Nómades digitales: freelancers cada vez más libres
El concepto de nómade digital se refiere a la gente que, impulsada por el avance de las telecomunicaciones, trabaja rotativamente desde distintos lugares del mundo. A la par del crecimiento de la llamada gig economy (en los Estados Unidos hay al menos 53 millones de freelancers y para 2020 se proyecta que el 50% de los trabajadores responderá a esta modalidad), se plantean cada vez más diferencias en la forma de implementar la modalidad.
Lo cierto es que si las generaciones más jóvenes ya no conciben una estructura tradicional de empleo de 9 a 5, instados por la tecnología y las nuevas opciones de trabajo que sí están más estandarizadas afuera del país, tampoco creen en quedarse quietos en un lugar. "Gastamos un montón de tiempo, energía y recursos financieros para pagar lo que dicta el sueño americano. Obtenelo ahora, pagarlo luego, este siempre ha sido el slogan. Pero esta mentalidad ha conducido a gran parte de la población a un estado de complacencia y deuda", explican reflexionando sobre el atractivo de este modelo desde Forbes.
Es algo que adquiere todavía más dimensión hoy, en vistas de la crisis económica y el estado de deuda crónico de muchos ciudadanos (tanto por hipotecas, tarjetas crédito o deudas universitarias) en los Estados Unidos y en Europa, pero también en el resto del mundo. Por eso, no sorprende que muchos jóvenes estén pensando el trabajo de otra manera, dejando de lado las necesidades materiales, la idea de un hogar fijo y hasta la estabilidad laboral.
"Ser nómade digital tiene que ver con ser responsable, con tener una buena reputación, con cumplir con los trabajos que uno toma. En el caso de los que trabajan en periodismo, video o fotografía, diversificar, no tener un solo cliente. Disfrutar, porque también se trata de esto, y cuando uno está feliz y busca lugares interesantes del mundo para visitar o quedarse, el trabajo sale mejor. Esa es nuestra visión. Y la creatividad es fundamental", comentan a modo de dogma inicial Carola Fernández Moores y Marcelo Borrego, quienes en conjunto son @periodistasviajeros.
Periodistas y productores, hace más de 20 años que son un ejemplo de lo que implica vivir y trabajar on the road, cuando en 2012 renunciaron a sus trabajos fijos en televisión y haciendo documentales, y construyeron su proyecto, que comenzó como un blog y luego se fue expandiendo a diferentes áreas relativas a los viajes y la comunicación. Hoy se encuentran editando su tercer libro ("hicimos todo el trabajo, lo diseñamos, lo maqueamos, lo vendemos y comercializamos nosotros"), sobre la base de un viaje que realizaron por la ex Yugoslavia y los Balcanes, y si bien llevan 9 meses de viaje ahora están parando en Edimburgo donde hacen house-sitting (cuidar casas mientras sus dueños no están) por tres semanas.
"La clave para ser nómades digitales es diversificar y ser emprendedor, es decir, estar en búsqueda de las diferentes oportunidades no solo quedarte con lo que te vienen a ofrecer, sino gestionarte y auto emprender. Nos quedamos bastante tiempo en cada lugar porque primero la búsqueda es la del disfrute, pero también necesitamos que tenga internet, que tenga wi fi. Normalmente estamos más tiempo en un lugar que un turista común, porque tenemos que entender que no somos turistas normales, que estamos trabajando y que este es mejor trabajo que otro que hayamos dejado en BA o uno fijo, ya que podemos elegir nuestros horarios y los lugares donde trabajamos.
Y también es importante saber que este formato y las facilidades que ofrece la tecnología pueden aplicarse a muchos otros trabajos, no solo son afines al periodismo", continúan. Housesitting o Housepetting (cuidado de casas o mascotas) es otra de las modalidades que se prestan como alternativas a alojarse en vez de Airbandb, hostels o couchsufring, y que muchos nómades eligen. En este sentido, si bien las nuevas profesiones son particularmente afines a estas nuevas tecnologías y formas de trabajo (diseño, programación, redacción, marketing online o redes), también pueden ser nómades digitales aquellos que trabajan en ramas más tradicionales, como traductores, montadores, profesores de idiomas y hasta psicólogos, gracias a las ventajas de Skype y la conectividad. "El desafío es encontrar los clientes", concluyen.
Nómades made in Argentina
Así el nomadismo digital va creciendo como prerrogativa aspiracional y proyectual, aunque no es igual en todas partes, ni todos lo pueden ejercerlo exitosamente. "Creo que la gente quiere ser freelancer porque los sistemas laborales en la Argentina están totalmente atrasados; por ejemplo, trabajar por horario, marcar tarjeta, tener que cumplir un horario ya no va más. Ya todos nos dimos cuenta de que, salvo en servicios, todos trabajamos por objetivos. Las estructuras laborales ya son demodé y no pensás que vas a un trabajo a aprender aunque vos sabés que vos podes rendir más. Te querés sacar de encima a los jefes", cuenta Jazmín Paolini (35) desde España, país al que emigró hace unos meses. Entre otras cosas, escribe y trabaja como nómade digital.
Tanto en la definición de Wikipedia como en los manuales sobre este estilo de vida que se han popularizado en el último tiempo, se habla de tener un colchón financiero o un passive income (alquileres de propiedades en otros países, por ejemplo) con el cual manejarse, algo que para los trabajadores de la freelance economy en América latina no siempre es una opción viable... o posible.
"¿Qué clase de nómade digital es aquel que llega a Europa y en 15 días te devalúan la moneda. Con ese contexto, ¿quién puede ser nómade freelance y moverse con libertad? Esto es algo que podes hacer solamente si tenés un colchón de ahorros. En Europa es otra cosa, porque acá los jóvenes ganan bien y como tienen la misma moneda en todos los países, se mueven como si estuvieran en un gran barrio", afirma Jazmín, quien se lanzó a freelancear porque la habían despedido y optó por irse a Europa ya que "para vivir preocupada en la Argentina, prefiero vivir preocupada en Europa y de paso veo si me abro otro camino". La clave pareciera ser, ya no aprender a gestionarse, sino aprender a gestionar la incertidumbre.
Otros, en cambio, se encontraron con la opción casi de casualidad, pero canalizando una pulsión bien de época. "Empecé a trabajar en esta empresa por una cuestión de suerte. Me llegó un mail a mi casilla de spam cuyo asunto era simple: "Si sos bilingüe y querés trabajar desde tu casa, escribinos." Hacía cinco años que trabajaba para una agencia de marketing digital y estaba considerando cambiar de trabajo. Respondí el mail con un poco de desconfianza, me contestó quien ahora es mi jefa y, luego de enviar videos y tener varias entrevistas, quedé en un puesto para atención al cliente. Les servía tener gente en todo el mundo para poder cumplir con todas las zonas horarias", cuenta desde Hong Kong Romina Viola (27), una comunicadora social de Córdoba devenida en marketer que hoy viaja por el mundo y hace, entre otras cosas, un podcast llamado En modo avión.
Y relata: "Hay muchos mitos alrededor de la vida nómade. No es tan fácil como parece ser por las fotos de Instagram. En el día a día hay varias luchas. El trabajo remoto y la vida nómade puede ser muy productiva, pero depende enteramente de uno. Al no cumplir horario de oficina, hay que mantener cierta disciplina para no colgarse con las tareas y las metas. No podemos viajar a cualquier lado: siempre tenemos que priorizar Internet y la comodidad del Airbnb para pasarnos entre 6 y 12 horas trabajando por día. Por las diferencias horarias, hemos tenido reuniones a horas extrañas, tanto es así que a veces volvemos de cenar a la medianoche y tenemos que sentarnos a trabajar. Al trabajar en una empresa extranjera con gente de tantas nacionalidades distintas, muchas veces hay choques por diferencias culturales".
El nomadismo digital ha evolucionado y ya no se trata solo de jóvenes que se instalan en playas paradisíacas con sus laptops. Al mismo tiempo, las empresas se proponen capitalizar cada vez más los virajes culturales (jóvenes que no quieren trabajar en corporaciones, rotación de trabajos, etcétera) y muchos países aggiornan sus regímenes legales e impositivos para acomodarse a esta fuerza laboral. Todos los relatos confluyen en una cosa: este tipo de vida, a la larga, enriquece la experiencia y amplía tu visión del mundo. Y esto, en pesos o euros, aparece como la inversión más viable para muchos.