si son abogados, ingenieros o médicos. Buscamos que puedan tener un buen uso y de manera apropiada, segura. También creemos que es fundamental complementar estas herramientas con otras blandas. Por ejemplo, aprender a trabajar en equipos interdisciplinarios y diversos, potenciar las ideas y crear soluciones, entre otras”, dijo Torres.
Negocios con perspectiva social
Julieta Porta es estudiante avanzada de ingeniería comercial en dirección y programación. Fue premiada por la NASA por un proyecto que propone estimar daños causados por inundaciones con imágenes satelitales. Compitieron más de 26.000 de 150 países, en una convocatoria abierta en la que se presentaron desde niños hasta estudiantes de doctorado. Frente a esa oportunidad, creó Zonda Inc.
“Las inundaciones son la peor catástrofe de América Latina, y generan mayor cantidad de muertes y costos para los estados. Uno de los chicos es de Guatemala y nos contaba cómo se perdían barrios enteros. En pandemia, no podríamos darnos el lujo de perder un hospital. Entonces empezamos a trabajar y a entender el problema”, explicó.
El proyecto nació con una fuerte perspectiva social, pero Zonda Inc también tiene un modelo de negocios por su aplicabilidad a campos y mejorar la producción, por ejemplo. Utiliza información histórica y predice futuros eventos. Además, Porta comenzó a desarrollar un moonrover, un robot que permite hacer un mapeo de la Luna.
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