Se agrava el problema del trabajo infantil
Los chicos que trabajan como un modo de colaborar con su familia de manera intensiva, casi con las mismas obligaciones que los adultos, no tienen las mismas oportunidades que el resto de los niños de cumplir con sus sueños y aprovechar al máximo sus talentos. Según los especialistas, son chicos cansados, a veces retraídos, que les cuesta prestar atención en clase y muchas veces terminan abandonando el colegio. No tienen tiempo para jugar, para disfrutar de la literatura infantil, para hacer tarea. Son pequeños grandes, con demasiada carga para los pocos años que tienen.
En la Argentina, esta realidad afecta a 1.417.517 chicos, según la UCA, y se recuerda especialmente el próximo 12 de junio, en el "Día mundial contra el trabajo infantil", pero no en las campañas para las próximas elecciones. "Es un tema complejo que cuesta que se instale en la agenda, que sea una prioridad en la política con presupuestos asignados", opina Gustavo Ponce, especialista en trabajo infantil de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en la Argentina. "Un niño tiene que verse reflejado en los presupuestos, tiene que haber un equipo especializado en cada una de las provincias con la coordinación gubernamental", agrega.
"Sucede que hay chicos que se levantan a las 5 de la mañana, le dan de comer a los animales, van a la escuela y trabajan hasta las 9 de la noche. La mayoría ya acarrea agua y leña entre los 8 y 9 años. O trabajan en la casa, con estereotipos de género como que solo las hijas mayores cuidan a los hermanos menores. O hijos que ya a los 13 años tienen asignada una parcela en el establecimiento familiar de pequeños productores para trabajar, y abandonan la escuela. Por eso están cansados, y faltan al colegio. Es muy injusto porque no están en las mismas condiciones de aprendizaje que chicos que no trabajan. Las familias lo valoran positivamente, pero se interfiere con el juego, con la educación. Esto deja muchas huellas", asegura.
El trabajo infantil, en el último informe de la UCA llamado "Infancia. Progresos y retrocesos en clave de desigualdad", se mide a través de las tareas domésticas intensivas y económicas que son realizadas en el mercado por niños/as y adolescentes entre los 5 y 17 años, en la Argentina urbana. "La niñez y adolescencia que realiza estas tareas suele estar expuesta a la explotación, enfermedades, rezago educativo, entre otros déficits de desarrollo humano y social", dice el documento estadístico dado a conocer la semana pasada, a cargo de Ianina Tuñón, investigadora responsable del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, de la UCA.
La ley en la Argentina autoriza el trabajo a partir de los 16 años, pero la UCA considera que es un factor de tensión para el adolescente que no terminó aún la secundaria, que por otra parte es obligatoria.
Se estima que en la Argentina, cerca de 764 mil niñas y niños de entre 5 y 15 años realizaron al menos una actividad productiva según la "Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (Eanna)", 2016-2017, realizada por el Indec, lo que representa al 10% de los niños y niñas del país. Toma un total de 7.648.413 de chicos de esta franja etaria, aunque el límite son los 15 años.
Para la UCA, que calcula sobre la base de chicos de 5 a 17 años, en 2018, un 15,5% realizó algún tipo de trabajo, mientras que en 2017 el porcentaje era del 12%, o 1.171.247 niños. "Entre 2010 y 2018 se registra una merma de alrededor de un 19%, sin embargo, este progreso se revierte a partir del último período interanual tanto por un incremento del trabajo doméstico como por el llamado trabajo económico", dice el informe.
Pero no todo es trabajo infantil. Una cosa es ayudar un poco en casa, y otra trabajar como un adulto. La encuesta del Indec explica que la intensidad de la jornada laboral es un indicador que compite con el rendimiento educativo: entre los más chicos (5 a 15 años), 8,5% trabaja en poblaciones urbanas y 6,1%, en rurales, y desarrollan jornadas de 36 o más horas semanales. Entre los adolescentes de 16 y 17 años, la jornada de trabajo a tiempo completo se intensifica: algo más de uno de cada cuatro varones (26,3% del medio urbano y 26,6% del rural) equipara su tiempo de trabajo con el de un adulto ocupado a tiempo completo.
Para el especialista de la OIT, "hay trabajo infantil en muchos rubros productivos. Está muy asociado al trabajo informal del los padres. Queda como un gran pendiente erradicar esta actividad en el ámbito rural, en el agro".
Más trabajo en la clase media
Lo novedoso de este incremento reciente del trabajo infantil, según la UCA, es que creció en estratos sociales medios no profesionales y en el interior del país. Los más afectados siguen siendo los adolescentes, las mujeres cuando se trata de trabajo doméstico y los varones cuando son labores para el mercado.
"Lo que más me llamó la atención cuando realizábamos este informe es el incremento de trabajo infantil en los sectores medios", dice Ianina Tuñón, quien integra el Observatorio de la Deuda Social Argentina, de la UCA.
Con respecto a 2017, el trabajo doméstico intensivo en total pasó de 5,5% a 7,2% en 2018. En el nivel socioeconómico muy bajo pasó de 7,3% a 9,7%. En el nivel medio, pasó de 6,4% en 2017 a 8,9% en 2018, y en el medio alto, subió de 1,5% en 2017 a 4,4% en 2018.
En otras actividades económicas, también se elevó la cifra de trabajo infantil, de 7,9% en 2017 a 10,2% en 2018. En los niveles socioeconómicos medio y medio alto es donde más creció y del 6,3% en 2017 a 11,3% en 2018 y del 5,4% al 8,2% respectivamente.
"El trabajo en niños de 5 a 17 años se incrementa en el último año, aunque no tanto en los sectores sociales bajos, porque en un momento de recesión no hay trabajo para nadie, ni grandes ni chicos. En cambio en los sectores medios intentan proteger y conservar lo que tienen y entonces usan mano de obra secundaria en sus propios hogares, en sus comercios y emprendimientos", explica Tuñón.
En primera persona
En el mundo hay unos 168 millones de niños y niñas que trabajan. Por eso, para que haya una mayor concientización sobre este tema, la OIT lanzó el "Día mundial contra el trabajo infantil" en 2002, que se conmemora el 12 de junio.
Como parte de las iniciativas de la OIT por sus 100 años, para esta fecha recopiló 100 testimonios de personas de todas las provincias, hoy adultas que sufrieron la dureza del trabajo infantil. Se trata de la campaña multimedia "100 años, 100 voces: el trabajo infantil en primera persona".
Rufina, de 51 años, es uno de los testimonios recopilados por la OIT para conmemorar el "Día mundial contra el trabajo infantil". En un audio conmovedor se puede escuchar su relato:
"Mi primer trabajo fue a los 8 años", cuenta. "Me mandaron a una familia puertas adentro. Mis padres lo decidieron así. Vivíamos en el campo y decidieron que tenía que ir a trabajar a la ciudad de General Roca (provincia de Rio Negro).
"Mi día de trabajo empezaba a las 8 de la mañana, poniendo un cajoncito delante de la mesada de la cocina para alcanzar las cosas, poner la pava y preparar el desayuno. Terminaba a las 9 de la noche en un día normal, excepto que tengan invitados y tenía que estar con ellos porque se ponían a jugar a las cartas y tenía que alcanzarles el café o cualquier cosa que necesitaran.
"Me preocupaba mi mamá, cómo hacer para ayudarla en la situación por la que estábamos pasando. Mi papá era de pegarme mucho y no podía hablar en ese momento porque lo único que se hacía era trabajar y dejar de ser niña. Nunca tuve una adolescencia, un juguete. Lo único que hacía era trabajar, y nada mas".
Ponce afirma que "los chicos empiezan a trabajar en tareas domésticas, acarreo de agua y leña y cuidado de animales. Al principio es considerado como una ayuda en casa, pero cuando se escuchan los relatos se ve que en realidad eso se convierte en un trabajo, y tienen responsabilidades de adultos. Quedan solos y muy aislados. Los chicos entonces tratan de compatibilizar la escuela con el con mundo del trabajo. En los tiempos de cosecha faltan a la escuela y cuando se necesita mano de obra intensiva, van con los padres. Mucho de esto sucede hoy".
El término trabajo infantil, según la OIT, "se refiere a cualquier trabajo que es física, mental, social o moralmente perjudicial para el niño, afecta su escolaridad y le impide jugar. Se les niega la oportunidad de ser niños. Más de la mitad de estos niños están expuestos a las peores formas de trabajo infantil como trabajo en ambientes peligrosos, esclavitud y otras formas de trabajo forzoso, actividades ilícitas incluyendo el tráfico de drogas y la prostitución".
Qué dice la ley
La Ley 26.390, de 2008, establece que la edad mínima para trabajar es a los 16 años, con autorización de sus padres hasta los 18 años.
Las personas mayores de catorce pueden ser ocupados en empresas cuyo titular sea su padre, madre o tutor, en jornadas que no podrán superar las tres horas diarias, y las quince horas semanales, siempre que no se trate de tareas penosas, peligrosas y/o insalubres, y que cumplan con la asistencia escolar.
No pueden ocuparse a personas de dieciseis a dieciocho años en ningún tipo de tareas durante más de seis horas diarias o treinta y seis semanales.
Sin embargo, para Ponce todavía hay un desafío "en proteger más el trabajo adolescente de 16 y 17 años".
Agenda pública
Existe hoy este paraguas en la política pública, que es el "Plan nacional para la prevención y erradicación del trabajo infantil y protección del trabajo adolescente", que "debe instaurarse a nivel país", recomienda Ponce. Corresponde al período 2018-2022.
"Veo una gran oportunidad. Existen objetivos de desarrollos sostenibles a nivel global y la Argentina hoy cuenta con un plan nacional, con leyes adecuadas, con datos recientes de una encuesta que por primera vez toma el trabajo infantil rural". Insiste en que hay que darle a este tema prioridad en la agenda publica y trabajar en la restitución de los derechos de los chicos".
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