En una semana con derrumbes de los mercados del mundo, la reestructuración de la deuda solo avanzó en aspectos formales
En medio de un escenario de fuertes caídas generalizadas en los mercados del mundo por el efecto del coronavirus, con precios por el piso y una economía mundial que ve seriamente afectado su crecimiento, el proceso de reestructuración de la deuda argentina quedó desdibujado
La semana que se va quedará en la historia del mercado y de las carteras de los inversores. Poco o nada resistió, o sirvió de cobertura, en el marco de una volatilidad que se disparó hasta el 70%, niveles que no se veían desde la crisis global de 2008. La declaración de la pandemia de coronavirus, y las medidas cada vez más profundas para contenerla, tienen y tendrán un costo sobre el crecimiento. Dentro de este miedo, todo se aceleró. En este contexto, los problemas propios de la Argentina se desdibujaron.
Los precios que dejó la semana que pasó
Fue una semana de récords negativos en la que todo se aceleró. El S&P500 cayó 13% en la semana y más del 26% en las 16 ruedas que hubo entre los máximos de febrero y los mínimos del jueves último. Una caída que se puede asimilar por su profundidad y su rapidez a la de 2008. El índice testeó la zona de 2470/2475 puntos, que se considera clave, y el rebote del viernes en este sentido fue bienvenido. No obstante, dentro de una tendencia bajista, es posible que el piso llegue a estar en un nivel inferior. Técnicamente, el escenario parece más despejado que semanas atrás.
Los activos de la región sufrieron (incluidos los de la Argentina). Si se toma como referencia la probabilidad de default implícita en la curva de CDS de Brasil, se debe hablar de niveles de 18/20% en las últimas ruedas, contra un promedio de 7/8% en febrero. Las monedas fueron presionadas a una fuerte devaluación, que necesitó de intervenciones fuertes de los Bancos Centrales. Así y todo el peso colombiano, el peso mexicano y el real cerraron con caídas de entre 4,5/9,5%. El peso argentino debe tener en cuenta dos datos: el oficial que se devaluó sólo unos 40 centavos en la semana, y el CCL que subió más de 6% con una brecha arriba del 40%.
La hora de los estímulos fiscales
Luego del movimiento de la política monetaria, que jugó su primera mano, ahora se espera una real y fuerte política de estímulo fiscal. La Reserva Federal (Fed) inició el juego hace dos semanas, con una baja de 50 puntos en la tasa (y se espera que la pueda recortar en igual o mayor magnitud esta semana). Llevarla rápidamente a niveles de 0 a 0,25% (como en el período 2008/2015) es una posibilidad. También inyectó liquidez en una magnitud importante respecto de la hoja actual de su balance, al igual que lo había hecho el Banco Central Europeo (BCE) días atrás.
Lo que se discute ahora se puede sintetizar en dos puntos: el primero, la necesidad de contar con herramientas más sofisticadas, y el segundo, la real efectividad de la política monetaria. Por eso, quizá los recortes de tasas y las inyecciones de liquidez de la Fed y del BCE y de otros bancos, aun cuando existe alta probabilidad de extenderse con compras de otros activos al "estilo 2008", son tomados por el mercado con cierta resiliencia. En consecuencia, la atención se centra en estos días en la respuesta que se dará desde la política fiscal.
El crecimiento mundial, bajo fuerte presión
En la medida en que los brotes del Covid-19 se aceleran fuera de China y en que se van tomando acciones para frenar su propagación, las estimaciones de crecimiento se van ajustando a la baja y la probabilidad de una recesión se incrementa. En paralelo, el riesgo de que se rompa la cadena de pagos también aumenta, y, de producirse un evento de crédito, todo se aceleraría aún más. De ahí se deriva la destrucción del valor observada en los mercados y la incertidumbre que existe.
Si se miran diferentes indicadores, la probabilidad de una recesión en los próximos 12/24 meses supera el 30/35%, cuando a principios de año había descendido a 20/25%. Una reacción adecuada de política sigue permitiendo proyectar que quizás el impacto sea transitorio. La mala experiencia de Italia forma hoy parte de los análisis. Pero la atención no solo debe estar puesta en el ritmo de crecimiento de la tasa de contagios y en la posibilidad de frenarla, sino también de las decisiones políticas. El coronavirus fue un cisne negro, que chocó además esta semana con una guerra del petróleo que pondrá también presión sobre el crecimiento. No hay dudas de que habrá impacto, pero es difícil estimar su magnitud.
La reestructuración de la deuda se desdibujó
El escenario externo terminó de complicar el cronograma para la reestructuración de deuda que se conoció a fines de enero, que de por sí era ambicioso. Solo se avanzó con una formalidad, como la emisión del DNU el martes último, que detalla un universo de títulos de legislación externa posibles de reestructurar por un valor de alrededor de US$69.000 millones. Pero un dato importante es que es un listado que incluye bonos que pueden no terminar siendo incluidos como deuda elegible en una reestructuración.
Esto dependerá de la decisión que tome el Gobierno. Por otra parte, la oferta podría darse en dos etapas: primero, los bonos de ley externa y luego, los de ley local. Igualmente, la oferta no se conoció y el road show parece demorarse. Mientras que la probabilidad de un default implícita en un CDS a 5 años de la Argentina se ubicó en 100%. A la vez, las paridades de la curva en dólares rompieron los mínimos de meses atrás y se ubicaron en niveles de entre 31-35%, con caídas de hasta 10% en la semana, una zona que podría generar un cambio de mano de tenedores, que no haría más que complicar la actual posición del Gobierno, que de por sí no es fácil.
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