Empresas. Por qué no vienen. Por qué se van. Los aceleradores argentinos
CORDOBA.- En 2006 la cadena chilena Riplay analizaba nuevos desembarcos de su tienda de departamentos en Latinoamérica y un consultor le sugirió la Argentina. "No, gracias. No está en planes", fue la respuesta. Años después a una importante constructora colombiana le ofrecieron un proyecto en Bueno Aires, pero descartó la posibilidad antes de un análisis en detalle. Una línea aérea de origen árabe no se dejó convencer en la gestión del gobierno anterior para regresar a la Argentina. "Nos destrataron", le dijo un ejecutivo a un funcionario.
Los anteriores son algunos pocos ejemplos. ¿Por qué el país tiene problemas para estar en los planes de las internacionales? ¿Por qué se van empresas?Economistas y consultores coinciden en que el problema es de larga data y en que la razón excede largamente la caída del consumo global por la pandemia, señalan que la Argentina tiene "aceleradores" propios que desgastan a las corporaciones que toman decisiones globales.
El planteo es que la relación costo beneficio de una radicación en la Argentina no cierra. Se trata de un mercado consumidor chico que requiere de una atención "desproporcionada" por sus problemas macroeconómicos y modificación de reglas de juego permanentes.
León Shocron Benmuyal, director general de SB&A Management, consultora que trabaja en varios países, admite que efectivamente los planteos de salir de la Argentina "se escuchan en reuniones con empresarios, no tanto en nuestra cartera activa de años, porque tenemos planes más allá de la coyuntura, pero sí en reuniones en general. Tener planes de largo plazo y un horizonte ayuda a que el impacto de la coyuntura sea menor".
Respecto de las causas, dice que es "un proceso de acumulación" y que "sería injusto decir que es solamente causa de esta coyuntura o de este Gobierno", así como también "sería incorrecto decir que la realidad actual no incide en ello". Y explica: "Acumula y a algunos desborda. Fundamentalmente los comentarios van asociados a un efecto comparativo de décadas combinado con la realidad actual".
El consultor Jonatan Loidi apunta que el poder adquisitivo en caída es un factor que afecta decisiones, al igual que "todos los cepos que hay". Añade que para las empresas el de los US$200 es "el menos grave", porque hay otras restricciones que pesan, además del temor de no poder girar dividendos. "¿Quién decide invertir en la Argentina para algún día vender y salir? La inestabilidad política y económica es continua, la burocracia es un límite más", dice.
"El interés de las empresas de otros países por invertir en la Argentina o en cualquier parte se basa en qué resultado proyectan tener en cada lugar. No es ni bueno ni malo, eligen lo que suponen es lo mejor para su inversión –apunta Shocron Benmuyal–. Hoy, el Covid-19 pega fuerte en todas las economías. Eso divide a los que pierden giro y no piensan en invertir, de los que sí lo planean y tienen que elegir dónde para compensar. En este último caso, la erraticidad de la Argentina en muchos aspectos, y acciones periódicas que habitualmente no son favorables a los inversores, como devaluaciones, inflación, problemas cambiarios, jurídicos, etcétera., que son de décadas y también están en los diarios de ahora, hacen que no esté primero en la lista de mercados a seleccionar y pasa a depender de las comparaciones y opciones".
Pesa la erraticidad de Argentina en muchos aspectos, y acciones periódicas que habitualmente no son favorables a los inversores
El exCEO de una multilatina argentina y ahora consultor, que prefiere mantener el anonimato, sostiene que el mercado argentino es chico y tiene "complejidades", pero que –con un Mercosur "funcionando"– permitiría posicionarse en la región, resultando atractivo también por sus "capacidades humanas y gerenciales", que son reconocidas por las empresas. Más allá de eso, advierte que la "permanente destrucción de reglas" alerta a las corporaciones. "No hay matices o cambios paulatinos; todos son abruptos. No se combina lo mejor de uno con el del que lo sucede, son giros abruptos que, si desde la Argentina son difíciles de interpretar, desde afuera son inentendibles", completa.
También enfatiza que la respuesta a por qué se van los extranjeros se puede buscar "por qué no, si se van también los argentinos"; apunta que las posiciones de activos declaradas en el exterior son "millonarias" y que "quienes compran los US$200 del cupo también se van, de otra manera, pero se van". En ese contexto, sostiene que es "muy difícil" convocar a la inversión y endilga el problema estructural a la política que "no puede ofrecer acuerdos perdurables". Y añade: "El consenso no necesariamente es lo mejor, pero es perdurable y sobre él se hacen cambios. No da garantías de éxito pero sí de que no habrá cambios abruptos".
Más tiempo que beneficios
Loidi insiste en que la Argentina hoy es "inviable" para atraer inversiones externas, "salvo que vengan por un acuerdo especial, pero eso es para un selectísimo grupo" y grafica que desde hace varios años "no para de caer" el número de empresas. Con 613.587 firmas, fue el pico en 2013; a mayo último eran 520.000, según datos del Ministerio de la Producción y la AFIP. "No se puede evolucionar con la presión impositiva alta, la burocracia alta y gremios aliados con el Estado para complicar", ejemplifica.
El consultor Oscar Piccardo indica que para compañías globales la adaptación y cambios permanentes que exige la Argentina, "no es negocio, porque el tamaño del mercado no justifica la dimensión del problema".
Para graficar, indica que para tiendas departamentales que en el mundo fabrican en un lugar e importan, no les resulta cambiar esa ecuación: "Es como pedirle a las hamburgueserías internacionales que para estar acá usen pan francés y bifes. Son adecuaciones que no se dan en otros lugares".
"Somos la Argentina y operamos como si fuéramos China –coincide el exCEO–. Las autoridades no comprendieron eso; China obliga a una empresa a pensar adaptaciones por la dimensión de su mercado, todos flexibilizan, pero eso no es accidental. Nosotros tenemos un problema, nos cuesta integrarnos a modelos diferentes y el nuestro es bastante cerrado". Piccardo completa el concepto con un ejemplo: "En una reunión gerencial global, siempre somos la pieza difícil, la que sobresale del rompecabezas. Somos un jeroglífico".
El exCEO de una multilatina sugiere: "Somos la Argentina y operamos como si fuéramos China. Las autoridades no comprendieron eso".
Shocron Benmuyal entiende que la dimensión del mercado argentino es "peculiar, ni buena ni mala". Claramente "no es uno de los mercados más grandes del mundo, tampoco insignificante, y depende de cada sector y lo que se busque". Y añade: "Cuando hay mejores opciones, se eligen otros primeros, y cuando hay saturación en mercados mayores, empieza a aparecer en el radar, y recién allí otros temas a evaluar aparecen en escena".
"En general, sin un modelo público, privado y sindical combinados que coordinen sectorialmente un atractivo a la inversión, ningún país emergente logra grandes cosas. Las inversiones productivas nunca son abstractas, sino concretas. Se invierte donde se esperan éxitos. Hay casos claros en el mundo, como los países que lideran en crecimiento tecnológico o los que, previo al Covid-19, habían generado polos turísticos. Cuando en una empresa, de cualquier país, hablamos de abrir operaciones en otro país, todos los factores se tienen en cuenta", cierra.
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