Empresarios: de la desesperación a la preocupación
Lo que hoy está ocurriendo con el nivel de actividad recién se conocerá dentro de 30/45 días, pero la contundencia es notoria; la caída se frenó allá por abril y mayo, y la recuperación viene adquiriendo velocidad
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Más de medio siglo de interactuar frecuentemente con dueños y altos ejecutivos de empresas me acredita para plantear el siguiente testimonio: cuando no venden, los empresarios se desesperan; mientras que, cuando venden, se preocupan.
La distinción no sorprende, pero desde el punto de vista de las decisiones es muy importante porque, para una empresa, la demanda es el comienzo de todo. ¿Qué sentido tiene producir, retener personal, acopiar materias primas, etc., cuando no se espera vender? De ahí la desesperación.
Cuando aparecen los pedidos, particularmente aquellos que son “en firme”, la desesperación se transforma en preocupación.
Preocupaciones, en plural, porque en la Argentina son de lo más variadas, por lo que me gusta decir que en nuestro país quien se aburre es porque está mal informado. ¿Conseguiré las materias primas, y a qué precio; se cortará el suministro de energía eléctrica; sufriré algún paro inesperado de mi personal o como consecuencias de aquellos que están fuera de mi control; me alcanzará el financiamiento?, etc.
El empresario que vende está lleno de preocupaciones, pero se siente mucho mejor que cuando no vende y está desesperado.
Porque el desafío que plantea la existencia de demanda encolumna las energías.
Pues bien, desde hace un buen número de semanas, la interacción con empresarios es nítida: hay cada vez menos desesperados y más preocupados.
En el plano numérico, lo que hoy está ocurriendo con el nivel de actividad recién se conocerá dentro de 30/45 días. Pero la contundencia es notoria y no sólo habla de que, en el total, la caída se frenó allá por abril y mayo pasados, sino que la recuperación viene adquiriendo velocidad.
Es fácil generar interesantes preguntas retrospectivas y también prospectivas. Les dejo las primeras a los futuros historiadores. En cuanto a las segundas, referidas a la sostenibilidad de lo que se está observando, la velocidad futura, etc.; contesto que, con precisión, sólo Dios lo sabe.
Pero esta nunca es la cuestión, porque como bien se dijo, “la cuestión no es qué va a pasar, sino qué hacemos dado que no sabemos lo que va a pasar”.
Sin exagerar, y estando muy atento, juéguese a favor de la continuidad de la recuperación, no sea cosa que esta se produzca y usted les regale a sus competidores el aumento de la demanda.
¿Se puede equivocar? Claro, pero también se puede equivocar si opera al revés.
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