Emprendedores MDQ: cuatro marcas que lograron salir de la costa
Camarón Brujo, Zapatos Rauch, Omagua y Greenpacha conquistan mercados externos sin perder su esencia marplatense
El talento emprendedor de los marplatenses no se termina en Havanna. La marca de zapatos y botas de cuero Rauch, la fábrica de tablas de surf e indumentaria deportiva Camarón Brujo, los bikinis Omagua y los sombreros tejidos a mano Greenpacha son ejemplos de negocios nacidos en la costa que lograron proyectarse a nivel internacional.
Detrás de cada uno hay un marplatense que pudo mantener su estilo de vida en una ciudad relativamente chica, pero sin resignar la ambición de quien reside en una urbe más grande y económicamente pujante.
Vivir y trabajar frente al mar no sólo los motiva, sino que además les da una calidad de vida envidiable: es tranquila, más económica comparada con la de otras ciudades y facilita el desarrollo personal, social y deportivo. Sin embargo, la calidad educativa y profesional aún no alcanza los niveles que sí tienen Córdoba, San Luis y Rosario.
El camino recorrido por estos emprendedores tiene más valor que el de sus pares porteños si se toma como parámetro el bajo nivel de empleo y la mala situación económica de la ciudad. Estadísticas oficiales de 2015 indican que Mar del Plata sufre el mayor desempleo en el país. El índice oficial de caída del empleo formal estaba en 12% en 2015, mientras que 2014 cerró en 8,9%. La situación empeoró en los últimos meses con el cambio de gestión. A ese dato hay que sumarle el derrumbe económico de la ciudad de 633.000 habitantes: el déficit financiero era de $ 52 millones en 2008 y hoy asciende a $ 734 millones.
Sebastián Galindo, socio y brand manager de Camarón Brujo, es testigo de la radiografía socioeconómica de la ciudad en la que nació hace 46 años. "Es cierto que es difícil emprender acá, pero el elemento fundamental para no irse es vivir mejor y más tranquilo", opina el ideólogo de la empresa que nació en 1989 por una necesidad personal. Él y su hermano Marcelo (41), segundo socio, necesitaban mejores tablas para practicar surf. Y ante la falta de un mejor equipamiento comenzaron a hacerlas de manera artesanal en el garaje de su abuela. Camarón Brujo nació de una inversión inicial simbólica, el costo de los materiales para diseñar y crear tablas de poliuretano expandido, y ya factura $ 45 millones por año con la venta de 500 unidades, además de colecciones completas de indumentaria para deportes extremos, en once locales propios y franquicias, y 150 multimarca.
Ramón Belaustegui, fundador y CEO de Zapatos Rauch, coincide con Galindo. "Mar del Plata me recuerda quién soy y mi desarrollo personal y profesional", reconoce el joven zapatero de 35 años, hoy radicado en San Isidro, que diseña y produce al año 12.000 pares de botas y calzado de cuero con los que factura $ 1 millón por año. Belaustegui aprendió el oficio trabajando con un vecino marplatense y perfeccionó sus conocimientos en el instituto italiano de modelismo de zapatos San Crispin, en Caballito, en 2013. Las botas Rauch se venden en una decena de provincias y su creador está en negociaciones para cumplir su objetivo: que pisen suelo estadounidense.
Los hermanos Galindo están tan orgullosos de su ciudad natal que crearon una comunidad laboral mixta. "La mitad de los 26 empleados de la empresa son de Buenos Aires. Vinieron en busca de una mejor calidad de vida", dice el brand manager de Camarón Brujo. El emprendedor reconoce que quienes se formaron "afuera" están mejor y más capacitados que los nativos.
Lucia Beramendi (34) y Julieta Gómez Gerbi (34) son las fundadoras de Omagua y Greenpacha, respectivamente. Y aunque sus historias de vida son diferentes, las dos tienen cualidades que les permiten destacarse dentro y fuera de la ciudad y en el exterior: el talento para innovar y la perseverancia para vivir todo el año de sus negocios estacionales, vinculados a la playa. Beramendi, con sus colecciones de bikinis con telas de diseño, y Gómez Gerbi, de la mano de sombreros de "paja toquilla" tejidos a mano en Ecuador, lograron el éxito comercial en Mar del Plata y otras ciudades del país; además tuvieron la habilidad de colocar sus productos en las costas este y oeste de los Estados Unidos.
"Trabajamos con una producción anual de entre 500 y 700 sombreros por temporada que diseñamos acá y mandamos a tejer a talleres de Ecuador. Se hacen artesanalmente. Es una moda ética en la que el producto tiene valor agregado", explica Gómez Gerbi, diseñadora industrial y cofundadora de Greenpacha, una marca que además promueve la sustentabilidad y el trabajo autóctono con denominación de origen.
Su hermana mayor, Florencia (37), socia y CEO del emprendimiento (accionista mayoritaria con el control del 70% de las acciones de la empresa), vive en el exclusivo barrio de La Jolla, en San Diego (California), para administrar la otra parte del negocio que nació en 2010 en Mar del Plata. Florencia Gómez Gerbi, licenciada en RRPP de la universidad local Caese, es la ideóloga. Julieta, radicada en Mar del Plata, está abocada a la comercialización local y es también la diseñadora.
Las hermanas comenzaron con la producción de sombreros clásicos (mal llamados Panamá) color tiza con cinta negra, tras regresar de un viaje por Ecuador. Se enamoraron del trabajo de un grupo de cooperativas que agrupa tejedoras y se inspiraron en ese desarrollo artesanal para crear la compañía que comenzó con una inversión inicial de US$ 8500. El balance de la filial local estima una facturación de US$ 700.000 para este año. Greenpacha tiene una colección anual de más de 70 modelos que se venden en la Argentina, Estados Unidos y Australia, al menos por ahora. El precio promedio de cada sombrero es de $ 1500 en el país; en el exterior su valor se cotiza en dólares.
Detrás de los diseños de Omagua, la marca de bikinis e indumentaria femenina, está la cabeza y el espíritu de Lucía Beramendi, su fundadora e instrumentadora quirúrgica de anestesia de profesión. "Trabajé ocho años en quirófanos, me especialicé en cirugías cardiovasculares hasta que en 2008 empecé a vender insumos para un laboratorio y me di cuenta de que me encantaba el mundo comercial", cuenta Beramendi, que finalmente en 2011 se inscribió en cursos privados de diseño de indumentaria y orientó su atención a la lencería y a los trajes de baño.
Así fue como en 2012, esta emprendedora aguerrida diseñó su primera colección de bikinis mientras trabajaba en el departamento comercial de OSDE. Fabricó 800 bikinis que liquidó a $ 300 el conjunto durante el verano de 2013.
"Hice mi propio estampado con una inversión inicial de $ 15.000", cuenta la CEO de Omagua, que hoy tiene su propio showroom en Mar del Plata, a pesar de que el grueso de las ventas en el resto del país se hace mediante encargos en su página Web.
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