El empleo debe ser el protagonista del desarrollo
Los índices de pobreza en la Argentina, que de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) hoy se encuentran aproximadamente en un 30%, muestran una dolorosa realidad que nos debería llevar a una fuerte reflexión como sociedad en su conjunto. Es la gran deuda pendiente que tiene nuestro país y que en los últimos 34 años de democracia ininterrumpida no hemos logrado saldar: hoy, uno de cada tres argentinos es pobre.
Si lo enfocamos desde la óptica del NOA (noroeste argentino), como se explica en el estudio realizado por el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, vemos que la pobreza aumentó de un 37,6% en 2015 a un 44,4% en 2016; un dato desalentador de cara a la falta de federalismo imperante en nuestro país.
Revertir este flagelo requiere un acuerdo de fondo, con cambios estructurales, que tenga como meta el desarrollo sostenible del país, y cuyo fin sea el de mejorar las condiciones de vida actuales de los argentinos, teniendo en cuenta el cuidado del medio ambiente y las necesidades de las generaciones futuras.
Con ese espíritu, hicimos en Salta el I Foro de Pobreza, Equidad y Desarrollo, con la expectativa de que sea un ejemplo a seguir a nivel nacional. El Foro fue organizado por un comité multisectorial, del cual participaron autoridades de los tres poderes del gobierno de la provincia de Salta, del arzobispado de la provincia, de la Universidad Nacional de Salta, de la Universidad Católica de Salta, del Consejo Económico y Social y de la Cumbre Mundial de Políticas Públicas además de empresarios y sindicalistas locales, de manera de poder analizar a fondo estas temáticas y con diferentes puntos de vista.
La forma más eficaz de aliviar la pobreza es a partir del desarrollo sostenible, y para poder alcanzarlo no hay atajos. Debemos trabajar sobre la base del consenso en una agenda que comprenda e impulse políticas públicas que tengan permanencia en el tiempo, es decir, que vayan más allá del gobierno de turno. En este sentido, deben contemplarse alternativas tales como las que a continuación se describen.
1. La adecuación del sistema impositivo: la presión tributaria hoy es una de las más importantes de la región. En una Argentina con una economía informal que supera el 40%, quien hoy aporta al sistema tributario lo hace por sí mismo y por quien no tributa. Una baja de impuestos incentivaría la formalización de la economía. Y la pérdida de recursos del Estado, frente a una disminución de la recaudación, se compensaría con el ingreso de nuevos contribuyentes y, de esta manera, además de brindar dignidad y equidad a los trabajadores, se contribuiría a paliar esta insostenible situación.
2. Fomentar el financiamiento: hoy el ratio de lo que recibe como crédito el sector privado con relación al PBI es el más bajo (aproximadamente solo un 14%) y de los más caros de la región.
Como puede verse, la corrección fiscal y la mejora del financiamiento, darían lugar a mayores niveles de inversión a partir de una mejora en la competitividad productiva. En ambos casos, resulta indispensable que las soluciones a las que se arribe traigan aparejadas un fuerte sello de federalismo económico.
Hace tiempo que insisto con este último punto: es fundamental afianzar las economías regionales para generar igualdad de oportunidades, ya que cuando existe desproporción en el acceso a los recursos, se producen las injusticias. A modo de ejemplo, la brecha del PBI per cápita entre un habitante de la ciudad de Buenos Aires y uno del NOA es de ocho veces, y de tres veces entre un habitante de La Pampa y yuno de Salta.
La riqueza que genera nuestro país está mal distribuida. Tanto en su origen como en su destino. El 80% de los bienes que se exportan con valor agregado se producen en la región centropampeana, la cual concentra el 72% de los establecimientos industriales. En contraste, en el NOA se origina solo el 2,8% de las exportaciones, pese a que la región comprende el 12% de la población del país.
La inclusión y la mejora en la calidad de vida solo es posible a partir de que la gente tenga trabajo. El empleo digno es el principal protagonista del desarrollo. Por eso, una mirada a largo plazo impone la necesidad de soluciones que contribuyan a la reactivación de la industria como fuente generadora de empleo productivo y sustentable. Las políticas asistenciales son un remedio transitorio ante la necesidad, pero ya nuestra historia reciente nos mostró que por sí solas no contribuyen a resolver los problemas de fondo.
Es por ello que una perspectiva de desarrollo integral, sostenido e inclusivo debe abordar todas las problemáticas con una mirada trasversal, de manera de potenciar sinergias con todos los sectores de nuestra sociedad.
El autor es dirigente industrial