Incrementos salariales, sólo por inflación
La gran incógnita en materia salarial para el año 2017 es determinar si efectivamente el porcentaje de incremento salarial significará una mejora real y efectiva del poder adquisitivo.
En materia de negociación salarial, en los últimos años nos hemos acostumbrado a una lógica con serios elementos de ficción.
Me explico: por un lado contábamos con los índices publicados por el Indec, organismo que debió ser la referencia natural para la determinación del costo de vida, pero cuyas cifras no eran consideradas mínimamente serias por ninguno de los actores sociales, ni siquiera por los dirigentes sindicales afines al oficialismo del momento.
Por otro lado, estaba el “índice de supermercado” como ingeniosa y crudamente definió algún experimentado y relevante dirigente sindical. Para determinar este “índice de supermercado”, los gremios recurrieron a diversas fuentes (hecho nunca reconocido abiertamente), las que analizadas en su conjunto daban un panorama respecto del alza del costo de vida lo más parecido a la realidad. Entre esas fuentes estaban los informes de las consultoras privadas (entre ellas, Abeceb, dirigida por Dante Sica, o Buenos Aires City, a cargo de Graciela Bevacqua), el Índice de precios al consumidor – IPC– Congreso, el IPC 7 provincias, etc.
Estos datos eran de trascendental importancia para encarar las negociaciones salariales que en su inmensa mayoría acordaban incrementos por períodos de 1 año (esa también era la línea que privilegiaba entonces la autoridad laboral). Como excepción encontramos a los mecánicos de Smata, que a partir de 2011 fijaron aumentos trimestrales con un monitoreo permanente, de manera tal de evitar el deterioro de los salarios
En base a lo expuesto, si analizamos las mejoras salariales de los últimos años, advertimos que en su amplia mayoría solo compensan el incremento inflacionario. Son muy pocas las actividades donde se advierte un incremento por encima de la inflación y ello obedece a condiciones especiales de sectores en particular (postergados salarialmente en busca de una recomposición paulatina o en actividades beneficiadas por una situación coyuntural favorable). Pero más allá de ello, concluimos que en la generalidad los incrementos salariales lograron acompañar la inflación, nada más.
Hay una coincidencia extendida respecto de que los índices de inflación que viene publicando el Indec se encuentran cercanos a la realidad. También respecto de una tendencia a la elevación de la actividad económica. De seguir esta tendencia, de manera paulatina se verán los efectos favorables sobre el empleo, toda vez que se advierte una gran ansiedad de los actores económicos por la puesta en marcha de nuevos emprendimientos.
Y simultáneamente, en 2017 podremos comenzar a develar la incógnita: si los incrementos salariales logran superar a la inflación, si la misma sigue siendo medida de manera seria por un ente oficial (aún cuesta creer que hasta hace muy poco no haya sido así) y si podremos asistir de una vez por todas a una mejora del salario real.
El autor es socio de Adrogué, Marques, Zabala y Asociados
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