El caso de Enrique Lew: tiene 90 años, elige trabajar y escribe sobre cómo cambiar el país
Dueño de Tintorería Industrial Modelo, el ejecutivo escribió un libro sobre Pleno Empleo y conversó sobre las trabas que tiene el país para generar riqueza
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Con 90 años recién cumplidos, Enrique Lew sigue trabajando todos los días de su vida. Antes de que la pandemia de coronavirus llegara al país para cambiar hábitos y costumbres, viajaba 38 kilómetros diarios hasta su empresa textil “porque creo en mi país”. Ahora se adaptó a la era de la virtualidad y solo va una vez por semana hasta su oficina, aunque sigue llevando adelante la compañía desde la distancia. “También están mis hijos, nietos y colaboradores, ya no soy tan imprescindible’', admitió.
Dice que el emprendedurismo lo lleva en la sangre. Empezó a trabajar a los 15 años, brindándole una mano a su padre que montó un pequeño taller de costura en Floresta. El negocio creció hasta ser una fábrica familiar con más de 1300 empleados y en la década de los 60 impulsaron la marca de camisas “Perfecta Lew”. Para 1967 la sociedad que tenía con sus hermanos se disolvió y creó en 1967 Tintorería Industrial Modelo, una proveedora de prendas de vestir y una de las principales fábricas de tejidos del país.
“A pesar de mi edad, sigo siendo optimista y creativo. Trabajar es una bendición, por eso no dejo de hacerlo. Aparte de mi empresa, en mi tiempo libre me dedico a hacer propuestas económicas, ni más ni menos que para cambiar al país. Es un deporte bastante interesante”, agregó entre risas.
Al vivir en carne propia las diferentes crisis económicas que atravesó la Argentina, las trabas a la hora de contratar a un trabajador y cómo cambió el país desde su infancia hasta ahora, decidió escribir el libro Pleno Empleo dos años atrás. El catalizador fue la vista que observó durante los últimos 25 años a través de la ventanilla de su auto, rumbo a su empresa en la localidad de Merlo: al comienzo había algún que otro asentamiento precario, pero año tras año se fueron multiplicando. “Creció mucho la pobreza, algo que se podría erradicar con la creación de más puestos de empleo”, expresó.
“Soy muy emprendedor, pero si no tuviéramos este ataque al empleo y los emprendedores, habría muchas más empresas. Todo lo que yo no desarrollé, es riqueza que no se creó. Hoy muchos emprendedores no inician sus proyectos porque saben que cuando toman empleados tienen un montón de problemas, ni hablar de la mafia de los juicios laborales. El ejemplo mío se reproduce por muchísima gente. Entonces, yo pienso: nuestros funcionarios y legisladores, ¿prefieren países estancados o querrían países que crezcan, prósperos? Es inentendible”, consideró Lew, quien fue miembro del Departamento Económico de la Unión Industrial Argentina (UIA)
Para el empresario, el empleo es la mayor fuente de creación de riqueza de los países, algo que no crea el sector público sino el privado. Salvo en la construcción, que tiene un régimen diferente frente al resto de las industrias, en la Argentina se ataca la creación de empleo entre impuestos, carga burocrática y juicios laborales.
“Creen que los empresarios estamos todo el día pensando en cómo despedir gente, cuando es todo lo contrario. Como dueño de una fábrica, yo quiero que mi gente esté bien y hago todo lo posible para que eso sea así. Uno quiere que sus trabajadores ganen más, porque si la gente gana más, mejora el país. Las sociedades crecen de abajo para arriba”, sostuvo.
Lew no siempre vivió en la Argentina. Sus orígenes se remontan a Polonia, donde vivió hasta sus cinco años. En busca de “algo mejor”, su padre viajó a la Argentina para conseguir trabajo y en 1936, dos años más tarde, su madre se sumó a la travesía con sus tres hijos. La decisión los salvó de vivir el Holocausto, en el cual fallecieron sus primos, tíos y abuelo materno.
“En Polonia nos moríamos de hambre, no había empleo. Acá, a pesar de no ser ricos, el país nos posibilitó educación, vivienda, trabajo. Yo fui un afortunado y fui muy exitoso, por eso estoy agradecido con el país que me albergó y me dio todas las posibilidades. Hoy no necesito ni pido nada, tengo 90 años, solo quiero mejorar al país y es muy sencillo hacerlo. Me gustaría poder verlo. No me voy a morir hasta verlo hecho realidad”, cerró el empresario.
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