Clima laboral: "¡Socorro!, mi jefe es una bestia"
Los especialistas alertan sobre los errores en los que incurren las organizaciones que se fijan únicamente en los resultados de corto plazo
Claudia me vino a ver. La tuve de alumna hace varios años y con una posición gerencial relevante en una empresa líder argentina, fue al grano y me dijo: "Mi jefe es una bestia, y bruta. Estoy al límite en la empresa. Mi performance es y fue siempre muy buena, pero no aguanto más y estoy pensando que irme es una buena opción".
El jefe de Claudia, un vicepresidente, tiene 55 años; Claudia 45 y 10 en la compañía. Ella, además de su gran capacidad intelectual, ha sido capaz de armar un área en la compañía a la que pocos le tenían fe.
Tal ha sido el impacto de su trabajo que Cecilia se convirtió en una referente en las operaciones que la empresa tiene en el país, Brasil y España. El problema es el impacto de su trabajo cuando su jefe no es el adecuado: "Mediatiza mi trabajo. Las presentaciones las hago yo, las presenta él. No puede operar si yo no estoy. De hecho tuve oportunidades en otras áreas y no me dejó ir".
El jefe bestia es aquel que es resultadista. Es, para muchas compañías, imprescindible en épocas de crisis, pero insoportable cuando se logra la estabilidad. Aguantamos a las bestias cuando las cosas van mal, ya que se ponen la organización al hombro. Pero ese estrés que generan no es sostenible en el largo plazo.
El jefe bestia es, fundamentalmente, un mal jefe. Puede tener muchas de las características que Claudia menciona: no reconoce el trabajo del otro, no delega, hace micromanagement y desestima o subestima a sus colaboradores. ¿El resultado? Gente valiosa para la empresa como Claudia que se harta y quiere irse de las organizaciones.
Opciones
¿Qué se puede hacer? Podríamos responder con cintura política, pero seguramente no ayudemos a las Claudias que hay en el mercado a tomar una buena decisión. Si la apuesta de quien tiene un jefe bestia es continuar en la empresa, hay que accionar para intentar quedarse dentro de la compañía.
La primera solución es exponer al jefe bestia. Esto es muy simple: que a la organización le quede claro lo inoperante del animal que ocupa una posición jerárquica dentro de la organización.
Claudia intentó esta opción. "Siempre salí a ayudarlo en toda reunión con altos directivos de la organización. No lo hice más, quedó expuesto. La gente no es tonta y ahora saben quién trabaja y quién hace show off."
Pero esta no es la única opción. Hay que trabajar con una estrategia de pinzas para estrangular a la bestia organizacional.
La segunda solución, que complementa la primera, es trabajar políticamente con los más altos directivos de la organización que uno tenga acceso. Claudia comenzó a exponerse frente al presidente de la empresa y al comité directivo que comenzaron a valorar su experiencia.
A fondo
Finalmente, la tercera alternativa es terminar planteando el tema del desarrollo de carrera. Claudia hizo una propuesta clara al departamento de Recursos Humanos de la compañía: "Mi planteo fue sencillo, les dije que ya había intentado varias formas concretas de llevarme mejor y tener mi propio espacio. Les dejé la pelota en sus manos y les pedí una propuesta concreta para mi desarrollo en el área u otras áreas de la empresa".
Claudia se aseguró que esas alternativas existieran en la compañía antes incluso de ir a hablar con Recursos Humanos. En 30 días le prometieron una respuesta. Por supuesto está la cuarta solución: irse. Pero para eso esperemos.
Luego de diez años de trabajo intenso en la empresa y convertirse en referente interno de su especialidad, hay que capitalizar esa experiencia en la compañía antes de tomar la decisión de encarar otro rumbo.
Doble vara
Para muchas empresas, el liderazgo tóxico es recomendable en tiempo de crisis, pero insoportable si hay estabilidad
El autor es profesor PhD de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella