Debut y despedida como funcionarios estatales
Resultó una de las novedades del mercado laboral profesional poskirchnerismo. El sorprendente triunfo de Cambiemos en la ciudad, la provincia y la Nación potenció la necesidad de recursos humanos afines al proyecto. Entonces, allá por fines de 2015, surgió una migración, inédita hasta ese momento -por alcance y magnitud-, de ejecutivos con extensa trayectoria en el sector privado hacia el renovado sector público. Atraídos por el proyecto de cambio del nuevo gobierno, de evidente y explícita raíz empresaria, fueron muchos los profesionales (de todos los niveles, edades y expertise) que se animaron al salto: dejar atrás el conocido sector privado, para embarcarse en la aventura de trabajar en el sector público.
Sin embargo, casi tres años después, este fenómeno no solo se detuvo, sino que pareciera invertirse. Sobre el escenario, resaltan la icónica salida de Isela Costantini en diciembre de 2016 de Aerolíneas Argentinas y los recientes alejamientos en junio de 2018 de Juan José Aranguren, Federico Sturzenegger y Francisco Cabrera. Todos con extenso pasado en la gestión privada empresaria. Con menos prensa pero mayor volumen, aumenta día a día el contacto de ejecutivos que, con mayor o menor intensidad, aspiran al regreso al sector privado. Solapados sondeos preliminares, comentarios off the record o pedidos explícitos, todos acuerdan en el "ciclo cumplido". Y que la apuesta sin dudas valió la pena, pero (muy especialmente aquellos en su mid-career profesional) que ahora ya no más.
¿Cuáles son las razones? Por sobre las conocidas diferencias de fondo (una gestión de plazos más extensos, abundancia de procedimientos/normas para la ejecución, múltiples intereses e interlocutores involucrados en una decisión, mayor exposición personal, entre otros), el condimento político es determinante. "No tengo el estómago ni las habilidades del político", afirmaba Isela Costantini en una entrevista en LN+ en 2017.
En sintonía, y ejemplo del grupo con menos glamour que participó de esta migración, un profesional de RR.HH., con diez años de experiencia en el sector privado, con un paso de dos en la gestión pública, y hoy ya de regreso en una multinacional norteamericana, confesaba en una entrevista: "Lo malo del sector público es la falta de previsibilidad y que la política tenga tanto que ver con la gestión. Los intereses políticos siguen siendo muy importantes como para darle mayor lugar a la gestión propiamente dicha. Entre un gobierno y otro, entre un funcionario y otro, existe aún el borrón y cuenta nueva. Eso en cualquier equipo de trabajo es contraproducente".
Como con otras modas, cuando pasa la ola, queda lo genuino. En este caso, todos los profesionales con auténtica vocación de servidor público (muy posiblemente, en los extremos de la carrera, inicio o cierre), que encontraron, confirmaron o descubrieron en este gobierno su camino laboral. Para el resto, que se subieron a la tendencia, la excursión sin dudas aportó: "Lo mejor del sector público fue conocer cómo funciona un país desde otro lugar. Entender cómo se toman decisiones que alcanzan a todos, los resultados son visibles y uno puede ver el impacto de lo que hace", reflexionaba el mismo ejecutivo de RR.HH., hoy ya ex-funcionario público.
Pero claro, al cabo, no fue sostenible. Para él y para quienes transitan la mitad de su carrera la ecuación ya no cierra tanto: progresiva incertidumbre sobre el futuro político del gobierno luego de 2019, creciente demanda de la economía familiar y el innegable costo de oportunidad del sector privado, que -vaivenes al margen y al menos por ahora- aún en la Argentina sigue ofreciendo mejores propuestas salariales, organización y profesionalismo.
General Manager de Ghidini Rodil?y autor de Mi trabajo ahora
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