Menos impuestos y más estímulo, la clave de Trump para llegar al pleno empleo
El desempleo cayó a 3,7%, el nivel más bajo desde 1969; lo malo es que eso no implica suba de salarios
Parece una farmacia cualquiera de la cadena CVS, una de las más populares de los Estados Unidos. Las estanterías están repletas de productos para la salud y medicamentos, las cajas registradoras están informatizadas y las recetas médicas se clasifican de forma habitual. Pero si el cliente abre un bote de píldoras comprobará que, en su interior, hay caramelos Skittles en lugar de medicamentos. Es una "farmacia de pega", puesta en marcha por Goodwill en Baltimore, una ciudad del este estadounidense situada a una hora en coche de Washington.
Esta empresa de colocación y formación de poblaciones desfavorecidas ha montado este establecimiento para adiestrar a trabajadores que se incorporen a las cerca de 10.000 farmacias que CVS tiene por todo el país. "La empresa está creciendo mucho y necesita más trabajadores cualificados de los que están disponibles ahora mismo en el mercado", explica Sam Abney, responsable del proyecto. "Nosotros buscamos a esos trabajadores y les ofrecemos una entrada en el mercado laboral saltándose los primeros pasos y cobrando directamente el doble del salario mínimo", añade.
Historias como esta se repiten estos días por todo el país. Las empresas estadounidenses necesitan trabajadores en un momento en que la economía encadena nueve años seguidos de crecimiento. La tasa de paro en los Estados Unidos bajó en septiembre al 3,7%, su nivel más bajo desde 1969, según datos oficiales publicados la semana pasada. Y muchos analistas pronostican que descenderá aún más en los próximos meses. El país lleva 96 meses seguidos de aumentos en la contratación. Un escenario que, combinado con una inflación baja, dibuja "una época extraordinaria", en palabras de Jerome H. Powell, presidente de la Reserva Federal (Fed).
La Fed prevé que el desempleo continuará por debajo del 4% hasta el final de 2020, y que la inflación seguirá baja, en torno al 2%, durante ese periodo. La última vez que el desempleo se mantuvo tan bajo durante tanto tiempo fue en los años sesenta y se disparó la inflación, algo que ni la Fed ni la mayoría de analistas creen que ocurrirá esta vez. "Me preguntaron si nuestros pronósticos son demasiado buenos para ser verdad... es una pregunta razonable", bromeó Powell.
A un mes de las elecciones legislativas, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, enarbola los datos de empleo como su gran logro para tratar de mantener la mayoría republicana en el Congreso. Pero lo cierto es que las cifras reflejan una tendencia constante desde hace casi diez años. "La actual expansión empezó mucho antes de la actual Administración de Trump y es en gran medida una continuación de las políticas estabilizadoras que emprendieron, después de la Gran Recesión, la Reserva Federal y la Administración de Obama", explica Andrew Chamberlain, economista jefe de la empresa de colocación Glassdoor. "La economía estadounidense lleva en expansión más de nueve años. Incluso antes de los recortes de impuestos por valor de 1,5 billones de dólares, el mercado laboral estaba cerca del pleno empleo. Pero la bajada fiscal ha sido un estímulo poderoso, y ha llevado a la economía al rojo vivo".
Josh Bivens, director de investigación del Economic Policy Institute, coincide en que "la tendencia decreciente en el desempleo desde 2010 no ha cambiado mucho con Trump". "Gran parte del crédito hasta ahora debería llevárselo la Fed, que ha sido comedida y lenta en la subida de los tipos. Desafortunadamente, han empezado a acelerar ahora el ritmo de esas subidas, pero hasta 2017 básicamente dejaron el desempleo caer", explica.
Bivens apunta otro factor importante, además de la bajada de impuestos, en el reciente cambio de la austeridad al estímulo fiscal. "Se suele menospreciar que el aumento de gasto acordado por el Congreso a finales de 2017 está proporcionando más estímulo que la bajada de impuestos. Ese cambio de la austeridad al estímulo explica mucho de este pequeño aumento del crecimiento desde principios de 2018", advierte.
Para valorar lo extraordinario de la recuperación, conviene recordar el punto de partida, con la caída de Lehman Brothers. Solo en septiembre de 2008, en medio de un sistema financiero en caída libre, se destruyeron 443.000 empleos. Otros siete millones se esfumarían en los meses siguientes.
De ahí se ha pasado, en 10 años, a una tasa de empleo estable por debajo del 4%, algo que se ha producido pocas veces desde que hace siete décadas se empezaron a llevar registros. Al margen de unos pocos meses en el año 2000, previos a la explosión de la burbuja tecnológica, solo ha habido dos periodos largos de desempleo por debajo del 4%, y fueron durante las guerras de Corea y de Vietnam, en las que la combinación de un fuerte crecimiento económico con la llamada a filas de cientos de miles de jóvenes, muchos de ellos sin títulos universitarios, hizo prácticamente desaparecer el paro.
Es una de las razones por las que los datos de empleo actuales, sin una guerra que vacíe de jóvenes civiles el mercado laboral, son tan excepcionales. Pero hay más. "Un factor mucho más importante, en mi opinión, es que la participación de las mujeres en el mercado laboral en los sesenta era mucho más baja que ahora", explica Chamberlain. "De manera que la baja tasa de paro actual tiene un impacto mucho más amplio en la población que hace cinco décadas".
El reverso de la fotografía luminosa es el hecho de que el pleno empleo no se traduce en un crecimiento significativo de los salarios, que apenas subieron un 2,8% respecto al año pasado, casi lo mismo que la inflación. Para Bivens, el escaso crecimiento de los salarios es un indicador de la relativa cautela con la que hay que tomar los buenos datos de empleo. "La calidad del trabajo, y sobre todo los salarios, es una preocupación", explica. "Y lo relevante es que no es la composición del empleo, por industrias u ocupación, la que explica ese lento crecimiento de los salarios, sino que es una debilidad masiva. Creo que eso es una señal de que queda aún holgura en el mercado laboral. Parte de ese margen procede de personas que cogen empleos cuando antes no se habían definido en los sondeos como activamente buscando trabajo. Al final, la prueba del algodón del pleno empleo será una verdadera subida de los salarios, y no lo hemos visto todavía".
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