El conurbano, ávido de progreso y con empleo pobre
El conurbano bonaerense es un objeto de interés social, político y académico dado sus complejos ribetes. Se trata un sistema social conflictivo que no representa al país completo, pero buena parte del país futuro se dirime en esta extendida pero acotada región urbana. Una matriz social desigual, a la vez que atravesada por notables deficiencias: calles asfaltadas y de tierra; barrios privados, villas y asentamientos; basureros ilegales, clubes privados y zonas turísticas; vastas clases medias, otras empobrecidas, pobres con aspiraciones y marginalidad estructural; nuevas industrias y negocios, junto a viejas fábricas, cooperativas sociales, circuitos clandestinos, narcotráfico, trata de personas, trabajo esclavo; todo lo cual y más se monta sobre un singular collage de municipios e identidades políticas locales difíciles de confederar.
Los municipios que lo conforman representan el 0,5% del territorio argentino, pero concentran a más de 12 millones de personas, de los cuales el 40% son pobres, 9% son indigentes y uno de cada 10 registra una inseguridad alimentaria severa. El hecho de representar a más del 25% del electorado, hace que la región sea estratégica en toda contienda electoral, así como un territorio abierto al dominio de barones, bandas y punteros. También una fecunda acción colectiva y solidaria. El 42% de su población vive en hogares necesitan de la asistencia social permanente.
El habitante del conurbano bonaerense enfrenta un escenario laboral más adverso que los residentes urbanos del resto del país o de la CABA. El porcentaje de trabajadores activos con empleo pleno de derechos es el menor de todas las regiones relevadas por la Encuesta de la Deuda Social Argentina (EDSA) de la UCA. En 2018 este porcentaje fue sólo de 39%, versus 44% para el total urbano y 62% en CABA. Esto debido, sobre todo, a que 28% de la población activa tenía un trabajo regular pero precario, 22% vivía del subempleo inestable (changas, contrataciones informales, programas de empleo, etc.) y 11% estaban desocupados.
Entre las explicaciones posibles de esta compleja realidad social que representa el conurbano, cabe dar cuenta de la debilidad e insuficiencia de los nuevos negocios dinámicos de la economía global para reemplazar al viejo, aunque todavía no olvidado, modelo industrial sustitutivo perdido en la historia. La estructura socio-ocupacional del conurbano bonaerense expresa cabalmente esta transición frustrada. Un dato evidente lo constituye la heterogeneidad que registra la fuente productiva de los empleos: el 53% de los ocupados no participan de la seguridad social, y, de manera estrechamente correlacionada, el 54% de los puestos se concentran en el sector informal o en la economía popular.
Un sistema social empobrecido, irregular y calidoscópico, aunque ávido y necesitado de progreso, que demanda un proyecto económico que mire al mercado interno pero también al mercado mundial, capaz de multiplicar oportunidades de nuevos y mejores empleos, y mejorar así la calidad de vida. Para ello, sin duda, será necesario que emerja una nueva matriz de imaginación, acción y cooperación política en materia de políticas de desarrollo.
Investigador del Conicet-UBA/Observatorio de la Deuda Social Arg.
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