El desafío de los líderes en tiempos difíciles es dar seguridad y confianza
Unos días atrás, un avión en vuelo a Buenos Aires pasó por una zona de fuerte turbulencia, que dejó varias personas fuertemente golpeadas y múltiples destrozos en la cabina. Por suerte, no hubo que lamentar heridos graves, por lo que podemos aprovechar la situación -que seguramente fue un momento dramático para cada uno de los implicados -, para encarar uno de los asuntos más importantes, pero más complejos de trabajar en estos momentos: el Liderazgo en "Tiempos Turbulentos".
La palabra liderazgo es, en el contexto actual, una de las más demandadas, poderosas y necesitadas del vocabulario. Y, sin embargo, en tiempos de turbulencia económica, social y política, como los que vivimos hoy en nuestro país -y en otras partes del mundo-, ejercer el liderazgo puede ser complejo, porque liderar implica inspirar a partir de un propósito, mirar a corto, pero también a largo plazo; actuar y tomar decisiones estratégicas y tácticas, tanto con humanidad, sensibilidad y empatía como así también con visión de negocios.
Podríamos considerar que estamos piloteando un avión bimotor, un motor se ocupa del presente y otro del mañana, hay que mantener los dos en funcionamiento, pero estando en el aire. Enorme desafío: no dejar de pensar en el hoy, porque nos caemos; pero si exclusivamente pensamos en el hoy, el horizonte es demasiado corto. Desde ya, el corto plazo es el que nos permite la subsistencia inmediata, pero si sólo nos dedicamos al presente nuestro futuro no será muy promisorio.
Para quienes somos parte de la llamada Generación X, que ya hemos experimentado varias situaciones con complicaciones económicas y políticas, sabemos que, si tratamos de capitalizar adecuadamente el momento, éstas son las experiencias de mayor aprendizaje de la vida y las que marcan nuestras trayectorias.
¿Por qué? Porque somos mejores que lo que nos está pasando. Somos más fuertes de lo que creemos y de lo que nos sentimos. Cuando las situaciones nos apremian, más tarde o más temprano sale lo mejor de nosotros.
De eso se trata el liderazgo en tiempos turbulentos. De ayudar a las personas -y a nosotros mismos-, a mirar más allá de la esfera de nuestros problemas-sin eludirlos-, y poder observar -también- hacia las soluciones.
En el caso del avión, el liderazgo no lo ejerce sólo el comandante. También lo ejercen los pasajeros, manteniendo la calma lo más posible, ayudándose entre ellos, y siguiendo las indicaciones de emergencia. Algunas de estas indicaciones son difíciles de traducir del lenguaje del avión al de nuestra vida cotidiana. Decir "ajustarse los cinturones" se entiende rápidamente cómo "hacer un ajuste económico doloroso". Pero también puede entenderse como "aferrarse a algo que nos mantenga seguros y en nuestro lugar". Pueden ser nuestra familia y amigos. O una red de colegas que nos acompañe y ayude, que nos dé sentido y que nos permita colaborar y contribuir.
También en los aviones se habla de "sentarse y no moverse de sus asientos". Eso muchas veces lo traducimos como una expresión autoritaria, de "no hacer olas". Pero una segunda lectura de esta indicación implica que hay mucho que podemos hacer desde nuestro "lugar de seguridad", ubicarnos en una posición que nos ayude a afrontar los contratiempos inesperados y a aprovechar las oportunidades que puedan surgir. Hay veces que la mejor oportunidad surge por haberse mantenido en calma (en calma, no pasivos), y haber ayudado a otros. En ese sentido, "permanecer sentados", es una forma de decir "bien plantados frente a la vida". Un lugar desde donde podemos servir de guía para otros, que no tienen las herramientas físicas, mentales y emocionales para enfrentar con seriedad, serenidad y fortaleza momentos muy desafiantes. No se trata tanto de "sentarse" en el asiento, sino de "ser" el asiento que les brinde a los demás esa sensación de seguridad, confianza, protección y esperanza que tanto necesitan.
Finalmente, es clave la actitud del líder en un momento de crisis. El comandante deberá dar con firmeza a la cabina de pasajeros la señal de advertencia. Pero eso es seguido de un mensaje de la tripulación indicándonos qué debemos hacer. Ese mensaje nos sirve para ratificar la señal del piloto, pero también nos tranquiliza: no estamos solos. Hay personas preocupándose por nosotros, y que están pasando por lo mismo que nosotros. Pasada la turbulencia, todos, cada uno en su lugar, habremos contribuido a superar la turbulencia.
Consultor en innovación disruptiva de Recursos Humanos. Autor de El futuro del trabajo y el trabajo del futuro