Varados. Son menores y están en uno de los lugares más difíciles para volver
Se entusiasmaron con la idea, lo planearon durante meses y sus familias ahorraron para cumplirles el sueño. Con todo pago, se lanzaron a la aventura de cursar algunos meses en un colegio secundario del exterior y regresar luego al país, pero la pandemia del coronavirus les alteró los planes.
Ahora, adolescentes de entre 15 y 18 años oriundos de distintas provincias de la Argentina se encuentran varados en Nueva Zelanda, donde no tienen clases y permanecen aislados dentro de las casas de familia en las que se alojan.
"Mi hija tenía pasaje para volver el 19 de abril, pero en abril Latam ya no vuela y Air New Zeland retoma las operaciones recién en julio, así que no sabemos cómo hacer para traerla de vuelta", dice a LA NACION desde Tucumán Margarita Pastoriza. Es la mamá de Mariana Kaen, una adolescente que cumplió 17 años en enero y que estaba estudiando en una escuela secundaria de la localidad de Orewa desde principios de 2020.
Según cuenta Pastoriza, tenían todo el viaje pago hasta el 19 de abril, pero ahora la empresa que gestionó el intercambio, Welcome Abroad, les avisó que deberán comenzar a pagar entre US$40 y US$50 por cada día extra que esté su hija en Nueva Zelanda. "Es muchísima plata para nosotros, más cuando no sabemos cuándo va a poder regresar", apunta.
Desde Nueva Zelanda, la joven comentó su preocupación no solo por regresar al país, dado que ya le cancelaron tres vuelos, sino también por cómo ir desde Buenos Aires hasta Tucumán. "Nunca pensé querer volver a mi casa durante mi intercambio, pero es algo que me está pasando", confiesa Kaen, que se fue en un grupo de alrededor de 20 adolescentes de distintas provincias del país, algunos de los cuales pudieron regresar antes de que se endureciera el cierre de fronteras.
En el mismo colegio de Orewa está cursando Ignacio, de 16 años, que tenía pasaje de regreso para el 12 de abril y pese a haber comprado otro ticket para fines de marzo todavía no pudo regresar. "Estamos en cuarentena acá también, está todo cerrado. Algunos de mis amigos se pudieron ir el 24 de marzo, cuando salió el último avión, pero un par más y yo nos quedamos sin pasajes para esas fechas", cuenta, antes de agregar: "Necesito volver a mi casa con mi familia".
Matías, de 15 años, es de Neuquén y viajó en enero a hacer un intercambio en Christchurch, pero debía regresar el 11 de abril para retomar las clases en su colegio. "Su situación es buena comparada con la de otras personas porque tiene casa, comida y seguro médico, pero es un menor y es difícil pasar por el estrés de esta pandemia lejos de casa", dice Tania, su madre, y cuenta que desde ahora se manejará con ahorros extra que había llevado "por cualquier emergencia".
Matías -de quien su familia prefiere reservar el apellido- no viajó con una empresa sino que gestionó su intercambio directamente con un colegio secundario neozelandés. "Nos pareció una experiencia que podía ser enriquecedora aunque, por supuesto, teníamos nuestros miedos. Siempre lo nuevo asusta, pero teníamos bastantes garantías de que saliera bien, porque estaba organizado por un colegio de allá que tiene mucha tradición en intercambios y estudiantes de afuera. Pero, como en todo, nunca está 100% garantizado", reflexiona su madre, en diálogo con este medio desde Neuquén.
Es difícil llegar a un número preciso de cuántos son los menos varados en el país porque viajaron por separado, con diferentes empresas y se encuentran repartidos por toda la geografía de las islas. De todos modos, existen algunas redes que los unen virtualmente mientras cada uno cumple la cuarentena en la casa de familia a las que fue asignado.
En Auckland está varada la cordobesa Milagros Ortiz, de 16 años, que debía regresar esta semana al país, pero ahora tiene un ticket para el 3 de mayo. "Estoy muy preocupada de no poder volver en esa fecha. Por más de que esté en una casa con una buena familia, quiero volver a Argentina para, por lo menos, seguir haciendo cuarentena con mi familia", dice Ortiz. Ella viajó junto a dos amigas con la empresa ANZ Travel y, según apunta, en el colegio secundario de su intercambio hay otros ocho alumnos argentinos en la misma situación.
María Belén Quaglia, de 17 años, es de la ciudad cordobesa de Bell Ville y tenía planeado un intercambio programado en un barrio de las afueras de Auckland llamado Brown Bay hasta julio. Sin embargo, cuando el tráfico internacional comenzó a complejizarse por el avance de la pandemia, Quaglia intentó, como la mayoría de los otros chicos, adelantar su pasaje.
"Actualmente tengo dos vuelos para volver: uno el 3 de mayo y otro el 5, así que espero poder volver a mi país con mi familia, porque la verdad es que me siento totalmente sola, es algo horrible no poder ingresar a tu país", dice.
En Cancillería explican que los destinos alejados como Nueva Zelanda presentan complejidades extra a la hora de programar repatriaciones, sobre todo por la dificultad para gestionar escalas en un mundo con muchas fronteras cerradas. "Estos chicos son menores, pero otros son muy grandes y otros están enfermos; todos tienen buenas razones para querer volver a casa", explican cerca del canciller Felipe Solá.
Sin embargo, para este viernes está programado un vuelo de Latam desde Australia que traerá ciudadanos argentinos de regreso al país. Será el primero a Oceanía desde el cierre de fronteras en la Argentina, lo que mejora las posibilidades de que pueda ser gestionado otro para repatriar varados en Nueva Zelanda.
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