Emprender: inspiración y algo más
Ser emprendedor significa ver oportunidades y creer que uno tiene la capacidad de dar respuestas. Y, a la vez, es necesario estar razonablemente convencido que la gente va a estar dispuesta a pagar por las cosas que uno propone.
Significa encontrar soluciones o mejores formas de hacer las cosas; implica la combinación de elementos, de innovación y de experimentación no resignándose a que las cosas deben continuar haciéndose de la misma manera que se hicieron durante determinada cantidad de años. Es decir que, implícitamente, es un acto de rebeldía.
Significa también ser plenamente consciente de que no se trata siempre de un camino placentero, sino que en muchos casos hay que experimentar el fracaso y la multiplicidad de problemas. Y, además, los contextos económicos complejos y cambiantes agregan una dificultad adicional al desafío de todo emprendedor.
Para un entrepreneur es fundamental ser un "optimista realista". Si bien muchos emprendedores exitosos no han requerido un nivel muy avanzado de educación, para avanzar y gerenciar el crecimiento, es indispensable disponer de múltiples herramientas. ¿Por qué? Porque si bien la idea puede ser excelente, la forma de implementarla puede significar la diferencia entre el éxito o el fracaso.
Nadie duda de la importancia de disponer de un buen plan de negocios. Pero esa es sólo una parte. Sólo el primer paso; la capacidad de gestionar el día a día, de ajustar lo planeado a la cambiante realidad, de enfrentar lo que no resulta como lo pensamos o intuimos, y sobre todo de sobrevivir a los obstáculos no tenidos en cuenta es lo que permite que el emprendimiento atraviese exitosamente el "valle de la muerte".
Y más allá de las características de la personalidad, como la tenacidad, el optimismo, la fuerza de voluntad -siempre tan bien explicadas en las charlas acerca de emprededorismo- el conocimiento, derivado de lo que se estudia, se aprende. Y sumado a las experiencias adquiridas, es un factor diferencial.
Herramientas y conocimiento
No es lo mismo saber que ignorar. No es igual tener herramientas que carecer de ellas. Y el conocimiento necesario no es sólo el de la actividad a desarrollar (desde gastronomía a biotecnología o robótica) sino también el de cómo manejar ese emprendimiento, por ejemplo, desde la parte de contabilidad, al marketing.
Alguien podrá decir que hay casos de renombre en los que los creadores de empresas exitosas no habían pasado por la universidad, o no sabían ni siquiera cómo calcular sus costos.
Puede ser. Pero quien fue sustentablemente exitoso, supo buscar el conocimiento del que carecía, al saber contratar equipos gerenciales, lo que supone disponer del capital para hacerlo. Y el capital siempre es un recurso escaso.
Ser emprendedor entonces, trasciende la esfera emocional y actitudinal. Para lograr el éxito, también se requiere racionalidad y conocimiento.
"Cabeza fría al servicio del corazón caliente", decía Alfred Marshall, economista británico y profesor. Seguramente el conocimiento específico, las habilidades técnicas y el trabajo sistemático, sean cruciales para la supervivencia de un emprendimiento; pero son también los aspectos menos conocidos y populares de la historia de los emprendedores.
Es simple: es más fácil cautivar a un auditorio con historias de inspiración y motivación, que con el pormenorizado relato de cómo manejar, por citar un ejemplo, un flujo de tesorería para llegar a pagar los sueldos a fin de mes.
La autora es decana de la Facultad de Ciencias Económicas de la UCA
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